BRUSELAS. La Comisión Europea (CE) no pedirá a los países ajustes para reducir sus niveles de déficit o deuda al menos hasta finales de este año, ya que será en noviembre cuando evalúe si vuelve a aplicar las normas de disciplina fiscal que se relajaron para permitir a los Estados gastar ampliamente frente a la pandemia de coronavirus.

La Unión Europea afronta ahora mismo una "recesión económica grave" por lo que los Estados "son invitados a dar la respuesta política necesaria en términos sanitarios, de liquidez para las empresas y apoyo a los ingresos", explicó el vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis en un encuentro con Efe y otros cuatro medios europeos.

"Estos son los temas principales de nuestras recomendaciones de política económica en la mayoría de Estados, incluida España, pero está claro que tenemos que mirar más allá de la crisis inmediata (...) y tener en cuenta la sostenibilidad fiscal a medio plazo", dijo.

Dombrovskis se pronunció así tras presentar el miércoles las recomendaciones del Ejecutivo para los Estados miembros, que este año se centran en dar orientaciones sobre cómo afrontar la pandemia en lugar de vigilar el cumplimiento de las metas de déficit y deuda.

La Comisión activó en marzo por primera vez la cláusula de salvaguarda del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que permite desviarse temporalmente de estos objetivos en caso de una crisis grave, precisamente para que los países pudiesen acometer el gasto público necesario inmediatamente sin temer un expediente de Bruselas.

Así, aunque la Comisión prevé que los niveles de déficit y deuda se disparen este año en muchos países -al 10,1 % y 115,6 % del PIB, respectivamente, en el caso de España-, de momento se abstiene de abrir procedimientos por déficit, por los que pide ajustes para corregir los desvíos.

"Afrontamos altos niveles de incertidumbre económica y por tanto es difícil dar directrices fiscales significativas, por eso no activamos los procedimientos por déficit excesivo. Volveremos sobre el tema en el ciclo económico de otoño y evaluaremos cuál es la situación en ese momento", dijo Dombrovskis en referencia al análisis de la situación económica y presupuestaria que la Comisión hace cada año en noviembre.

Será entonces cuando se analice si se dan las condiciones para volver a la "normalidad" de las reglas fiscales, es decir, que la UE ya no esté inmersa en una recesión severa, indicó al ser preguntando sobre cuando deberán los países volver a hacer ajustes.

"Cuando la situación lo permita los Estados tendrán que retornar a una senda fiscal sostenible, teniendo en cuenta la necesidad de invertir. Tendremos que equilibrar ambas necesidades", añadió el vicepresidente.

Aún cuando en otoño se decidiese volver a aplicar las normas, Bruselas podría no pedir ajustes hasta primavera del año próximo, cuando emita nuevas recomendaciones. Para 2021, la Comisión prevé que la economía europea vuelva a crecer un 6,1 %.

Para Dombrovskis no es posible prever ahora si el aumento de los desvíos presupuestarios en países que ya tenían altos ratios de deuda y déficit desembocará en una crisis estructural más profunda puesto que dependerá de cómo avancen la pandemia y el desconfinamiento.

Pero destacó que, en todo caso, Bruselas tendrá en cuenta que no todos los Estados parten del mismo punto tanto al pedir ajustes como al distribuir el fondo de recuperación que presentará la Comisión la semana próxima.

"Los Estados tienen diferente capacidad para responder a la crisis actual. Hay Estados altamente endeudados, sobre todo los del sur, algunos con un nivel de desarrollo económico e ingresos más bajos en el este y centro de Europa, y tenemos que apoyarles en esta recuperación", dijo.

"Es ahí dónde entra nuestra propuesta para un instrumento de recuperación, con un fuerte componente de subvenciones y de adelanto" de los pagos, añadió.

Dombrovskis rehusó precisar qué volumen exacto tendrá el "Instrumento para la Resiliencia y la Recuperación" que diseña la Comisión, pero apuntó que las necesidades de inversión rondan el "billón de euros" y "la respuesta tiene que ser proporcional, incluyendo inversión europea, inversión pública nacional y privada".

Este fondo servirá sobre todo para financiar inversiones y reformas estructurales en los Estados, basándose en el diseño del instrumento presupuestario para la competitividad y la convergencia, el embrión de presupuesto de la eurozona pactado en 2019.

Así, los países tendrán que presentar sus planes de recuperación a la Comisión, que se encargará de aprobarlos y comprobar que estén en línea con sus recomendaciones, de modo que los desembolsos estarán vinculados al progreso en las mismas.