ara llegar a la villa de Iciz, hay que dejar atrás Navascués y remontar después la carretera que corre paralela al río Salazar, superando primero Ustés, luego Uscarrés y, algo más al norte, adentrándose ya entre las primeras faldas del Pirineo, Gallués. Después aparece Iciz y allí tiene su sede Liderlamp, la tienda on line de lámparas y decoración que gestiona Tete Sanz.

“En 1999 mi padre abrió una tienda de lámparas, la hemos tenido más de 20 años, pero este mes de enero decidimos cerrarla. Y en marzo, poco antes del confinamiento nos fuimos a vivir a un pequeño pueblo del Pirineo, haciendo también realidad un sueño”, explicaba ayer Tete Sanz, que cuenta con más de 91.500 seguidores en Instagram y que explicaba ayer su experiencia en la jornada sobre digitalización del comercio organizada por Atana. “Muchos se dieron cuenta durante el confinamiento que podían cambiar la iluminación de su casa”, añadió. Sin tienda física, su escaparate es ya el teléfono móvil de sus miles de seguidores, que abren Instagram casi todos los días.

La crisis del virus ha obligado a reaccionar a decenas de comerciantes. Manuel Spucches, de Coffing, explicaba que, tras la tristeza del cierre de mediados de marzo, pronto vieron que muchos clientes seguían interesados en sus productos. “Querían saber si les podíamos llevar las tartas o los desayunos”, comentaba en una jornada que, desde el título, Digitalización del comercio navarro. Otros lo han conseguido, trataba de mostrar que el comercio digital no es solo cosa de Amazon, sino de todos aquellos que tienen ilusión y un producto capaz de generar interés entre la clientela.

Es el caso de Laura Lacunza, propietaria de Sweet Lolita, una tienda de Tafalla que no se conforma con vender entre sus vecinos. “Nos quejamos de que la gente sube a Pamplona a comprar y yo tengo chicas de Pamplona que vienen a comprar a mi tienda”, explicó. Lacunza no vende a través de la página web, sino mediante las redes sociales. Y explicó que intenta “humanizar” todo el contenido que vierte en las redes, con directos desde su casa durante el confinamiento, lo que se ha traducido en un aumento de sus ventas. “Hay que romper algunas barreras que nos ponemos”, dice.

El confinamiento ha hecho que algunos establecimientos, como El Retrogusto es mío de Sarriguren, den un impulso decisivo a su estrategia electrónica. “Hemos mejorado los costes en el reparto, en lo que no éramos muy competitivos”, explicaba Ana Murillo. Una de las claves de su éxito ha sido no ya fidelizar a los clientes, sino hacer con ellos una comunidad “convertirlos en seguidores amigos”. Con cinco personas trabajando, este establecimiento ha sorteado la crisis no sin dificultades, descubriendo por el camino los impedimentos que algunas redes ponen a la venta de vino y cerveza. “Combinamos referencias internacionales con producto local, con una altísima rotación en los productos”, señaló Murillo.

“La digitalización da cierto vértigo pero todos los comercios pueden vender on line sin tener página web. El teléfono, whatsapp y otros canales, han sido válidos durante esta crisis para vender”, explicó Inma Elcano, gerente de Comerciantes de Navarra.