olo era esto lo único que necesitaba Mir y ha llegado en el mejor momento. El balear va a afrontar las dos carreras decisivas para el campeonato después de dar un golpe sobre la mesa en el momento preciso, quitándose ese peso de encima de no haber ganado aún una carrera en GP. Ya la tiene, y con ella, medio mundial para él y para Suzuki. La marca pequeña de clan japonés ha logrado construir una estructura alrededor de una moto que no destaca en nada, pero hace casi todo igual de bien, al igual que el bueno de Joan. Y digo estructura porque este mundial, si finalmente cae del lado azul como todo apunta, será también mérito de todo un equipo, desde Davide Brivio, Team Manager y sonrisa eterna hasta Sylvian Gintoli, piloto probador (este sí implicado, no como algún otro que anda por ahí...). Y no olvidemos que su máximo rival va a ser su compañero de equipo, otro fenómeno al que solo Mir va a poder privar de ganar también. En otras circunstancias, seríamos más cautos respecto al desenlace del campeonato, ya que aún Quartararo tiene opciones, pero es que lo que pasó este fin de semana en Yamaha (o mejor bautizamos con Dramaha) era lo que le faltaba. El viernes conocimos que en Jerez Yamaha rompió el precinto de un de sus motores para saber cuál era el origen del problema que estaban arrastrando, que les había llevado a romper dos motores en un día. Yamaha sabía que el tema saldría a la luz en la inspección siguiente de la FIM, pero jugó sus cartas a conseguir solo penalización para la marca y no para los pilotos, como injustamente al final ha sido. Pero no ha hecho falta casi polémica. Al anuncio de que varios de sus mecánicos habían dado positivo en la cpovid y no estarían en este tramo final (uno de ellos el casi insustituible telemétrico de Viñales), se unió la salida desde el pitlane de Maverick al haber tenido que descorchar un sexto motor (solo se permiten cinco por piloto en esta temporada) visto que no era viable salir con uno de los dos que únicamente les quedan para competir. Vamos, que es imposible pensar que un equipo con todos estos avatares y la falta de confianza plena de sus pilotos en la M1 pueda presentar ninguna batalla. Únicamente nos queda ya saber cuándo Mir celebrará su victoria final.