EHNE elaboró un vídeo de presentación de la nueva ejecutiva de Nafarroa, que proyectó durante la celebración del congreso en la Casa de Cultura de Artica el viernes 1 de octubre. El rótulo identificó a Fermín Gorraiz Etxamendi como ganadero de vacuno de carne de Itoiz, aunque su explotación se sitúa en Erdozain y vive en Etxaleku.

Hasta los 39 años habitó en Itoiz, pueblo en el que su familia cultivaba tierras, tanto en propiedad como arrendadas, y gestionaba una cuadra con vacuno de carne. Pero la construcción del pantano de Itoiz engulló todo aquello que constituía su vida: casa, granja, tierras y recuerdos, muchos recuerdos.

2003, un año marcado

Gorraiz no se olvida de aquel 2003. Junto a su hermano Miguel decidió no vender las vacas, que durante tres años mantuvieron en el monte, donde sufren y comen mucho, pero producen poco. Aquella situación económica pasó a ser insostenible, y llegó el momento de elegir. Pudieron cambiar de trabajo en aquella época de bonanza en 2006, pero apostaron por continuar en el sector: en invertir en tierras para construir una instalación para su ganado en Erdozain.

Han pasado 15 años desde el inicio de aquella nueva etapa, en la que no empezó de cero, sino que fue “peor que eso”, afirma, por todo aquello que tuvo que dejar atrás. Él mismo se califica como “un machacado por el pantano de Itoiz”, pero no se arrepiente de la decisión de continuar con la actividad de sus padres y abuelos.

Feliz con su trabajo

Suma ya 41 años como ganadero y agricultor, porque disfruta con esta profesión. Sencillamente es feliz entre sus vacas y cultivos. Desde hace 35 años milita en EHNE, sindicato al que también está vinculada su pareja y abogada, Begoña Okiñena Etxeberria, con quien tiene una hija de 14 años, Kattalin, y un hijo de 12 años, Peio.

El error de otras generaciones

El pequeño se interesa por el ganado y su padre confiesa que no será él quien le ahuyente del sector. Considera un error que otras generaciones hayan empujado a sus descendientes a emigrar del pueblo a la ciudad, “el gran fallo de muchas zonas rurales”, dice, que ahora padecen el problema del despoblamiento por este motivo y por la pérdida de servicios básicos. Reitera que hay que defender este modelo de vida entre la juventud si así le gusta.

El sector que conoció en su adolescencia sufría mucho. La cuadra afrontó campañas de saneamiento y su padre sacrificó la mitad de las 25 vacas. Al final se quedó con seis reses y tres terneras. Recuerda la miseria en los años 80, y que en casa no gastaban porque no había dinero. A principios de siglo cuidaba un establo con más reses que el actual, que suma ahora entre 170 y 180 vacas madres, y seguía más tierras. En cambio, en 2021 con menos cabezas de ganado y hectáreas su economía es aceptable. “No sobran los euros, pero tampoco faltan”, aclara.

Como presidente de EHNE defiende las explotaciones familiares, alejadas de macrogranjas y latifundios repartidos entre unos pocos. “Estamos equivocados, las personas aportan riqueza no el tamaño de la explotación”, manifiesta.

Durante su mandato en EHNE va a estar acompañado de Patxiku Irisarri Elizagoien, que ocupa la secretaría general del sindicato. Ambos se conocieron hace casi dos décadas en el conflicto del pantano de Itoiz cuando Patxiku ostentaba este mismo cargo a nivel confederal.

En aquella época Irisarri criaba patos, negocio que dejó en 2007 para adentrarse en la política con EH Bildu. Sin embargo, este verano a sus 52 años regresó al campo para recoger el testigo del relevo generacional de su madre, con ganado ovino en Etxalar. “30 ovejas”, añade. Ahora piensa en la posibilidad de diversificar hacia el caballar. Actividades que compagina con el negocio de una casa rural.

El individualismo

Patxiku coincide con Fermín en fomentar esta agricultura y ganadería de cercanía y de circuitos cortos. “El sector primario también proyecta el individualismo que prima en la sociedad; y eso hay que corregir”, indica. Ambos defienden un cambio para valorar a las personas y fomentar el contacto directo entre el consumidor y el productor. Disponen de cuatro años para trabajar en ese objetivo. “Soy feliz con lo que tengo. ¿Para qué más?”. La filosofía de Fermín.