- En los Presupuestos del Gobierno de Navarra no hay nada más elástico que los ingresos tributarios, capaces de dar las mayores alegrías y los disgustos más amargos. Y nada más rígido que el gasto de personal, casi imposible de contener y que, combinado con el peso de una deuda que en 2020 volverá a dispararse, ha limitado la capacidad inversora de las administraciones públicas. Las nóminas de los trabajadores públicos absorberán este año más del 45% de los ingresos tributarios de la Administración Foral, el mayor porcentaje de su historia.

La duración de la actual crisis, el grado de recuperación que se registre en 2021 y la posibilidad de endeudarse a bajo coste fijarán la sostenibilidad de un indicador que muestra en cualquier caso una tendencia preocupante. Si a comienzos de siglo Navarra apenas dedicaba un 30% de sus ingresos al pago de sus nóminas, hoy estas consumen al menos 35 de cada cien euros que se ingresan vía impuestos, con picos más elevados en momentos de máximo desplome de la recaudación: así sucedió en 2012, cuando superaron el 40% del total, incluso después de los severos recortes de 2010 y 2011. Posteriormente, y de la mano de la recuperación de los ingresos, el peso de las nóminas bajó hasta situarse entre un 34% y un 36%, pero el hundimiento de los ingresos previsto parea este año, superior al 20%, el más acusado de la historia, elevará el indicador hasta el 45,3%, aproximadamente.

Porque, entre 2013 y 2020, el gasto en pagar las nóminas de los trabajadores públicos ha crecido en cerca de 400 millones de euros, hasta un presupuesto previsto para 2020 de 1.466,7 millones de euros que seguramente se quede corto. Las nuevas contrataciones efectuadas durante esta primavera y las que previsiblemente sea necesario volver a hacer en la segunda mitad del año, podrían aproximar esta cifra a los 1.500 millones de euros. En el mismo tiempo, la capacidad recaudatoria del Gobierno de Navarra se ha elevado de forma sensible, desde los 2.906 millones de euros del año 2013 hasta los 3.941 millones del año pasado, algo más de un 35%, en línea con los gastos de personal (36%).

Este incremento en la recaudación, más vigoroso incluso que la recuperación económica, no ha dejado sin embargo espacio fiscal para recuperar unos niveles de inversión parecidos a los de comienzos de siglo. Entre 2002 y 2010, Navarra invertía más de 250 millones de euros al año, apoyada primero en unos ingresos hinchados por la burbuja inmobiliaria y, ya entre 2008 y 2010, echando mano de un endeudamiento que se quintuplicó durante la crisis.

Desde entonces, la inversión pública ha sido la gran sacrificada de los presupuestos, sin apenas obras públicas relevantes y llegando a cerrarse las ventanillas de ayudas a las empresas durante los años más duros de la crisis. El cambio de ciclo económico y de Gobierno, con unos retoques fiscales que ayudaron a mejorar levemente la recaudación, permitió a partir de 2016 y 2017 recuperar algo de capacidad. Se cuadraron las cuentas y, a mediados de 2019, la tesorería de Hacienda contaba con holgura suficiente para afrontar incluso nuevos compromisos de gasto, como el grado de los funcionarios; engordar la estructura del Gobierno, devolver el IRPF de las madres o diseñar un presupuesto expansivo. Hoy todo ha cambiado de nuevo.

La ciencia, también perjudicada. Se habla menos de ello, pero la anterior crisis también se cobró otra víctima: la ciencia. Navarra redujo muy sensiblemente su inversión pública y universitaria en I+D, que pasó de 120,7 millones de euros en 2009 a 95,5 millones en 2015. Desde entonces se ha recuperado, pero, según los datos de 2018, los últimos disponibles, todavía no había alcanzado los niveles previos a la crisis: 111,3 millones de euros.

(*) Previsión

En millones de euros

Reducción desde 2015. La crisis de 2020 no será la de 2008, pero se traducirá en una nueva montaña de deuda, a escala mundial que se ha convertido ya en impagable. Navarra, con buenos niveles de solvencia, podrá emitir deuda y lo hará a buen precio si se mantiene la actual coyuntura, con el Banco Central Europeo comprando en el mercado secundario casi sin frenos. Todo ello tiene sin embargo un cierto coste: en 2015, los gastos financieros del Gobierno de Navarra superaban los 108,5 millones de euros. Habiendo devuelto apenas una pequeña parte (de 3.628 a 3.297 millones) su coste cayó hasta los 74,7 millones en 2019.