María Carmen Rubio Larrión es una de los cinco deportistas navarros que competirán en los próximos Juegos Paralímpicos de Tokio, que tendrán lugar del 24 de agosto al 5 de septiembre. La veterana tiradora con arco es la única representante de la expedición de la selección española, un hecho que no le provocará ninguna presión añadida. Llega a la capital nipona en un gran estado de forma, después de conseguir el pase en el Preolímpico disputado en República Checa, donde consiguió el oro por delante de la surcoreana Na Mi Choi (138-136). Tras sus buenas actuaciones, la pamplonesa competirá con calma y los pies en el suelo, pero siempre con la ilusión de llevarse una medalla, que iría dedicada a su familia. Desde el pasado 5 de agosto ha estado en una burbuja en Madrid, en la que se ha preparado y metido en el papel, antes de hacer las maletas hacia los que serán sus terceros Juegos Paralímpicos consecutivos.

¿Cómo afronta estos Juegos?

-Con muchas ganas. Sobre todo, porque en un momento parecía que se me escapaban de las manos, por la lesión que tuve en el hombro en 2019 y más tarde por el aplazamiento a causa de la pandemia. Pero ahora he conseguido la plaza en República Checa, y estoy muy contenta.

¿Se podría decir que le ha venido bien el aplazamiento?

-Para recuperarme de la lesión, sí. Antes de la llegada de la pandemia, en febrero de 2020, empecé a competir pero bastante forzada. Cuando se hizo oficial la suspensión de los Juegos, Enrique -su entrenador y marido- y yo empezamos a planificar con vistas a este año. Con más calma. Modificamos todo: el arco, el material, etc. Gracias a él y a su decisión de cambiar todo estoy hoy aquí.

¿Cómo fue la clasificación en el Preolímpico?

-Antes de eso, competimos en el Europeo y quedé cuarta, por lo que no me clasifiqué. Al día siguiente era la convocatoria mundial, con dos plazas en juego. El día previo fui viendo que era capaz de conseguir el pase, me encontraba bien. Y así fue, tras pasar varias rondas.

¿Llega a Tokio en un gran momento?

-Sí. En un buen momento y, sobre todo, muy motivada. Eso es lo más importante. El tiempo de descanso en Pamplona entre la clasificación y la llegada a Madrid me vino muy bien. Después, ya en la burbuja de Madrid hemos estado de lleno pensando en los Juegos, entrenando y aclimatándonos. Han sido como unas ‘miniolimpiadas’ por así decirlo.

Sus terceros Juegos consecutivos, ¿algo único?

-A mí me resulta muy bonito. Es signo de que sigo trabajando bien. Yo me siento con energía y muchas ganas de competir. Eso es algo fundamental en el deporte de alto nivel, que es muy exigente. Además, también se debe al apoyo que recibimos de ciertos organismos o fundaciones. En el caso de Navarra, la Fundación Miguel Induráin hace un gran papel.

Por tanto, Tokio no será su última cita olímpica, ¿verdad?

-Siempre nos quedará París. En Londres 2012 estuvo mi familia en la grada. Escuchar sus voces animándome es lo más bonito que uno se puede imaginar. Fue algo increíble. A Río no pudieron venir por el tema del virus Zica. Y ahora, otra vez en casa por otro virus. Por eso siempre decimos que aún queda París.

¿Son ellos su principal motivación para estar allí?

-Sí, la verdad. Me hace mucha ilusión, así como que haya afición. Además, París tiene mucho encanto. Así que hay que ir a por todas.

Serían entonces cuatro Juegos consecutivos, ¿se lo esperaba cuando empezó en el tiro?

-Cuando empecé, lo que quería ser era ‘medianica’. Como todo el mundo cuando comienza en un deporte. Pero después, cada deportista va evolucionando. Lo más importante creo que es haber elegido un deporte que me satisface, con el que disfruto. Y, además, son importantes las capacidades que uno tiene, que en mi caso las ha habido. Es una mezcla de ambas.

La única integrante de la expedición española en tiro con arco.

-Sí. Es una pena. Es muy complicado llegar, hay que pasar muchas rondas. Todos hemos hemos trabajado mucho porque queríamos estar, pero a veces no se consigue.

¿No competirá en la modalidad por equipos, entonces?

-No. Mi compañero, que me ayudó mucho para estar aquí, se lesionó justo antes de los clasificatorios y no podrá estar en Tokio. Es una pena, la verdad.

¿Eso puede hacer que las esperanzas estén centradas en su actuación?

-No me gustaría que fuera así. Yo no me postulo así. Mi intención es hacerlo lo mejor que sé, paso a paso. Y a ver qué pasa. Esto no es como el fútbol, yo no vivo de esto. Me levanto cada mañana para ir a trabajar. Hay que tener los pies en el suelo, y yo voy con serenidad.

¿Qué supondría para usted conseguir una medalla?

-Sería muy bonito, es un sueño. Todos tenemos derecho a soñar. Conseguirlo me daría mucha felicidad. Pero insisto en que hay que ir con calma y serenidad. Trataré de competir lo mejor que sé, y de estar centrada en lo que tengo que estar, y todo lo de fuera no importa.

¿A quién iría dedicada?

-Especialmente a Enrique. También a Beñat -su hijo- y toda la familia. Es para ellos, que son los que me han visto evolucionar desde los comienzos. Pero aunque no consiga medalla, el hecho de estar clasificada ya va dedicado a ellos.