- Ser positivos en medio de la desgracia, conscientes del presente, del aquí y el ahora, y hacernos a la idea de que el mundo, en sus múltiples facetas, va a cambiar y no hay más remedio que adaptarse. Éstas son, grosso modo, algunas de las reflexiones que Enrique Martín Monreal se hace respecto a esta distópica realidad que nos está golpeando por culpa del coronavirus.

El técnico navarro, entrenador de equipos como Osasuna, Córdoba, Gimnástic de Tarragona, Albacete o Leganés, sobrelleva el confinamiento en su casa de Pamplona y desde allí, con el carisma que le caracteriza, reflexiona sobre esta crisis, cuenta cómo la está afrontando y las conclusiones que él extrae de toda esta pandemia.

¿Cómo está viviendo toda esta situación?

Como todos, más o menos. Tratando de positivizar. Para quienes estamos en el mundo del fútbol esto es como una concentración, pero mucho más potente. Cuando estás con un equipo, haces 15 o 20 días de preparación para la temporada. Entrenando todos juntos. Aquí, la preparación, lógicamente, es bastante diferente. Es una concentración para la vida, para la tuya y para la de los demás.

Esto, sin embargo, no estaba programado, como puede estar una concentración. Ha venido como un tsunami, sin que nadie nos lo esperásemos.

-Sí. Yo hay algo que suelo comentar con mis amigos. Después de mi experiencia personal de hace cuatro o cinco años, con el tema del corazón, me di cuenta de que lo mismo que estás en un lado puedes estar en el otro. Esto que ha venido ahora es brutal, porque no afecta a una o dos personas solamente, sino a todo el mundo. Esto va en serio. Y nos ha hecho darnos cuenta de que nos estábamos dejando muchas cosas por el camino por una sencilla razón: íbamos a una velocidad terrible. Ahora estamos descubriendo lo verdaderamente importante. Pero, hasta que no te hacen parar, no lo saboreas del todo.

¿Y tiene que venir una pandemia o un susto tan fuerte como el que usted tuvo con el corazón para que nos demos cuenta de esos detalles? ¿De lo realmente imporante?

-Pues sí. Parece que nunca te va a pasar nada. Que cuando eres joven estás fuerte y no piensas que el corazón, por ejemplo, te puede dar un susto. Hasta que te das cuenta de que la vida te da un aviso y dices 'ostrás, tú. Hay que vivir el momento...'. Esto es lo que uno aprendió en esas circunstancias y con esta filosofía estoy viviendo desde hace cuatro o cinco años. En este trayecto trato de ser positivo. No pensar en lo que queda aún por delante, sino en alegrarme de lo que ya llevamos. Ya sólo quedan 15 días hasta mayo. Con este pensamiento voy pasando el tiempo y no tengo ningún agobio.

Usted es un hombre de fútbol. ¿Lo echa de menos o con todo lo que está pasando lo ha dejado en un segundo plano?

-Es verdad que no se quita de la cabeza, aunque hay cosas al margen. El fútbol es interesante, importante, pero al final todo se viene abajo. El fútbol y todo. Ahora mismo lo que prima es el vivir, que ya es bastante. Y seguramente esta situación actual nos hará reflexionar a todos, a todo el mundo en general, cada uno en nuestras profesiones.

Hay muchas horas para estar en casa. ¿Ên qué invierte el tiempo? ¿Qué le gusta hacer?

-He empezado a realizar una serie de historias que jamás pensé que haría. A los dos o tres días de estar en casa me dio por subir y bajar escaleras. Tengo un récord terrible y veo además que he mejorado mucho en fuerza (se ríe). También hago alguna tontería en la cocina, leer, seguir la prensa deportiva y la prensa general o salir a por el pan, ya que entre que voy y vengo, me aireo. En definitiva, estar relajado. Aunque no sé si esta tranquilidad que tengo es producto de la pretemporada, de estos cuatro años anteriores que he comentado, y que me hacen tener y afrontar las cosas con otra filosofía de vida.

Hay un tema que también le apasiona, el del coaching. No sé si esta herramienta y sus técnicas se pueden aplicar a la situación actual.

-Sí, por supuesto. Es algo que ayuda a mejorar en cualquier faceta, en cualquier trayecto profesional. Y, en esta circunstancia, también. Te ayuda a descubrir cosas que quizás estaban ahí, pero a las que no dábamos importancia. Voy a trasladarlo al mundo del fútbol. A partir de ahora, el futbolista se va a tener que acostumbrar a jugar a puerta cerrada. Estoy totalmente convencido de que será así en cuanto comience la competición. Hace tiempo existía el miedo escénico. El que sentías cuando, por ejemplo, ibas al Santiago Bernabéu y había 100.000 personas en las gradas. Ahora, el impacto escénico para el jugador será cuando salte al campo y no haya nadie para animar. Habrá quien diga que así no se puede jugar. Sin gente. Oiga, ¿quién le ha dicho a usted que así no se puede? Una cosa es que esté acostumbrado a jugar con 20.000 o 30.000 personas, que te aplauden y te gritan constantemente, pero ahora hay que reconducir esto. Vas a salir a jugar un partido, cuyo valor va a ser el mismo de cara a la clasificación, que te hará subir o bajar, mantenerte o no, sólo que esta vez no habrá nadie en el estadio. Es todo un desafío. El primer partido que dispute Osasuna en El Sadar va a ser impactante para el futbolista, seguro. Y ese aspecto mental se puede trabajar ahora, porque el choque va a ser brutal. El equipo que se adapte a esta circunstancia creo que tendrá cierta ventaja.

Fundamental, entonces, trabajar en estos momentos el tema de la mente y el de las emociones en el futbolista.

-Claro. Por lo que veo y leo, la gente ahora mismo está entrenando en sus casas, haciendo mucho ejercicio físico, desde bicicleta a pesas. Eso está muy bien. ¿Pero se está preparando para el día en que se vuelva a jugar al campo y no haya nadie en las gradas? No sé si hay muchos. Y el impacto, repito, de ese primer choque va a ser muy fuerte. Cualquiera que haya estado en El Sadar sabe que el rugido de ese estadio, a lo largo de la temporada y en toda la historia, ha dado muchos puntos. Eso es claro y evidente. Ahora vas a saltar al campo y no va a haber nadie en la grada. Y la mente se te va a ir y pensarás en lo bien que se estaba antes, en cómo apoyaba la afición. Pero la realidad será muy distinta a aquella que había.

¿Y eso cómo se trabaja? ¿Cómo se prepara a un futbolista para ese escenario o incluso a la gente, en general, para cuando salga de nuevo a la calle y vea que las cosas han cambiado?

-Para mí la clave de toda esta historia, además de la repercusión económica que pueda haber, está en la mente. Hay que buscar alternativas y todo pasa por el aspecto mental. La persona es completa, creativa y está llena de recursos. Yo me he dado cuenta de que tienen que llegar momentos límite en las personas para que enfoquen su trayectoria con la ayuda del coach o de un psicólogo. Hasta que no falla algo, no damos el paso. Eso es así. El trabajo principal está en uno mismo, pero hay cantidad de apoyos exteriores que seguro te pueden ayudar.

¿Está en contacto con jugadores ¿Le comentan cuáles son sus temores o preocupaciones en estos momentos?

-Sí. Me dicen que no tiene aliciente jugar sin gente. Pero se tendrán que acostumbrar, de momento, a que esto sea así. Y el espectador a verlo desde casa. Es lo que hay. Y hablo de fútbol, pero también se puede aplicar a otros eventos como un concierto de música o a los Sanfermines, que están a la vuelta de la esquina. A mí me sorprendería mucho que este año 2020 se celebrasen actos con mucha gente. Otra cosa es que salgamos, hagamos deporte al aire libre, paseemos por la ciudad manteniendo unas normas... Pero tengo la ligera intuición de que hasta el año que viene no se recuperarán todas estas aglomeraciones.

Además de partidos a puerta cerrada, ¿cree que el fútbol va a cambiar mucho a raíz de esta crisis o seguirán las cosas más o menos como hasta ahora?

-Todos nos vamos a tener que adaptar al momento actual y, evidentemente, el fútbol cambiará también. Los estadios, de principio, estarán vacíos. No va a haber público en la grada. Y los contratos de los futbolistas seguro que repercutirán a la baja, como en la sociedad misma. El impacto será para todos. Estábamos llegando a unos parámetros donde siempre se decía 'algún día reventará'. Cuando yo jugaba, también era así, pero no se produjo una hecatombe como la de ahora. Está claro que todos vamos a partir de otro prisma y el fútbol, igualmente. El otro día le daba vueltas a lo de volver a jugar. Mucha gente dice que se podrá en julio. En mi opinión, tampoco hay que apretar tanto. Creo que hay tiempo hasta octubre para acabar la Liga. Es muy sencillo. Se termina la temporada en octubre, noviembre queda para las vacaciones de los jugadores, en diciembre empieza la preparación y se vuelve a jugar con el año natural. '¿Estás loco?', me dicen. '¿Cómo puedes decir eso?'. Y yo contesto, '¿por qué no? Dame una razón'. Es que entonces no se pueden jugar tantos partidos de Europa, eso tiene un reporte de mucho dinero... Ah, bueno. Pues entonces, a lo mejor sólo hay que jugar un partido, en el campo del equipo que toque, y el que pierda, eliminado. Pero claro, hay tanto dinero por medio que, todo lo que sea salir de ahí, no se contempla. Nos cuesta abandonar la zona de confort y la primera opción siempre es la de quejarnos. El 'es que yo, es que yo y es que yo...'.

Y nunca sabemos, sin embargo, por qué derroteros nos va a llevar la vida.

-Para nada. Todo lo que te quitan por un lado te puede llevar a una oportunidad por el otro. Y acabar donde menos te lo esperabas. En cualquier ámbito de la vida. Yo, a este respecto, tengo una historia personal. Cuando era futbolista, tenía unas creencias muy limitantes, hasta que me ocurrió una cosa. Estaba en el equipo B de Osasuna y no acababa de romper. Le dije a Fernando Murguía, director técnico de Osasuna durante varios años y que falleció no hace mucho, que me buscara un equipo fuera de Navarra. Yo mismo me quería medir si podía ser o no profesional. Él me buscó el Lleida y, cuando estaba allí, me hice una pregunta: '¿Qué tengo que hacer para volver a Osasuna? ¿Jugar bien? No. Meter goles. Que todo el mundo sepa que estoy aquí'. Oye, empecé a meter goles como no había metido en mi vida. De cabeza, con la derecha, con la izquierda... El entrenador que tenía en Osasuna, Roberto Otaegui, ni se lo creía cuando le decía que metía goles de cabeza. Cuando me exigía una cosa, yo siempre contestaba que no podía, que yo no era así. Mi creencia era esa, que yo no era capaz de hacerlo de otra manera. El tiempo me demostró que había otros caminos. Más tarde las cosas me empezaron a salir bien y fui para arriba. Es un ejemplo personal, pero creo que puede servir para cualquier otra profesión.

¿Ha pensado ya en qué hará cuando pueda salir a la calle?

-Lo primero, coger el coche y conducir. Me encanta. Me daré una gran vuelta, no sé ni por dónde, pero es lo primero que haré. Cada uno tenemos nuestras ilusiones y lo que para unos es una chorrada para otros es importante. Cada uno se emociona con sus pequeñas cosas.

"El primer partido que se dispute en El Sadar, sin público, va a ser impactante para el futbolista"

"Nos estábamos dejando muchas cosas en el camino y ahora estamos descubriendo lo fundamental"

"Después de lo que me pasó con el corazón vi que lo mismo que estás en un lado puedes estar en el otro"

Entrenador de fútbol