pamplona. El consumo de cemento suma ya 46 meses de caída en España, según la patronal Oficemen: en septiembre descendió un 19,8% respecto al mismo mes de 2010 -1,7 millones de toneladas demandadas-. El sector no remonta y, en estos momentos, sobraría la mitad de la capacidad instalada de producción en el país. La planta de Cementos Portland, en Olazti, no se escapa de esta bajada, que según su director, José Antonio García, se solventa con "una fábrica más competitiva".
La factoría más antigua del Grupo Portland Valderrivas prevé cerrar 2011 con una producción de 600.000 toneladas -la mitad de su capacidad, que está fijada en 1,3 millones de toneladas-. Las expectativas para el año que viene no mejoran: "Si ahora estamos produciendo al 50%, en 2012 puede descender al 38%, unas 500.000 toneladas", aclara García.
En este contexto, donde la competencia está siendo cada vez más agresiva, José Antonio García aboga por "mejorar la competitividad de la fábrica", que suministra a Navarra, Guipúzcoa, La Rioja y Burgos. Para ello, la factoría de Olazagutía "debe descender el consumo de coque de petróleo (pet coke) como combustible en favor de la biomasa y otros residuos, como los denominados CDR (un combustible que procede de la fracción de los restos de residuos sólidos urbanos tratados: plásticos, papel, cartón), neumáticos, lodos, etc. Los disolventes no los contemplamos. Son residuos que si no los usamos acaban en el vertedero, la peor solución medioambiental", explica.
60.000 toneladas de 'pet coke' Cementos Portland cuenta con dos hornos para una capacidad productiva de 1,3 millones de toneladas de cemento al año. Para fabricarlo necesita quemar 120.000 toneladas de pet coke, que a su vez, emiten a la atmósfera unas 723.000 toneladas de CO2, -el límite de emisión asignado por el Gobierno central-. Actualmente, la planta solo mantiene en funcionamiento uno de los hornos por lo que está quemando unas 60.000 toneladas de pet coke al año.
En mayo, la cementera consiguió el permiso del Gobierno de Navarra para el uso de biomasa -madera limpia- como combustible. "Al obtener esta licencia, Cementos Portland pasó a formar parte del registro de Empresas Gestoras de Residuos. En nuestro caso, significa que recepcionamos y almacenamos estos residuos para su posterior combustión -también llamado valorización-, pero en ningún momento nos dedicamos a tratarlos, ni cobramos por ello", especifica.
La quema de 3.000 toneladas de madera anuales supone un 3% del consumo de pet coke. "El poder calorífico de la madera es menor que el de este subproducto del petróleo por lo que estas 3.000 toneladas equivalen a unas 1.650 de pet coke", dice. A pesar de que cuenta con la autorización del Ejecutivo para la quema de biomasa, la factoría debe amoldar sus instalaciones, con una inversión de unos 3,8 millones. "Desembolsar este dinero no es rentable si no ampliamos nuestro permiso para gestionar otros residuos, como los CDR", explica. Por ese motivo, van a preparar otra solicitud al Gobierno foral para modificar la Autorización Ambiental Integrada, que le permita usar otro tipo de residuos.
objetivo del 15% La planta de Olazagutía se propone que el 15% del combustible que se use proceda de otros residuos que no sea el coque de petróleo, aunque no precisa cuántos años necesitará para lograrlo. Sin embargo, García recuerda que a partir de 2013, a la cementera le van a reducir las emisiones de CO2 permitidas en un año. "Pueden oscilar en torno a las 640.000 toneladas admitidas", recuerda. En el caso de que la factoría supere esa cantidad deberá acudir "al mercado libre para comprar esas toneladas de emisión que superen el cupo -que puede estar a unos 15 euros la tonelada-", recalca. Ese sobrecoste repercutirá en los gastos de la empresa o en el cliente, lo que se traduce en una "pérdida de competitividad". Una vía para reducir este impacto, según García, es por medio del uso de combustible alternativo al pet coke, y llegar al 15% de la quema de residuos, porque estos no computan como emisiones. Aunque también reconoce que "nunca se podrá sustituir el 100% del pet coke".
Sin embargo, la planta se enfrenta a la oposición social del valle para desarrollar este proyecto, al considerarlo una incineradora. Pero, García aclara que "una incineradora quema por debajo de los mil grados, y genera cenizas volantes que tienen que acabar en un vertedero; por lo que se les atribuye mayor riesgo de generación de dioxinas y furanos que se destruyen a 800 grados -nocivas para la salud-. En cambio, nuestro horno funciona por encima de los 1.500 grados centígrados y los 2.000 grados en llama. Con esta temperatura se destruyen las dioxinas y furanos, y la planta se mueve en unos márgenes de exposición de entre 10.000 y diez millones de veces inferiores a los límites legales, según la Organización Mundial de la Salud".