La OCDE ha mejorado sus perspectivas para la economía española y anticipa un crecimiento del 2,1% este año, que de confirmarse sería el más fuerte de los grandes países desarrollados, y un 1,9% el próximo.

En su informe semestral de Perspectivas publicado este miércoles, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisa al alza en cuatro décimas sus propias estimaciones del mes de marzo para 2023 y en ocho las que había hecho en noviembre.

Es algo más optimista que la Comisión Europea, que a mediados de mayo había augurado una progresión del producto interior bruto (PIB) del 1,9%, y se alinea con las proyecciones del Gobierno, que en el Programa de Estabilidad que envió a Bruselas en abril había calculado también un 2,1%.

Mejora sus previsiones

Es verdad que eso supone un ritmo de progresión que no llega ni a la mitad del de los dos últimos años (5,5%), que fueron de recuperación tras el abismal batacazo que sufrió la economía española por el covid en 2020 (-12,2%), pero es más del doble del que se espera para el conjunto de la zona euro (0,9%).

Y es superior al de todas las grandes economías desarrolladas, como son Estados Unidos (1,6%), Corea del Sur (1,5%), Japón (1,3%), Canadá (1,4%) y Australia (1,8%).

Por no hablar de los pesos pesados europeos, que todavía están en un estado de convalecencia peor que el de España por el choque de la guerra en Ucrania en los precios energéticos y alimentarios, con subidas anémicas del PIB del 1,2 % en Italia o del 0,8 % en Francia, por no hablar del 0,3 % en Reino Unido y del estancamiento puro y duro de Alemania.

Crecimiento por encima de la media

Este año solo habrá cuatro países de la OCDE que tendrán un crecimiento superior al del Estado: Grecia (2,2 %), Portugal (2,5 %), Costa Rica (2,8 %) e Israel (2,9 %).

En cuanto al año que viene, aunque el 1,9% en términos históricos es una cifra relativamente baja, son dos décimas más que en la anterior previsión de la propia OCDE y es casi lo mismo que lo que ha calculado la Comisión Europea (2%), cuando el Gobierno de Pedro Sánchez confía en una aceleración (2,4%).

Los autores del estudio consideran que, en el contexto de la invasión rusa de Ucrania iniciada en febrero de 2022, "la economía española se ha comportado notoriamente bien", y para ilustrarlo se refieren a que el PIB ha aumentado un 0,5 % en el primer trimestre del año y un 3,8 % en doce meses.

Las claves de ese resultado son la mejora de la confianza de las empresas y de los consumidores (aunque la de estos últimos sigue muy baja), el dinamismo del mercado laboral, con una tasa de desempleo que ha pasado del 13% en diciembre al 12,7% en abril y una inflación que se ha situado en el 2,9% interanual en mayo según el índice armonizado (3,2 % en el IPC).

Inflación

La OCDE, no obstante, no cree que la inflación se vaya a quedar a ese nivel, que es en parte el efecto matemático de unos precios de la energía que han bajado mucho después de haber aumentado también mucho, y anticipa un 3,9 % de media este año y otro tanto en 2024.

Son cifras, sobre todo las de este año, de las más bajas en Europa e incluso en el G20.

Como en todos los países de la OCDE salvo Corea del Sur, a causa de la inflación los salarios en el Estado perdieron poder adquisitivo entre el segundo semestre de 2021 y el segundo de 2022, en concreto un 2,66%, menos que en Italia (4,39%), que en Alemania (4,08%) o que en el Reino Unido (2,74%), pero más que Estados Unidos (2,49%) o en Francia (1,27%).

Sin embargo, las estadísticas del ingreso real disponible, que es un indicador que integra impuestos, cotizaciones y prestaciones, ponen en evidencia que en ese periodo el Estado fue uno de los once miembros de la organización (hay 38) en los que aumentó (un 0,56 %).

El Estado seguirá siendo el farolillo rojo del paro en la OCDE, pese a que la tasa de desempleo bajará del 12,9% de media el pasado año al 12,8% en 2023 y al 12,4% en 2024.

Y en cuanto al déficit público, los expertos de la organización consideran que va a reducirse pero de forma moderada, del 4,8% del PIB en 2022 al 3,5% este año y al 3,2% en 2024. Eso permitirá también recortar la deuda pública justo por debajo del umbral simbólico del 110% el próximo ejercicio.