La junta general de accionistas de Iberdrola del próximo día 29 de marzo tiene en el punto 18 del orden del día un elemento notablemente significativo: la propuesta de reelección de Ignacio Sánchez Galán, como consejero ejecutivo, paso fundamental para que siga de presidente de la compañía eléctrica vasca otros cuatro años más.

Ignacio Galán (Salamanca, 1950), un ingeniero industrial del ICAI-Universidad Pontificia de Comillas, puede culminar en Iberdrola una brillante carrera profesional iniciada en Tudor y que tuvo su primer salto hacia la élite en la compañía aeronáutica vasca ITP a la que llegó en 1991 como consejero director general. Su buen hacer le dio pie, en 1995, a ocupar el cargo de consejero delegado de Airtel Móvil (Vodafone). Poner en marcha desde cero una empresa de telefonía que hoy es uno de los tres grandes del sector en el Estado le permitió acceder a Iberdrola en 2001 a la sombra del entonces presidente Iñigo de Oriol. Sus buenas relaciones con algunos de los accionistas principales de la eléctrica como BBK, con cuyo presidente José Ignacio Berroeta alcanzó una gran complicidad, y como Juan Luis Arregui, le ayudaron a auparse a la presidencia de Iberdrola en 2006.

Galán ha cambiado la compañía de una manera notable hasta el punto que hoy Iberdrola es una de las eléctricas privadas de referencia en el mundo y un paradigma de la apuesta por las energías renovables, apuesta verde que se ha convertido en la imagen de marca de la empresa vasca. Ignacio Galán ha logrado transformar una empresa de ingenieros de Bilbao en una firma internacional que suministra energía en dos continentes manteniendo las características de seriedad y buen hacer técnico de los ingenieros vascos.

Galán, en su primer plan estratégico, ya dejó clara su ambición con la propuesta de duplicar tamaño y resultados en cinco años. Anticipándose al resto del sector eléctrico, la apuesta de Iberdrola por las energías renovables y la internacionalización impulsada por Ignacio Galán ha dado resultados. Y los números son incuestionables para satisfacción de sus 82.000 accionistas vascos, de ellos unos 12.500 en Navarra.

La cifra de negocios de Iberdrola ha pasado de 8.100 millones al cierre de 2001 a 35.000 millones de euros en el pasado ejercicio, y el beneficio neto ha subido desde los 906 millones de euros al récord histórico de 3.014 millones de euros en 2018. En Bolsa, la compañía ha pasado de costar 13.181 millones de euros en 2001 a los 50.390 millones de hoy.

Con una trayectoria en la que no le ha temblado el pulso ni para enfrentarse a intentos de control de la compañía que consideró hostiles, como el de ACS de Florentino Pérez, ni a la hora de desprenderse de los colaboradores que no seguían su ritmo o no respondían a la confianza de la empresa, así como de las divisiones no rentables o con direcciones cuestionables, incluso integrando Iberinco, la filial de ingeniería que concentraba el conocimiento de la empresa en el sector eléctrico, Galán se ha convertido en uno de los ejecutivos mejor pagados del Estado tras dirigentes como Ana Botín, Santander, o Pablo Isla, Inditex.

La evolución de la compañía en estos años ha sido notable máxime si se compara con las compañías eléctricas europeas como las firmas alemanas.

Internacionalización Si la apuesta de Galán por las renovables ha resultado visionaria, la privilegiada situación actual de la compañía no se entendería sin la salida a los mercados internacionales. En 2001 Iberdrola concentraba casi el 100% de su actividad en el Estado español mientras que participaba en múltiples negocios y actividades de diversificación en sectores ajenos al negocio eléctrico. Bajo el lema de “zapatero a tus zapatos”, Iberdrola, bajo la dirección de Galán, decidió centrarse en el negocio eléctrico a la vista de las importantes inversiones necesarias en generación y redes para hacer frente al fuerte crecimiento que experimentaba la demanda en aquellos años, como consecuencia del ciclo expansivo de la economía.

En 2007 y 2008, Iberdrola apostó por entrar en mercados tan complejos y estratégicos como los anglosajones, en concreto, en los de Reino Unido y Estados Unidos tras la adquisición de las compañías Scottish Power y Energy East, respectivamente. A la vez, Iberdrola multiplicaba su crecimiento en México y Brasil, países en los que ya estaba presente, y profundizaba la expansión internacional del negocio de renovables. Esa Iberdrola “más internacional, más sostenible, más verde y más rentable”, según Galán, consolidó un proyecto industrial independiente y de largo plazo que no ha dejado de crecer desde entonces. A la compra de la brasileña Elektro en 2011, siguió la integración de la estadounidense UIL en Avangrid y la expansión en Europa a través de grandes proyectos renovables, en especial de la eólica marina en Alemania. Hoy el 60% del resultados bruto (Ebitda) de la eléctrica es de fuera de España.

Renovables Pero si algo destaca de la gestión de Galán en estos años al frente de Iberdrola es su posicionamiento favorable a las energías limpias. Se anticipó a las tendencias del sector al asumir, en línea con el Protocolo de Kioto, que la utilización masiva de combustibles fósiles no era sostenible y que el cambio hacia la descarbonización progresiva de la economía y el crecimiento de las energías renovables para combatir el cambio climático era irreversible.

La inversión decidida en energías renovables, en especial en la eólica, además de ayudar por su efecto tractor a firmas vascas como Gamesa-Siemens, fue recibida con escepticismo por quienes no supieron percibir los vientos de cambio que se avecinaban. Pero ese esfuerzo contracorriente ha permitido a Iberdrola convertir los retos medioambientales en una auténtica oportunidad y las inversiones en tecnologías limpias en una plataforma de crecimiento. Hoy la empresa, tras realizar fuertes inversiones, ha conseguido pasar de una capacidad renovable de 9.450 MW en 2001 a casi 30.000 MW.

El resultado del giro estratégico auspiciado por el ingeniero salmantino es una compañía vasca líder mundial en energías renovables y una de las mayores eléctricas mundiales por capitalización bursátil. Iberdrola provee de energía a más de cien millones de personas en todo el mundo. Esta Iberdrola, sin renunciar a su centenaria historia, es lo que es porque ha conseguido crear valor para todos sus grupos de interés y por la implicación de la firma con el desarrollo económico y social en todos los territorios en los que desarrolla su actividad.

En este proceso, Iberdrola mantiene sus raíces en el País Vasco, con importantes departamentos en su sede de la Torre de Bilbao, con lo que implica de cercanía de centros de decisión, porque como señala Galán, “Iberdrola se enorgullece de ser una empresa vasca”. De hecho, en el periodo 2018-2022 la contribución económica de la compañía en la CAV ascenderá a más de 10.000 millones de euros.

En este contexto, Galán espera el respaldo de los accionistas para un nuevo mandato en el que lo sembrado en la apuesta renovable e internacional puede consolidarse definitivamente dada la tendencia mundial por el vehículo eléctrico y la progresiva eliminación de los combustibles fósiles.