- Tras una semana apocalíptica, llegó el sábado, el día del deporte por excelencia, y nos hicimos varias preguntas: ¿cuántos partidos dejaron de jugarse ayer en Navarra? ¿Cuántas carreras dejaron de disputarse? ¿Cuántas actividades deportivas no competitivas? ¿Cuántas quedadas para andar, correr o ir en bici? Es difícil dar una cifra exacta.

Podríamos decir, por ejemplo, que en un día como el de ayer solo los Juegos Deportivos de Navarra ponen en funcionamiento 35 autobuses, que a una media de 50 chavales se eleva a 1.750. Pero es que, por proximidad, la mayor parte de los Juegos Deportivos no utilizan esos servicios, y en ellos llegan a competir, a lo largo de la temporada, hasta 22.000 jóvenes de 11 a 18 años, en 36 modalidades distintas.

Quizás otra forma de acercarse a esa cifra sea a través de los estudios estadísticos: la encuesta Juventud y Deporte. Navarra 2019 que se realizó para el Instituto Navarro de Deporte y Juventud hablaba de hasta un 85% de jóvenes que practican actividad física, de los que un 22,5% lo hacen en deportes de competición, en esas ligas que empiezan en septiembre u octubre y no terminan hasta mayo.

En suma, miles y miles de navarros.

Los cierres en cascada y la paralización que hemos ido viendo estos días se evidenciaban ayer en toda su crudeza en el deporte: clubes deportivos, pabellones, frontones, campos de fútbol. Hasta los parques infantiles… Todo cerrado hasta nueva orden.

Y esos chavales a los que, cualquier otro sábado, sus madres o padres llevaban al partido o a una carrera -con agendas bien completas para los que tienen más de un hijo o hija-, ahí han estado, en casa, parados (es un decir, porque nada como el deporte para que quemaran esa energía de más con la que ayer dieron la pelmada, que eso de encerrarse entre cuatro paredes les convierte en leones enjaulados).

Con lo frustrante que es que te suspendan esa competición que estás toda la semana deseando disputar. Y con el dolor añadido de saber que se tardará mucho (¿dos, tres meses?) en poder volver a la normalidad, al antes del maldito coronavirus.

Pero un sábado sin deporte no lo sufre solo el que lo practica, sino también el espectador. En un sábado como ayer, el menú era tan amplio como suculento:

- ¿Qué tal ir a comer al Casco Viejo y luego a ver el Parejas en el Labrit?

- Muy bien. ¿Quién juega hoy?

- Ni idea.

- Vale, vamos.

O al fútbol sala -Magna, Aspil, los equipos de Segunda femenina y masculina-; o al balonmano -el Helvetia y varios equipos en División de Honor Plata Femenina y en Primera masculina-; o al baloncesto -Osés Ardoi, Basket Navarra, y dos más en Liga EBA, y una larguísima sucesión de equipos en Ligas Vascas o regionales-.

Y Osasuna, claro, cómo no. Osasuna, que había tenido que sortear las 950 entradas del partido con la Real Sociedad, porque le llegaron 2.000 peticiones de sus socios, que ya se relamían de pensar en el espectacular doblete visita a Donosti y partido de los rojillos.

Y, no menos importante, el resto del fútbol, ése que se extiende por toda Navarra, de Cortes a Bera: Segunda B, Autonómica, Preferente (2 grupos), Regional (4); y juveniles, cadetes, etcétera. El deporte rey, con sus miles de licencias y sus miles de seguidores, también detenido, congelado.

Y si hablamos del que lo practica y hablamos del que asiste como público, hemos de hacerlo también del que se queda en casa, especialista de uno de los deportes más populares, ése que exige sofá, algo para beber y picar, un mando a distancia y, si es posible, una suscripción a una plataforma digital. La oferta de deporte televisado de un sábado normal es tan amplia que no la vamos a pormenorizar. Baste con decir que solo con el fútbol de Primera se llena la tarde y la noche. Ayer, por poner un ejemplo concreto, estaban programados además partidos del Parejas de pelota, del Seis Naciones de rugby, de la Liga ACB de baloncesto, del Indian Wells de tenis... Y, para los noctámbulos, la NBA o los entrenamientos del GP de Australia.

Frente a todo eso, y mucho más, los amantes del deporte se tuvieron que conformar ayer con cosas como el desenlace de una París-Niza desangelada (iba a acabar hoy en las calles de Niza, pero prefirieron no convocar multitudes), el Rally de México (el último que se va a celebrar, de momento, de un Mundial cuyas pruebas más inmediatas ya se están cayendo) o ese torneo de bádminton en el Reino Unido, el país cuyo primer ministro ha decidido no tomar medidas drásticas y sálvese quien pueda.

Un sábado sin deporte, y los que quedan por aguantar. Que de eso se trata, de resistir hasta que escampe.