En el centro del país y de la polémica, la comunidad de Madrid lleva años ejerciendo como aspiradora de talento, empresas y riqueza no solo para las comunidades más próximas. También territorios relativamente alejados como Navarra sienten las consecuencias de años de políticas conservadoras, con reducciones de impuestos a las rentas más elevadas, que se han convertido en un imán para quien desea ahorrar en su factura fiscal. A falta de comprobar el impacto de la epidemia de coronavirus, esta tendencia se observa también en los cambios de domicilios de las empresas. Desde 2016, el 41% de las sociedades que dejan la Comunidad Foral escoge como destino la comunidad capitalina.

29 de ellas lo hicieron durante el año pasado, el ejercicio con mayor movimiento empresarial desde 2016. Estas compañías sumaban una facturación de 64,5 millones de euros, más del 60% del total. 17 firmas con una facturación de apenas cinco millones de euros realizaron el camino inverso, de Madrid a Navarra. En total, durante el año pasado, 71 empresas con ventas superiores a los 108,2 millones de euros dejaron Navarra con destino a otras comunidades. Por el contrario, a Navarra entraron 57 empresas que facturaron 37,2 millones de euros

Los datos, que están recogidos en el estudio de cambios de domicilio de Informa DB, muestran que Navarra no es una excepción en este sentido. La Comunidad Autónoma Vasca también perdió empresas en favor de Madrid (105 salidas y 65 llegadas) y lo mismo se puede decir de Catalunya, Andalucía, Galicia o Aragón. Todas pierden en el intercambio de compañías con la capital, pese a que, en el caso de Catalunya, el año refleje un cambio de tendencia después de un final de 2017 y un 2018 desastroso en ese sentido.

"En 2019 -explica el informe- Madrid sigue siendo el primer destino elegido por las empresas que cambian de domicilio y gracias a ello tiene un saldo positivo de 630 empresas". En cuanto al volumen de facturación, en cambio, "Madrid es la comunidad que registra el saldo negativo más importante debido a la salida de varias empresas grandes".

Un análisis más reposado de los datos de los últimos cuatro años muestra que Madrid mantiene esa capacidad de atracción de empresas, que también parecen posee territorios como Baleares, Cantabria y La Rioja. En los últimos cuatro años, el saldo de Navarra es negativo, debido sobre todo a la abundante salida de empresas registrada en 2016, coincidiendo con los primeros retoques fiscal del Gobierno foral elegido en 2015. En 2017 y 2018 llegaron más empresas de las que se fueron y el año pasado se perdieron 14.

El Gobierno de Navarra solía recordar que la fiscalidad no es uno de los motivos que citan las empresas para justificar su decisión de implantar su sede en un territorio u otro. Las compañías -argumentaba el Ejecutivo- pueden tenerlo en cuenta, pero priorizan otros factores, desde la capacidad para encontrar al personal adecuado o unas adecuadas infraestructuras comunicativas.

La fiscalidad, sin embargo, cuenta. Y, de hecho, Madrid ha hecho bandera de ello desde hace ya más de una década y media, reduciendo, y finalmente bonificando al 100%, aquellos impuestos que afectan no tanto a las empresas como a sus directivos y grandes accionistas. En total, según los cálculos de la propia Consejería de Hacienda de Madrid, la comunidad habría dejado de ingresar en torno a 48.300 millones de euros entre 2004, justo después del Tamayazo que evitó un Gobierno de izquierdas, y 2019.

En este tiempo, Madrid ha ido rebajando algunas figuras fiscales clave para los patrimonios más elevados. Es el caso del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, bonificado al 99% en Madrid, lo que supone una merma superior a los 2.600 millones de euros al año. Solo en 2018, 40 personas heredaron en Madrid más de 10 millones de euros cada uno, lo que suponía una base imponible de algo más de 875 millones de euros. La Hacienda madrileña apenas ingresó por este concepto apenas 2,5 millones de euros. Dicho de otro modo: cada uno de estos millonarios herederos apenas pagó al fisco unos 63.000 euros. Algo parecido sucede con el Impuesto de Patrimonio, especialmente progresivo, y que solo supone pagos relevantes para quienes atesoran patrimonios superiores al millón de euros. Bonificado al 100%, Madrid, cuya capacidad de respuesta hospitalaria quedó desnudada en primavera por la epidemia, deja de ingresar todos los años casi 1.000 millones de euros.

protestas de otras ccaa Estas sucesivas rebajas fiscales, unidas al diseño radial de algunas infraestructuras y al efecto de atracción que ya supone la capitalidad, han disparado la rivalidad territorial entre comunidades. La Comunidad Valenciana y Asturias, ambas en manos socialistas, se encuentran entre las más beligerantes, y reclaman que el estado fije unos mínimos para dos tributos fácilmente deslocalizables. La ministra de Hacienda no ha confirmado que la próxima ley de Presupuestos de 2021 incorpore alguna medida en este sentido.

En el caso del Impuesto de Sociedades, el que grava directamente los beneficios que obtienen las compañías, las diferencias son sin embargo mucho menores. Los tipos de Navarra, en concreto los que se refieren a las grandes empresas, se encuentran algo por encima de la media (28% frente al 25), si bien esto refleja solo una parque de la realidad, aquella que luego aparece en los grandes titulares. El impuesto, agujerado por múltiples deducciones y minoraciones, ha perdido buena parte de su antigua capacidad recaudatoria. En Navarra aporta la cifra más baja en relación al PIB de todo el Estado, apenas un 1,2%, frente al casi 2% de media española.

Quizá la epidemia, que está castigando con especial dureza a grandes núcleos urbanos como Madrid, revierta en parte esta concentración de talento, riqueza y empresas que reflejan casi todos los indicadores comparados. Desde comienzos de siglo XXI, la renta per capita de Madrid no deja de crecer y de tomar ventaja respecto a la media nacional, algo que no sucede por ejemplo en Navarra. También el tamaño de su economía crece más que la media y hace ya dos años que rebasó a Catalunya por primera vez en la historia. Y, del mismo modo, sigue siendo un imán para recién licenciados universitarios, como muestran los datos de variaciones residenciales. Desde la crisis de 2008, mucha más gente va de Navarra a Madrid de la que realiza el camino inverso.

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El saldo de entradas y salidas de empresas de los cuatro años comprendidos entre 2016 y 2019 en Navarra arroja una pérdida de 153 millones de euros en facturación. El peor año fue 2016, con una merma de 151,5 millones, seguido de 2019 (108,2) y del año 2017, con 56,24 millones de facturación perdidas. Solo en 2018 el saldo de facturación fue positivo.