pamplona - ¿Ya ha bajado la euforia del momento? ¿Se cree la marca que consiguió?

-Aún sigo ahí ahí, pero poco a poco me lo voy creyendo (risas).

¿Hubo tiempo para celebraciones?

-La verdad que no, el mismo sábado volví con mi familia desde Madrid y el domingo me lo pasé estudiando porque estoy de exámenes. No hubo tiempo para nada especial.

¿Cómo recuerda el momento del lanzamiento?

-Fue muy emotivo. Había empezado muy bien la competición, en un primer lanzamiento me comí dos pasos y lancé 77 metros, por lo que auguraba que iba a ir bien y que podía hacer un buen tiro en cualquier momento. Cuando llegó el cuarto lanzamiento, tuve una sensación especial y cuando solté la jabalina y la vi volar me di cuenta que iba muy lejos. Lo que no me imaginaba es que se iba a ir tan, tan lejos (risas).

Con sus padres en la grada, imagino que la primera mirada iría a sus asientos.

-Ellos se ponen bastante lejos porque les gusta ver el vuelo de la jabalina, pero sí que mi primera reacción fue mirarles a ellos, tirarme al suelo y empezar a llorar. Luego fui con mi entrenadora -Idoia Mariezkurrena- y nos abrazamos. Fue una mezcla de euforia y emoción.

¿Le vio también su hermano Nico?

-No, no pudo venir, tenía que hacer cosas aquí en Pamplona, pero nada más acabar me llamó y hablé con él.

¿Qué le dijo? Porque compaginar ser hermano mayor y rival no tiene que ser fácil...

-Me dio la enhorabuena, me dijo que estaba muy contento y muy orgulloso de mí y que esto no había hecho más que empezar. Nos emocionamos los dos, pero sí creo que por dentro un poco de envidia por no poder competir sí que tuvo (risas).

Manu y Nico Quijera y Odei Jainaga. Tres jóvenes tiradores detrás de un récord.

-Ahí andamos, y los tres siendo muy jóvenes. Odei tiene 22, Nico 23 y yo 21. Nos queda mucho por competir.

Coincidir los tres a este nivel tiene que ayudar a sus mejoras.

-Claro. Da un plus que ya de por sí tienes pero es otra motivación que gente de tu edad lance muy parecido a lo tuyo. Es una pena que este año los dos estén lesionados, Manu con el tendón de Aquiles y Odei con un codo que no se le termina de curar, pero cuando se recuperen van a estar al mejor nivel y será una bonita batalla entre los tres.

Después de batir el récord tuiteó: si se trabaja y se sueña, el resto se puede. ¿Había soñado con esto?

-La verdad que sí. Todo el mundo sueña con algo así. No era el lugar ni el momento con el que había soñado, pero cuando haces un récord de España es algo maravilloso.

¿Y respecto al trabajo?

-Entreno seis días a la semana, unas dos horas y media o tres horas. Te privas de cosas, como cuando los amigos salen y tu te tienes que ir a casa, como otras cosas que te limitas por entrenar o estar bien físicamente.

¿Cuál es su rutina?

-Suelo hacer dos días a la semana de técnica, lanzando mientras Idoia me corrige. Ese día solemos hacer también parte física. Otros dos días a la semana hacemos un trabajo más específico con balones medicinales, tratando de imitar el gesto del lanzamiento. Los dos últimos días hacemos trabajo más general.

¿Cuál es la parte que más sufre en el lanzamiento?

-Yo la que más he sufrido últimamente ha sido el aductor. Pero también el codo y el hombro suelen dar problemas, porque es un gesto que si no se hace bien es bastante lesivo.

La distancia conseguida llega después de toda una vida ligada al atletismo. ¿Cómo empezó?

-Yo era el típico chaval que empezó a probar todos los deportes. Al final me quedé con el fútbol y el atletismo, y con 13 años podía compaginar las dos. Pero entonces empecé con la escuela a lanzar, y tenía claro que quería hacer eso porque siempre me ha gustado. Cuando veíamos atletismo en la tele siempre preguntaba por la jabalina. Entonces me fui especializando a tirar.

Antes de eso probó un poco de todo en el mundo del atletismo.

-Hice vallas, peso... eran pruebas para no estar solo aburrido con la jabalina, tampoco las entrenaba.

En categorías inferiores ha viajado a los Juegos Olímpicos de la Juventud, Campeonatos del Mundo, de Europa... ¿cuál es su mejor recuerdo como lanzador?

-Aparte de éste, que ha sido el mejor, un recuerdo muy bueno fue el Mundial juvenil de 2015 -en Cali (Colombia)-, que quedé cuarto. Además logré el récord de España juvenil, así que fue bonito para mí. Pero todas las salidas internacionales, en todas las edades, son grandes experiencias que compartes con amigos y sus familias.

¿Se abren con esta marca la opción de acudir a otros campeonatos internacionales?

-Sí, la verdad que el objetivo de esta temporada tenía acercarme a 80 metros, pues ahora... (risas). Ha venido tan de sopetón que los objetivos pueden cambiar y no lo he pensado, pero mañana voy a seguir haciendo lo mismo que lo que he venido haciendo hasta ahora, entrenar lo que se me pida y competir como siempre para tratar de seguir mejorando. Aunque ahora, el Mundial se ve menos lejano, más cerca. Puede estar bien porque aun queda mucha temporada.

83 metros es la mínima para el Mundial. Le queda ampliar la marca 1,69 metros. A priori no parece mucho, pero...

-Pero es un metrazo. Cuesta mucho, cuando se llega a distancias así en las mejoras se habla más de centímetros que de metros. Tampoco me quiero obsesionar con eso, quiero disfrutar cada día y si tiene que salir, saldrá. No me quiero ambicionar demasiado.