Los dos años de pandemia no han alterado sustancialmente el mapa macroeconómico de Navarra, que fue la tercera comunidad que más creció en 2021 y que mantiene la misma posición si se analiza la renta per cápita, por detrás de Madrid y de la Comunidad Autónoma Vasca. Son, con cierta diferencia ya, los dos territorios más ricos de la península.

De hecho, pese a haberlo hecho algo mejor que ambas en los dos últimos ejercicios, la Comunidad Foral sigue perdiendo cierta comba respecto a las comunidades más ricas si se analiza la evolución durante las dos primeras décadas del siglo. Navarra era en 2000 un 27,2% más rica que la media, mientras que en 2021 su ventaja se ha reducido hasta queda en un 21,7%. En este tiempo, no solo se ha alejado de Madrid, la comunidad que más crece por dinamismo económico y poblacional; también se ha visto rebasada por la Comunidad Autónoma Vasca, que en 2000 acusaba todavía las consecuencias de la dura crisis industrial de los años 80 y comienzos de los 90. Desde entonces, su renta per cápita ha ido mejorando hasta situarse en el 129,1% de la media española.

La renta per cápita es el resultado de dividir el Producto Interior Bruto de un territorio entre el número de personas que lo habitan. En Navarra arroja una cifra de 31.024 euros. Son 1.901 euros menos que en la CAV y 3.797 euros menos que en Madrid. Hace una década, la diferencia con la capital rondaba los 2.900 euros y a comienzos de siglo el margen era de apenas 1.058 euros. Con Catalunya, la cuarta comunidad más rica, la diferencia se mantiene en el entorno de los 1.000 euros, unos 500 euros menos que hace diez años.

Medida de este modo y con una mirada a largo plazo, la economía navarra parece ofrecer así algunos síntomas de decaimiento, como si el modelo industrial manufacturero que explicó durante décadas su pujanza hubiese tocado techo y la ausencia de un mayor número de actividades de alto valor añadido restara potencia un territorio de apenas 660.000 habitantes. Comunidades como la aragonesa, que quedaba 25 puntos por detrás de Navarra hace dos décadas, ha reducido hoy su diferencia hasta quedar en apenas ocho. A este ritmo, dentro de una década, Aragón, además de Catalunya, podría superar a Navarra en renta por persona, que quedaría fuera de las cinco comunidades más prósperas, algo inédito desde los años 60.

La geografía, como casi siempre, ayuda a entender el desempeño económico de los países y territorios. Y en el caso español sigue mostrando un patrón claro: es el cuadrante noreste, el que se dibuja de Bilbao a Madrid y de Madrid a Barcelona el que sigue concentrando los mayores niveles de riqueza media del país, que solo encuentra algún contrapunto aislado en el dinamismo creciente de Málaga.

El vigor de la capital de la Costa del Sol no es suficiente sin embargo para impulsar el crecimiento andaluz. Y el análisis de las dos últimas décadas deja a Madrid como la comunidad que más crece, al duplicar su economía, por delante de Murcia, de Castilla-La Mancha, de Aragón y de Galicia, el único territorio del noroeste de España que parece capaz de escapar en cierto modo de la despoblación y el estancamiento económico. Asturias y Castilla y León se sitúan a la cola del crecimiento económico de las últimas décadas. Especialmente claro es el caso del Principado de Asturias, otrora uno de los territorios más industrializados y preso hoy de una dinámica de envejecimiento y despoblación difícil de revertir. Si su renta por persona se mantiene es, precisamente, por el sostén de las rentas públicas.

Tampoco sale bien parada Navarra en este análisis. Desde 2000, su economía ha crecido algo menos que la media española (82% frente a un 86%), a pesar de un sensible incremento poblacional, asentado sobre todo entre 2000 y 2010. Nueve comunidades avanzan en este tiempo con mayor velocidad, si bien en la mayor parte de los casos las diferencias son escasas. Navarra sigue así en el pelotón de cabeza, pero siente cada vez más cerca el aliento de comunidades perseguidoras.

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El covid, con la excepción de los turísticos archipiélagos no ha hecho sino mantener las dinámicas. Pese a la propaganda, la economía madrileña no parece haberse comportando mejor que la media, tampoco sensiblemente peor. Y Navarra, una de las comunidades con más contagios y mayor afección del virus, y donde las restricciones resultaron además especialmente pertinaces, la ha conseguido sortear algo mejor que otros territorios. Gracias en buena medida a una industria que sigue siendo el sostén de una actividad necesitada de nuevos impulsos.