PAMPLONA. El nombramiento de José Luis Escrivá como ministro de Seguridad Social supone situar al frente del Departamento que tiene uno de los mayores retos del nue-vo Gobierno español, la reforma de la pensiones, a un economista cuya visión de la sostenibilidad del sis-tema avanza en dirección diferen-te a la que marcan las demandas de los sindicatos y de los miles de pensionistas que no dudan en lan-zarse a la calle para reclamar unas pensiones dignas.

El hasta ahora presidente de la Autoridad Independiente de Res-ponsabilidad Fiscal (AIReF) tendrá que lidiar además con la complica-da tarea de la emigración y deberá liderar las políticas de inclusión social, aunque a buen seguro que el nuevo modelo sobre el que se sustentarán las jubilaciones ocu-pará gran parte de su actividad. Y, a tenor de las declaraciones que ha hecho los últimos años, se intuye que levantará ampollas entre los pensionistas que salen a la calle cada semana y en las sedes de los sindicatos, pero también en el pro-pio Gabinete de Pedro Sánchez, donde no se puede descartar un choque con los ministros de Uni-das Podemos.

De partida, la figura de Escrivá supone un dique para las deman-das de los pensionistas, que siguen manteniendo la llama de la rein-vindicación y que plantean cues-tiones como una pensión mínima de 1.080 euros. De forma paralela, se enfría la expectativa de que el Gobierno central apueste por una reforma profunda orientada hacia un modelo que prime las retribu-ciones de los jubilados frente a las urgencias financieras del sistema.

Quienes han trabajado con José Luis Escrivá afirman que es un hombre de fuertes convicciones que no se dejará influir por las presio-nes políticas que lleguen de dentro y fuera del Ejecutivo. Así, se perci-be que dentro de la barrera de tec-nócratas que ha colocado Sánchez entre sus planteamientos y los de la formación de Pablo Iglesias, el nuevo ministro de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones será un obstáculo que frenará las aspiracio-nes que pudiera tener Podemos de avanzar en una línea demasiado agresiva en este complicado frente.

El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, pidió hace unos días que se derogue en el primer consejo del Gobierno, previsto para el martes, la última reforma laboral para empezar a negociar el nuevo mode-lo a partir de la normativa que apro-bó en 2011 el último Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. No parece que Sánchez esté dispuesto a realizar ese gesto tras dar las riendas del sis-tema al expresidente de la AIReF.

En la hemeroteca han quedado varias reflexiones de José Luis Escrivá en torno a las pensiones desde que Mariano Rajoy le puso en 2014 al frente del órgano super-visor de los presupuestos.

RECETAS PARA LA SOSTENIBILIDAD El haber sido reclutado tanto por los socialistas como por los popularesrefuerzan su imparcialidad, pero Escrivá nunca ha ocultado cuáles son sus recetas para garantizar la sostenibilidad del sistema de pen-siones. Por una parte, considera que es necesario endurecer los requisi-tos para las prejubilaciones y de ese modo retrasar la edad efectiva de jubilación. En estos momentos, la edad de retiro real es de 62,4 años, a pesar de que la edad legal de jubi-lación se está retrasando gradual-mente hasta los 67 años en el hori-zonte de 2027. En un informe ela-borado durante el mandato de Escrivá, la Autoridad de Responsa-bilidad Fiscal Independiente apos-tó por aumentar la edad real en tres años a medio plazo y situarla en los 64,5 años y a más largo plazo (2048) avanzar hasta los 65,5 años.

Además, defiende aumentar a más de 25 años el número de años con el que se calcula la pensión. Ese umbral ya se está modificando y ha pasado de los 15 años fijados en 2011 a los 22 años que se toma-rán como referencia este curso. En 2022 el computo se realizará con 25 años, una medida que en la mayoría de los casos supone una reducción del salario de jubilación.

También ha planteado AIReF bajo su batuta modificar las pensiones de incapacidad de forma que sus beneficiarios sigan trabajando, aun-que sea a tiempo parcial en otras actividades laborales que pueda realizar, de cara a aligerar el gasto de la Seguridad Social. No son pro-puestas demasiado agresivas, y seguramente por ello ha contado con la confianza de Pedro Sánchez, pero no cuadran con las demandas que se escuchan en la calle.