Bel, quesos que no pasan de moda
La planta de Iraitzoz, que fabrica productos de ‘la vaca que ríe’, celebra 50 años de actividad en ultzama
Más de la mitad de las empresas muere antes de cumplir diez años, apenas un 13% llega a rebasar las dos décadas de vida y son bastantes menos las que, como Grupo Fromageries Bel España, alcanzan el medio siglo de actividad ininterrumpida. La planta de Ultzama, dedicada a la fabricación de los quesos fundidos La Vaca que ríe, celebró ayer su 50º aniversario entre trabajadores, directivos del grupo y autoridades locales. Y lo hizo con el objetivo de seguir fabricando desde Navarra para todo el mercado ibérico durante los próximos años.
Bel, que da empleo en la actualidad a 72 personas de Pamplona y Comarca, Ultzama, Baztan y Malerreka, es la superviviente de la inversión francesa que, a finales de los años 60, se realizó a través de Gerdabel (Gervais-Danone-Bel) y que llegó a dar empleo a más de 300 personas. Su primer director (Jean Moga) puso en marcha la actividad en las instalaciones de Copeleche en Pamplona en 1967 y un año más tarde la actividad se trasladó a su actual ubicación en Iraitzoz. Bel y Danone separaron entre los años 70 y 80 sus negocios y sus plantas. De hecho, Danone cerró a mediados de los años 90 y Goshua ocupa hoy sus instalaciones, mientras que Bel se ha mantenido como la única planta del grupo en España.
“No hemos sufrido tanto la crisis”, explica Maite Laspalas, directora de una fábrica que ha mantenido plantilla y ha seguido invirtiendo en los últimos años unos cinco millones “en la automatización y mejora de procesos” y que ha sido capaz de mejorar sus cifras de ventas. “No ha habido que recurrir a ningún ERE ni a rebajas de salarios, las salidas que se han producido se ha tratado que fueran de modo natural”, refrenda Maite Allo, responsable de Recursos Humanos de la factoría.
“Hemos ido un poco al revés que todo el mundo. Nuestro producto es un básico de la cesta de la compra de calidad, pero además es un básico para las familias y no es un producto caro, si se compara con el queso al corte, por ejemplo”, explica Laspalas, que destaca la estabilidad de la plantilla, así como la labor realizada desde punto de vista comercial para consolidar su posición como líder en el mercado.
Con presencia en casi todas las cadenas, los quesos de La Vaca que ríe, con 97 años de historia y presentes en 120 países, salen desde Iraitzoz rumbo a toda la península ibérica. “Aproximadamente el 80% de la producción se vende en España y un 20% en Portugal”, explica Laspalas, que fue la primera directora de planta del grupo Bel, que cuenta con 28 fábricas hoy en todo el mundo. Llega a más de 400 millones de consumidores.
En sus orígenes, Bel daba empleo en Iraitzoz sobre todo a mujeres. “El trabajo era manual -recuerda Laspalas- y la mano de obra era principalmente femenina”. Posteriormente, un buen número de puestos de trabajo fue requiriendo de un mayor esfuerzo físico, por lo que la plantilla se masculinizó, una realidad que todavía pervive hoy con cerca de un 60% de trabajadores hombres. “Pero estamos avanzando poco a poco hacia un 50%-50%. De hecho, tratamos de que sea así incluso en los órganos de dirección, pero no siempre es fácil encontrar los perfiles adecuados”, explica.
beL group
Del Jura al mundo
153 años de empresa
La fábrica de Iraitzoz es solo un pequeño eslabón más de un grupo que factura unos 3.000 millones de euros y cuenta con marcas tan conocidas por el gran público como Babybel, Boursin, Kiri o Tranchetes. Creada en 1865 en el Jura francés, en la frontera entre Francia y Suiza, la empresa mantiene hoy parte de la propiedad en manos de la familia de su fundador, Jules Bel, un fabricante de queso de éxito. La empresa comenzó a desarrollarse de forma rápida tras la Primera Guerra Mundial, creó la marca de La Vaca que ríe ya en 1921 y fue pionera en publicidad durante las siguientes décadas del siglo XX. Hoy cuenta con plantas no solo en Europa, sino también en el norte de África, Asia y Estados Unidos. Gestionada y controlada en parte todavía por los descendientes del fundador, el resto de las participaciones cotizan en Bolsa y las acciones rondaban esta semana los 378 euros.
La planta navarra, que fabrica queso fundido a partir de derivados lácteos que adquiere el grupo desde su central de compras, ha trabajando, a través del departamento de I+D del grupo, para adaptarse a un mercado que exige cada vez en mayor medida productos saludables y respetuosos con el medio ambiente. “Ahora mismo trabajamos con tres fórmulas diferentes además de la convencional. Una light, otra de queso azul y otra de queso curado, todas ellas sin aditivos ni colorantes. Se hace calentando la mezcla por encima de 113 grados y mediante acción mecánica”, explica Maite Laspalas, quien destaca asimismo la labor de marketing realizada para que los productos resulten reconocibles y accesibles en los lineales de los supermercados.
“Tenemos un buen futuro por delante”, manifiesta Laspalas, que recuerda que, sin tener saturada la capacidad productiva, la fábrica se mueve en volúmenes de producción elevados y recuerda uno de los pilares que guía la actividad del grupo: “La seguridad, tanto de sus trabajadores, como la de sus productos y los consumidores”.
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