Dicen que el primer millón es el más complicado de conseguir. Que a partir de ahí todo resulta más sencillo: el dinero comienza a trabajar por uno, se abren puertas, nuevas oportunidades de inversión, se establecen relaciones más productivas. Es un club reducido. En Navarra, apenas 2.521 personas declaran patrimonios de más de 1,5 millones de euros. Son menos del 0,5% de la población, pero su número ha crecido de forma relevante en la última década.

Desde 2011, el número de patrimonios relevantes se ha ido incrementando de forma progresiva, según reflejan las estadísticas sobre el Impuesto de Patrimonio que publica regularmente Hacienda. Y lo ha hecho incluso de modo ajeno a los propios ciclos económicos. De 1.894 personas en 2011 a 2.521 personas en el año 2019 (un 33% más), último ejercicio del que se han publicado datos oficiales. La única caída, la de 2015, tiene que ver con las variaciones normativas de un impuesto que ha sido suprimido, recuperado, rebajado, elevado y vuelto a rebajar de forma sucesiva en la última década. Y casi siempre cuestionado por aquellos que deben pagar en mayor media por él.

Lo que no ha cambiado es la distribución de una riqueza que se sigue conservando de manera muy similar a como lo hacía hace una década. La mayor parte de lo que declaran las alrededor de 10.000 personas que en Navarra pagan el impuesto (apenas el 1,8% de la población) se encuentra en fondos de inversión y en otras participaciones empresariales que no cotizan. Algo más de 6.800 millones se declaraban por este concepto, el 46,7% de los 14.600 millones de euros que componen la base imponible del tributo.

Le siguen las acciones en empresas cotizadas, los depósitos en cuentas corrientes y, cómo no, los bienes de naturaleza urbana (viviendas y locales), que pesan hoy dos puntos más en el reparto que en el año 2011. Se trata, en su mayoría, de segundas y terceras residencias, porque la vivienda habitual queda exenta de este impuesto hasta los 300.000 euros. El ladrillo sigue siendo una de las fórmulas de ahorro preferidas por quienes disponen de dinero suficiente para ello. Y nada hace prever que esto vaya a cambiar.

En los últimos años sí ha habido más movimiento entre los grandes patrimonios, aquellos que sobrepasan los cinco o los diez millones de euros. Un grupo especialmente reducido, pero con influencia, y que levantó la voz a partir de 2015, cuando UPN fue descabalgado del poder y el Gobierno de Navarra presidido por Uxue Barkos decidió apretarles las tuercas recaudatorias en aras de la progresividad y con el objetivo de cuadrar unas cuentas hechas pedazos después de la crisis. La reacción de algunos fue trasladar su domicilio fiscal (Madrid, con el impuesto a cero, fue el destino más habitual) y de 158 patrimonios de más de diez millones declarados en 2016 se pasó a 132 en 2018. En 2019 la cifra había crecido hasta los 138.

Los datos de Hacienda ofrecen alguna pista añadida sobre el perfil de estos grandes contribuyentes, que declaran de media patrimonios de casi 20 millones de euros y que aportan casi un 29% de la cuota total. A cada uno de ellos, la factura media por este impuesto le supone un pago de unos 90.000 euros al año.

¿Es poco o es mucho? Quienes critican este impuesto por suponer una doble tributación recuerdan que España es uno de los pocos países de la Unión Europea que mantiene un gravamen nacido con afán transitorio a finales de los años 70 y que se ha quedado como un instrumento útil recaudatorio. Quienes lo defienden recuerdan, por el contrario, que en los últimos 40 años los tipos más altos del IRPF se han ido reduciendo y echan mano además del estudio del Colegio de Economistas, que sitúa a la Comunidad Foral colmo uno de los territorios donde menos pagan las grandes fortunas de más de 15 millones de euros.

La riqueza se concentra así en muy pocas manos. En Navarra, y atendiendo a los datos del Impuesto de Patrimonio, se reparte casi al 50% entre hombres y mujeres. Y son las personas de mayor edad las que, como es lógico, disponen de mayores ahorros y tienen que afrontar, por tanto, el pago de este impuesto. Más del 50% de la riqueza declarada pertenece a personas que han superado los 65 años y casi una tercera parte la declaran ya quienes superan los 75 años.

Eso sí, hay 192 menores de 35 años que declaran de media un millón de euros de patrimonio.

Más allá de aquellos que conozca cada uno, no es fácil saber los nombres y apellidos de las grandes fortunas de Navarra. Hacienda, evidentemente, no ofrece datos personales sobre ellos. El diario El Mundo publica regularmente un informe acerca de los grandes millonarios de España y en su listado apenas aparecen unos cuantos nombres. Javier Virto Moreno (Congelados Virto), con 180 millones de euros, encabezaba esta clasificación, por delante de Antonio Catalán (AC Hotels), unos 130 millones de euros, la histórica familia de constructores San Martín, la familia de industriales Iriondo Altuna (Urko Tools y Bodegas Príncipe de Viana) y Benito Jiménez (Congelados de Navarra).

La riqueza, además, no se distribuye de forma regular por zonas geográficas. Pamplona y su comarca, que representan algo menos del 60% de la población, concentran más de 70% de las bases imponibles del impuesto, lo que da una idea del impacto de la capitalidad a muchos niveles.