l transportista navarro Antonio Feligreras regresó el martes a su casa de Zizur Mayor, después de "la pesadilla" sufrida la última semana en Reino Unido. El domingo 20 llegó a las Islas con brócoli de Ribaforada para descargar en Maston, con la intención de regresar a Navarra antes de Nochebuena. Pero, todo se truncó cuando Francia cerró las fronteras al detectarse una nueva cepa de la covid en Reino Unido.

Este empleado de Transportes Oteiza se trasladó a un área de servicio. Allá coincidieron unos 50 transportistas de diferentes nacionalidades, y entre ellos había dos españoles: "Uno de Murcia y otro de Crevillente (Alicante). Estos días he convivido con ellos, y gracias al compañero murciano he podido tomar café caliente todos los días", relata.

Esa área de servicio disponía de restaurante, pero se mantenía cerrado por las restricciones derivadas del coronavirus. "Solo podías usar el aseo y el servicio de ducha. El miércoles 23 antes de abandonar esta zona de descanso, pude ducharme por última vez hasta el domingo 27", recuerda Antonio, de 49 años.

Francia anunció la víspera de Nochebuena que levantaba las restricciones, momento en que estos tres transportistas se incorporaron a una carretera comarcal para intentar acceder a la autopista que les llevara al Eurotúnel o al puerto de Dover. El día 23 se encontraba en Lympne (Ashford) en el condado de Kent. "Después de 12 horas, sobre las once de la noche, alcancé la autopista", relata Antonio, que desde 1996 trabaja en Transportes Oteiza.

No pudo celebrar la Nochebuena con su mujer e hija. "Viví una noche rara y una cena triste. Hablé a través de videollamada con ellas", confiesa Antonio. La Cruz Roja francesa y empleados de la cadena de comida rápida Domino's se acercaron hasta la autopista para repartir comida. "La Cruz Roja entregó un menú compuesto por un sándwich de jamón de York, paté, panecillos, yogur y agua; y los empleados de Domino's distribuyeron pizza", cuenta.

Apenas durmió ya que cada cuatro horas las autoridades avisaban a los transportistas para que movieran el camión unos 400 metros cada vez. "A las 3.30 nos despertaron para conducir unos metros y a las 7.30 de nuevo", rememora. El día de Navidad continuaba en la autopista. "A las 16.15 volvimos a avanzar y yo me quedé parado en un puente. El pueblo inglés se solidarizó con nosotros, y una persona me indicó que debajo de aquel viaducto estaban ofreciendo víveres", comenta. Antonio se acercó al sitio indicado, donde le dieron "un sándwich, un poco de fruta, barritas de chocolate, una especie de tarta casera y una botella de vino", enumera. Todo esto ocurrió en Ashford-Maidstone. En otra parte de la autopista, le tocó esperar debajo de un puente, y desde allí una pareja utilizaba una cuerda para descender una cesta con alimentos. Finalmente pasó en la autopista desde la noche del 23 hasta la tarde del domingo 27. "¡Una distancia que normalmente cubro en un intervalo de entre 30 y 40 minutos, me costó cuatro días!", exclama.

Todavía en la autopista, el sábado 26 los militares se acercaron hasta donde se encontraba Antonio para repartir las pruebas contra el coronavirus. "Cada soldado se encargaba de dos transportistas. Nos facilitaba el kit con el que teníamos que hacer el test, y debíamos esperar a que regresaran para comprobar el resultado que tenía una validez de 72 horas: una raya, negativo; y dos, positivo. En una hoja apuntaban nuestra identificación y la fecha, hora y resultado antes de que nos la entregaran", explica. Ya el domingo pasado cruzó a Francia, hizo un viaje en el país galo entre el lunes y el martes, para ese día regresar a Navarra. "Disfrutaré de la Nochevieja con mi mujer e hija, y espero que 2021 termine con este virus", desea.