Duralex ha puesto en hibernación el horno de su fábrica, a las afueras de Orleans, durante cinco meses, hasta abril porque los precios del gas y la electricidad hacían la actividad inviable económicamente y trabaja en medidas de eficiencia energética y en otras alternativas innovadoras para calentarlo.

Este año, para una producción equivalente Duralex ha utilizado un 20% menos de energía gracias a la eficiencia, destacó este miércoles a Efe en una visita a la factoría su presidente, el español José María Llacuna, que destacó cuáles son ahora los deberes de los industriales.

"Por un lado, ahorrar energía y ser más eficientes; y por otro, buscar energías alternativas lo más rápidamente posible", explicó. "La situación que vivimos ahora en la industria europea nos obliga a acelerar este proceso de reconversión. Nosotros estamos trabajando ya con hidrógeno, con biometano, con infrarrojos, para el túnel de templado".

Esta icónica marca de vajillas, que existe desde 1945 y que fue comprada en enero de 2021 por el grupo francés que comercializa con otro tipo de vidrios la marca Pyrex, se ha visto confrontada a la escalada de los precios de la energía y ha tomado una decisión radical, dejar de fabricar durante un tiempo.

Los precios se habían disparado

"Seguir produciendo a estos precios no tiene ningún sentido porque si normalmente la energía supone entre un 5 y un 7% de nuestra facturación, hoy estamos en un 45 %", explicó el ejecutivo, que señala que cuando asumió las riendas y se puso en junio de 2021 a comprar el gas y la electricidad que necesitaba para este invierno, los precios se habían disparado.

El megavatio hora de electricidad se puso por encima de los 1.000 euros e incluso llegó a 1.800, y su cotización se mostraba muy volátil. El gas iba por los mismos derroteros. Haber seguido fabricando en esas condiciones "podría poner en riesgo el futuro" de la compañía, y por eso se optó por la decisión radical de "poner el horno a dormir, a hibernar" desde el 1 de noviembre.

Sin embargo, estas instalaciones (que funcionan al 70% con gas y al 30% con electricidad) no se pueden apagar completamente para evitar que el fondo de lava del que sale el vidrio se solidifique. En la práctica, de los 1.500 grados habituales en la fase de producción se había pasado hoy a entre 1.100 y 1.200. El consumo de energía sigue siendo un 50% del habitual.

Para la reanudación de la fabricación de vajillas a partir de abril, la empresa ya se ha cubierto en el mercado de futuros para la compra del gas y de la electricidad que consumirán en el segundo y tercer trimestres de 2023, a precios "elevados pero razonables".

Mientras tanto, sus instalaciones se han quedado con una actividad muy reducida (este miércoles estaban trabajando 70 de los 250 trabajadores), centrada sobre todo en la comercialización de sus vajillas, que no sólo no se ha detenido, sino que ha recibido un impulso inesperado.

El día de septiembre en que se anunció el parón de su horno -algunos entendieron que Duralex iba a cerrar-, las ventas se multiplicaron por tres y la tendencia se ha mantenido desde entonces.

"La demanda ha crecido"

"Ha habido una reacción absolutamente espectacular desde que anunciamos nuestras dificultades. La demanda ha crecido y estamos absolutamente encantados con que el consumidor considere esta marca como suya", se felicitó Llacuna.

Es algo que ha ocurrido en Francia, su país de origen, pero también en el Estado español, su segundo mercado en importancia con una cuota del 10% y donde hay un apetito particular por las vajillas verdes y por las de color ámbar de toda la vida.

"La vajilla de los Alcántara -asegura sobre la serie televisiva 'Cuéntame cómo pasó'- no tiene derecho a desaparecer de las cocinas españolas. Y esto no lo vamos a permitir".

En los almacenes de la factoría tienen acumuladas reservas equivalentes a diez meses de producción que les van a permitir seguir sirviendo a los clientes que tienen repartidos por 110 países de todo el mundo y que, después de unos años de crisis, con el cambio de gestión les están volviendo a comprar.

Este año esperan aumentar las ventas entre un 35 y un 40%, "más de lo que habíamos anticipado", destacó el presidente de Duralex. Y para 2023 cuenta con una progresión que estará entre el 25 y el 30%.

Eso debería ayudar a controlar la inquietud que hay entre la plantilla, que durante los cinco meses de hibernación se va a tener que acoger a un expediente temporal de regulación de empleo (Erte), aunque en condiciones particularmente favorables, como reconocieron a EFE varios empleados de la planta.

"No nos podemos quejar", admitió uno de ellos, que contó cómo en condiciones normales deberían estar cobrando el 70% del sueldo durante el paro, pero la negociación de las condiciones con el Estado he permitido subir ese porcentaje al 95%.