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TOYOTA IQ-S 1.33 VVT-I AUTO Tres metros que dan mucho de sí

EL UTILITARIO MÁS URBANO DE TOYOTA EXPLORA NUEVOS TERRITORIOS MERCED A SUS 98 CV Y AL CAMBIO AUTOMÁTICO

TOYOTA IQ-S 1.33 VVT-I AUTO Tres metros que dan mucho de síFoto: tomás pastor

ES probablemente el automóvil más peculiar del mercado. El iQ de Toyota es el típico coche al que el 90% de los usuarios, por dar una cifra a ojo, lo miran por encima del hombro, casi descalificándolo, sin siguiera haberlo visto de cerca y mucho menos haberse montado en su interior o haberlo conducido; mientras el 10% restante lo adora de inmediato y también de forma irracional, sin saber apenas nada de él. Un servidor, que ha tenido la suerte de disfrutar de su compañía en dos versiones, cada día está más convencido del acierto de Toyota a la hora de diseñar, producir y comercializar este modelo. Está claro que resulta algo caro (entre 13.350 y 18.050 euros, situándose la unidad probada en 16.050 euros, estas cifras sin restar las habituales campañas de descuento) y que no se van a ver muchos por nuestras carreteras, pero de eso a afirmar que no tiene razón de ser, media un abismo.

Aparte de que resulte más o menos agraciado estéticamente -este redactor no ha escuchado críticas a su estética y sí halagos-, nadie puede discutir la singularidad y consistencia del diseño estético exterior del iQ, además de que es un vehículo que transmite una sensación de solidez enorme. Eso sí, le llueven las críticas de esos usuarios y conductores que son incapaces de pensar que hay otro tipo de demanda que la que ellos representan. Está claro que no es un coche para familias numerosas ni para grandes viajeros, pero si observamos muchos de los vehículos que circulan por nuestras ciudades, advertiremos que numerosos modelos de tamaño medio y grande se desplazan a menudo en su interior con uno o dos ocupantes, y para esos abundantes casos sí que el iQ es una alternativa perfectamente válida.

Sin ir más lejos, el que suscribe esto, cuando no va en scooter, efectúa la mayoría de sus desplazamientos en coche porque está lloviendo o va a realizar su rutinaria compra semanal al hipermercado, tareas para las que el iQ se muestra más que suficiente, y en contadas ocasiones porque deba trasladar a algún pasajero más. Es decir, que los solteros, parejas sin hijos o con éstos ya independizados y quienes se debatan con frecuencia en el tráfico urbano son perfectos candidatos a disfrutar de las bondades del Toyota iQ.

ADEMÁS, AUTOMÁTICO La versión probada en esta ocasión es de las que encapricha desde el primer momento. A las virtudes derivadas de una carrocería ideal para rodar por la urbe y aparcar en lugares impensables (su diámetro de giro es de solo 7,8 metros), con 2,985 metros de largura,1,680 de anchura, 1,500 de altura, cuatro plazas (tres adultos de hasta 1,90 metros de altura y un niño), maletero variable entre 32 y 238 litros y coeficiente de penetración aerodinámica, Cx, de 0,29; el iQ-S añade un motor de gasolina de cuatro cilindros, 1.329 centímetros cúbicos, 98 CV a 6.000 revoluciones por minuto, 123 Nm de par máximo a 4.400 vueltas y 170 km/h de velocidad máxima, con unos consumos homologados de 6,4 litros en ciudad, 4,5 en carretera y 5,2 en recorrido combinado, siendo sus emisiones medias de CO2 de 120 gramos por kilómetro.

Semejante propulsor, que ya se ha mostrado ejemplar en otros modelos de la marca, como en el excelente Yaris, goza de unas prestaciones, finura de funcionamiento y agrado de utilización notables, valores a los que suma un cambio automático por variador continuo MultiDrive CVT de funcionamiento ejemplar, con la ventaja añadida, para los más inquietos, de admitir también un manejo secuencial.

Sin pretender ser un modelo deportivo, sino teniendo los pies en el suelo y apostando por la comodidad, la seguridad, el agrado de uso y la eficiencia energética, este iQ busca realizar los desplazamientos diarios, ya sean urbanos o interurbanos, con el mayor confort y facilidad posibles y consumiendo la menor cantidad de combustible. Todo ello sumado a una sensación de estabilidad y seguridad realmente elevadas y ciertamente impensables para un coche de apenas tres metros de largo. Sus logradas suspensiones, la sólida carrocería y un equipamiento de seguridad activa y pasiva sobresaliente (lo tiene todo, hasta nueve airbags y cinco estrellas EuroNCAP) le permiten el lujo de codearse con los automóviles más protectores del mercado. Impresionante.

En su equipamiento de confort y seguridad hay que apuntar en el capítulo de carencias la antena a rosca, la ausencia de retrovisor exterior izquierdo panorámico, la de asideros en el techo para las plazas traseras y la de reloj indicador de temperatura del líquido refrigerante -sólo avisa si está frío o muy caliente-, en tanto que cuenta con detalles como el sistema de navegación, conexiones USB, asientos calefactados, mandos de sonido en el volante, tapicería en piel, llantas de aleación de 16 pulgadas de diámetro o anclajes Isofix en las plazas traseras, por citar lo más relevante.

A la postre, el iQ representa una alternativa diferente, en cierto modo futurista y esencial, destinada a compradores con la mente abierta y dispuestos a dejarse sorprender por lo que un automóvil de menos de tres metros es capaz de ofrecer.

No serán muchos, pero los que acaben aceptando la propuesta del Toyota iQ, seguro que se muestran encantados con un coche tan convincente por su practicidad en el uso diario como por su seductor diseño.