La vendimia, un trabajo "muy duro" pero "también ilusionante" para quienes se dedican a la viticultura, ha llegado en 2022 a Navarra con un adelanto histórico por el calor de un verano que también conllevaba incertidumbres sobre la cosecha, aunque finalmente asoma de buena calidad y sin gran merma en cantidad.

Son las previsiones del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Navarra, a la que pertenecen 85 bodegas y unos 2.000 viticultores que hasta el mes de octubre recogerán unos 68 millones de kilos de uva de las 10.000 hectáreas que componen el mapa vitivinícola de la DO Navarra.

Bajo su amparo, numerosas variedades de uva para vinos tintos, rosados y blancos; distinto trato en el cultivo, en secano o de regadío; recogida manual o con máquina vendimiadora; e infinitas maneras de vinificar la uva en la bodega, con mezclas varietales, granos seleccionados, y embotellado para su consumo en el año o tras tratamiento para crianza o reserva.

Son solo algunas de las posibilidades en las que acabará el grano de un racimo nacido en una vid de una de las miles de parcelas que en Navarra son mimadas por los viticultores hasta este punto crucial, el de la vendimia a la que deben llegar en su punto óptimo. Pero en ello influye tanto el cuidado recibido como las circunstancias aleatorias de la climatología y las enfermedades.

Imagen de la recogida de la uva Jesús Diges

LA PASIÓN POR EL VINO

"Es mucho trabajo y compensa por pasión, no por negocio", asegura en entrevista con Efe Xabi Sanz, al frente de la bodega corellana Viña Zorzal junto a sus hermanos, quienes tomaron el relevo de la bodega fundada en 1989 por su padre y varios socios, y hoy han cambiado aquella forma convencional de procesar para crear "un superlaboratorio", que hace vino con uva de parcela y de origen.

"Intentamos hacer la menor intervención posible para que el vino hable de dónde viene", con uvas de Corella, Cintuénigo, Fitero y desde 2020 de Lerga, que producen en unas 52 hectáreas, 38 en propiedad, todas en cultivo de secano y en su totalidad recogidas a mano, y con la característica de tratar cada vid de una forma única para explotar sus peculiaridades.

Como muestra, sin tener todavía al personal contratado para la vendimia, hace unas semanas vieron la idoneidad de recoger una parcela de uva tempranillo en Fitero, y lo hizo el equipo de la bodega. "Pusimos toda la maquinaria en marcha para coger tan solo 600 kilos de una parcela. Los vinificaremos aparte y haremos un vino de parcela que serán unos 500 litros", dice con satisfacción.

Defiende que cultivar en secano sin aporte de riego le da personalidad al vino posterior, porque así se aprecian las vicisitudes de la uva y de su añada, que no se estandariza, aunque el rendimiento sea menor.

En la vendimia de 2022 "la uva es pequeñita, pesa menos. La ves sufriendo", dice para definir un aspecto que, aunque sano, evidencia que ha tenido menos agua, "pero no va a ser una mala añada", augura.

En cuanto a la vendimia, en Viña Zorzal no usan máquinas por convicción, aunque reconocen que una recogida mecanizada es mucho más rápida y la uva sufre menos por estar menos tiempo comprimida. Ellos lo palían llevando a la bodega remesas de menos de 2.000 kilos por remolque, recogiendo la uva en palots de 200 kilos que se apilan sin estrujar los granos, e incluso depositándola en cajas de 18 kilos.

Después, todo va a un camión frigorífico, donde la cosecha diaria "duerme" una noche y al día siguiente se procesa a 11 grados. "Si quieres hacer un vino de calidad hay un millón de factores y debes pensar que todos ellos son importantes. Si empiezas a incumplir uno, otro, otro, otroâ tu vino va a ser más convencional", refiere.

A cambio, llevan a cabo "un trabajo muy duro" en el que invierten "tiempo infinito", algo que "compensa por pasión, no por negocio", en un proceso en el que la vendimia es un punto de inflexión, "una época muy bonita e ilusionante".

Selección de la uva Jesús Diges

UNA VENDIMIA CON MENOR PRODUCCIÓN

También en la Ribera, en Murchante, se ubica otro concepto de producción de vino más al uso, el de la bodega Príncipe de Viana, creada en 1983 y propiedad de un grupo empresarial que, en 600 hectáreas de viñedo propio y en unas 350 más de proveedores externos, cultiva diferentes variedades de la DO Navarra, para vinificar en diversas categorías y superar anualmente los 10 millones de botellas.

Para su director técnico de campo, Pablo Pávez, la sequía de este año traerá un "ligero descenso de un 10 % en la producción de uva, y sobre todo un grano más pequeño", aunque esta bodega sí que reparte sus vides entre secano y regadío.

En declaraciones a Efe, el enólogo aprecia "una sanidad importante en los viñedos que no han sufrido demasiado y cualitativamente están muy bien. Se ve una madurez fenólica con adelanto, el tanino más maduro, sobre todo en las variedades tintas".

Por ello la vendimia también ha arrancado pronto en Príncipe de Viana, aunque en su caso mayoritariamente mecanizada, con entre 7 y 8 millones de kilos recogidos a máquina y unos 200.000 kilos a mano "para la parte selecta de vinos Premium".

Dice que la "tendencia es a mecanizar" el proceso en la viña, especialmente el de la dura recogida de la uva, donde "cada vez es más problemático encontrar gente" para trabajar en momentos acotados e intensos como la vendimia.

Concede que con la recogida manual "la uva llega más entera y tiene menos oxidaciones en el camino, pero una vendimia mecánica bien realizada, y si se hace rápido y la bodega está cerca, es casi tan buena como la otra".

En su caso, extreman el cuidado y vendimian por la noche la uva para elaborar vinos blancos "porque los procesos oxidativos se aceleran con la temperatura y con la luz". No obstante, reconoce que "todo tiene un precio" y esto se hace para determinados vinos, "para dar ese valor agregado de más selección".

En todo caso, la vendimia sigue siendo "un trabajo muy duro físicamente, en el que hay que madrugar, coger peso, estar todo el día ahí", todo ello "en la fecha correcta", la de "la culminación de un trabajo que debería estar muy bien hecho".