Las economías europeas -y la mayor parte de los bolsillos de sus ciudadanos- viven desde hace meses pendientes de los precios de la electricidad y del gas natural. Nunca antes, desde la crisis del petróleo de la década de los 70 o desde la Guerra del Golfo de 1990, se había hablado tanto del impacto de la energía en la actividad económica de los Estados. Aunque con cautela, una ligera rebaja de los precios del gas en los mercados mayoristas está trayendo algo de tranquilidad a los dirigentes europeos. Una conjunción de distintos factores está empujando a la baja el coste de esta fuente de energía, con la esperanza -aún por plasmarse en realidad- de que revierta en las facturas de particulares y empresas en los próximos meses.

La situación general ha experimentado un vuelco en los últimos meses, aunque los vaivenes son constantes, siempre al albur de los acontecimientos internacionales. El pasado 8 de marzo, dos semanas después del comienzo de la guerra en Ucrania por la invasión rusa, el kilovatio hora de gas marcó un precio de 214,36 euros en los registros del Mercado Ibérico del Gas (MibGas), que cruza las propuestas de oferta y demanda en España y Portugal. Una semana antes estaba en 122,10 euros. A partir de ahí, un progresivo descenso que se vio interrumpido en verano, cuando volvió a dispararse, finalizando agosto en los 172 euros. 

La ola de calor de esas semanas disparó el uso de aparatos de aire acondicionado y ventilación. Se trata de dispositivos de alimentación por electricidad, un recurso altamente dependiente en su generación de la aportación del gas. Tras las vacaciones estivales, nueva caída del gas en las tablas del MibGas, en esta ocasión hasta los algo más de 23 euros de esta semana. ¿Qué es lo que está ocurriendo para que los precios fluctúen de esta manera y, sobre todo, hayan experimentado esa caída? Las razones hay que encontrarlas, sobre todo, en el altísimo acopio de gas que ha acometido Europa en los últimos meses. La mayoría de los países dispone ya de unas reservas que, en general, sobrepasan el 90% de la capacidad. Con tanto gas acumulado, la demanda cae y, por lo tanto, también lo hacen los precios a los que se formula la oferta. 

Factores

Jorge Fernández, coordinador del área de Energía de Orkestra-Instituto Vasco de la Competitividad, da las claves de la evolución pasada y futura de los precios. “Los mercados están descontando -a fecha de hoy, porque esto puede cambiar por motivos geopolíticos, meteorológicos u operativos en cualquier momento- una situación de cierta estabilidad y balance en el mercado europeo de gas. Esto se debe a que el nivel de llenado de los almacenamientos subterráneos es muy elevado y se han activado palancas de flexibilidad muy diversas, como generación de electricidad con carbón, reducción de la demanda de gas, unidades flotantes de almacenamiento y regasificación de gas natural licuado y suministros alternativos de gas. Pero el equilibrio es precario. Cualquier shock meteorológico -por ejemplo, olas de frío-, operativo o geopolítico puede dar lugar a gran volatilidad y a situaciones de precios muy elevados en momentos puntuales. Pero la tendencia, a fecha de hoy, es de precios a la baja hasta la primavera”, explica.

"Estamos inmersos en una transición y la energía seguirá siendo un bien caro"

Jorge Fernández - Investigador de Orkestra

Las altas temperaturas en las primeras semanas del otoño están provocando que, de momento, haya que recurrir con más frecuencia a dispositivos de ventilación que de calefacción. Asimismo, otros elementos meteorológicos, como los vientos de las últimas semanas, han contribuido a que fuentes de energía renovable, como la eólica, hayan incrementado su peso en la generación de electricidad. Por otra parte, los mensajes de fomento del ahorro energético que están llegando de forma continua a empresas y ciudadanos también están haciendo retroceder el consumo de gas natural. 

Ahora bien, para que este ritmo de caída tenga correspondencia en las facturas habrá que esperar. El experto de Orkestra subraya que los recibos seguirán en niveles altos pese a a las intervenciones en los mercados y las medidas fiscales de ayuda a los consumidores. “Al margen de la crisis geopolítica y bélica, que afecta a los mercados de energía, estamos inmersos en una transición energética que llevará tiempo y que requiere grandes volúmenes de inversiones que deberán ser amortizados. La energía seguirá, por tanto, siendo un bien caro. Como consumidores debemos concienciarnos de que nuestro comportamiento y nuestra capacidad de reducir nuestro consumo de energía será una vía muy importante para controlar los costes energéticos”, indica. Además, el debate, aún sin acuerdo, sobre el tope al precio del gas en la UE, podría servir para rebajar los precios. 

Un mercado de vaivenes continuo

El funcionamiento de los mercados mayoristas de gas natural presenta características distintas a las de la electricidad. “La negociación en el mercado de gas es principalmente bilateral, sobre la base de contratos de medio y largo plazo”, apunta Jorge Fernández, que destaca también, que “el volumen negociado en los mercados de gas de corto plazo ha ido creciendo en los últimos 6-8 años. En electricidad, los mercados organizados tienen un recorrido mucho más amplio”. En España, el mercado organizado del gas está operado por la sociedad MibGas, que comenzó a operar en 2015. Los bajos precios que marcaron 2020 por efecto de la caída de la demanda tras el estallido de la pandemia dejaron paso a un año, el pasado, en el que la recuperación económica impulsó de nuevo la demanda y el coste del gas en los mercados.

Un operario trabaja en un gasoducto del estado alemán de Turingia. EP

No obstante, todos los mercados estatales o regionales de Europa toman como referencia las cotizaciones diarias del TTF (Title Transfer Facility). Se trata del mercado de Países Bajos. Fernández detalla las características que le hacen tan importante. “Los Países Bajos tienen producción propia en los pozos de gas de Groningen e infraestructuras de petróleo”, además de que su ubicación les hace disponer de conexiones con Europa, Reino Unido y Noruega, un país que está disparando sus exportaciones tras el veto impuesto a Rusia. “Con el crecimiento de MibGas, la señal de precios ibérica es utilizada como referencia cada vez más, pero el mercado del TTF sigue siendo muy importante”, añade. En este sentido, muchas plantas de cogeneración de energía, tan importantes para la industria, referencian sus contratos a este mercado, más caro.

La Unión Europea discute actualmente si es conveniente replicar la ‘excepción ibérica’, en funcionamiento en España y Portugal para fijar un máximo al precio del gas empleado en la generación de electricidad. Fernández se muestra escéptico. “La ‘excepción ibérica’ es una intervención en el mercado eléctrico que ha reducido el precio mayorista de la electricidad, aunque no tanto las facturas”, explica el investigador de Orkestra. “Debido a cómo están diseñados y cómo funcionan los mercados de gas y electricidad, no es posible aplicar algo similar en el mercado mayorista de gas. Se podría intervenir el precio mayorista con un techo de precios en todo el mercado, con los problemas conocidos de este tipo de medidas , como el exceso de demanda”, subraya.

Estados Unidos, mediante envíos por barco, se ha convertido en uno de los principales proveedores de gas para Europa, algo que no parece que vaya a cambiar a corto plazo. “No hay mucho margen para importar más gas por gasoducto, quitando la alternativa rusa, pues las interconexiones con Reino Unido, Noruega y Argelia tienen la capacidad que tienen y se saturan en momentos de máxima demanda”, explica el investigador, para el que España no puede prescindir de gas argelino por la falta de una suficiente capacidad de conexión con Francia y también de capacidad en suelo galo.

EN DATOS


Importaciones. Tras las sanciones impuestas a Rusia, los países europeas han hecho acopio de gas por otras vías, principalmente Gas Natural Licuado (GNL) desde EE UU, así como de Noruega, Qatar y Azerbaiyán.


Reservas. Hay acumulado gas de cara al invierno, pero la incógnita es si alguna ola de frío puede descuadrar la previsión de consumo. Además, la duda está en como se va a afrontar si la guerra continua y el gas debe seguir importándose a precios altos.