Navarra tiene cada vez menos millonarios tributando en su territorio. Una pérdida continua, que se remonta ya a hace media docena de años, sin grandes consecuencias recaudatorias, pero que retrata la movilidad de los patrimonios en busca de jurisdicciones más favorables, con Madrid como principal destino en los últimos años

Los datos de Hacienda correspondientes al Impuesto de Patrimonio reflejan que, entre 2021 y 2022, los dos últimos ejercicios con la declaración –en estas semanas se lleva a cabo la correspondiente al año 2023– Hacienda foral vio cómo desaparecían 56 contribuyentes con bases imponibles superiores a los 3,03 millones de euros. De 502 a 446. Una caída del 11% en un año, que, sin embargo, ha implicado una pérdida recaudatoria inferior a los 400.000 euros, por tanto de apenas un 2%.

Dicho de otro modo, quedan menos contribuyentes en estos tramos ya relativamente elevados, pero pagaron algo más. La caída es si cabe más fuerte en el tramo inmediatamente superior, (a partir de 5,5 millones de euros). En 2021 eran 173 los contribuyentes: el año pasado quedaban 144. Un 17% de caída.  

La falta de homogeneidad de los datos de Hacienda, que ha modificado los tramos de bases imponibles según los que presenta su información, impide trazar una comparación exacta con años anteriores. Si acaso, es posible revisar, de modo aproximado, el comportamiento de los contribuyentes que superan los cinco millones de patrimonio. En 2019, figuraban 397 contribuyentes a partir de este tramo. Tres años después, apenas figuran 144 declarantes con más de 5,5 millones de euros de base imponible. 

Las causas

Este descenso, tan acusado, puede responder a varias causas. Por un lado, la elevación del umbral por parte de Hacienda, que se compensaría solo en parte por el incremento patrimonial de los contribuyentes durante este tiempo. Un trienio, además, marcado por el Covid, que hizo caer los mercados con fuerza, por lo que las inversiones perdieron parte de su valor, y que además generó una importante mortandad entre las personas de mayor edad, con lo que algunos patrimonios se heredaron y, en buena parte de los casos, terminaron por repartirse. 

Y, junto a todo ello, parece haberse mantenido un cierto goteo de deslocalizaciones por parte de los contribuyentes, ante la que Hacienda, que en 2022 registró 8.813 declarantes, afirma estar alerta. “En el último año hemos visto un ligero descenso en el número total de contribuyentes, pero es muy pequeño”, admitía Óscar Martínez de Bujanda, director gerente de Hacienda, quien recordaba que, en cualquier caso, Hacienda Foral “siempre” está pendiente por si “hubiera casos de contribuyentes deslocalizados”. De hecho, el impuesto ha perdido en los últimos años buena parte de su capacidad recaudatoria y se encuentra en mínimos de las dos últimas décadas. “Igual que en todo el entorno”, precisaba Martínez de Bujanda.

Competencia fiscal

Algo que ver en todo ello tiene también la competencia fiscal desatada en la última década y que afecta sobre todo a este impuesto, cedido progresivamente a las comunidades y empleado como arma fiscal y política inicialmente por la Comunidad de Madrid, la primera en decidir suprimirlo o bonificarlo al 100%.

A esta decisión se fueron uniendo en mayor o menor medida otras comunidades gobernadas por la derecha, como Andalucía y Murcia, así como Aragón y la Comunidad Valenciana a partir de las elecciones de la pasada primavera. Una competencia a a la baja que ha ido dejando el tributo en Navarra algo más alto que la media, lo que ha supuesto un incentivo para que algunas fortunas fijen su residencia en otros territorios.

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En estos momentos, un contribuyente con un patrimonio de unos cuatro millones de euros paga en Navarra unos 32.000 euros, frente a los 5100 euros de Madrid o Andalucía o los 879 de Murcia, según los datos del Colegio de Economistas.

La misma fuente muestra asimismo que este impuesto es sensiblemente más barato en Baleares y Bizkaia. Algo menos elevada es también la factura en las otras dos haciendas forales (Álava y Gipuzkoa), por lo que en ellas, y solo para los tramos más altos, será aplicable el Impuesto a las Grandes Fortunas, de ámbito estatal.