Síguenos en redes sociales:

El conflicto comercial devuelve las dudas sobre el desarrollo de la globalización

Este proceso mundial, abierto en los 90 y que transformó para bien y para mal la economía, se enfrenta ahora a las dudas

El conflicto comercial devuelve las dudas sobre el desarrollo de la globalizaciónPixabay

La globalización ha entrado en un período de impasse. El proceso de liberalización de la economía y de la eliminación de barreras, que arrancó en los 90 tras la caída de la Unión Soviética y se ensanchó a comienzos de este siglo, atraviesa severos momentos de duda e incertidumbre ante el que todos los actores intentan posicionarse a marchas forzadas tras las últimas decisiones de Estados Unidos. Las medidas arancelarias de Trump representan -hasta la actualidad- la última etapa del proceso de retirada que Washington está ejecutando del orden multilateral que, junto a los países de Europa, contribuyó a consolidar al término de la Segunda Guerra Mundial. Crítico con el papel que, en su opinión, desarrollan la ONU, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial -organismos a los que ubica en una posición y actitud antiamericana-, Estados Unidos ha asestado ahora un serio golpe al comercio internacional, otro de los ejes de la globalización.

Las raíces de esta crisis de legitimidad de la globalización -que se da en Estados Unidos y también en amplias capas sociales de Europa, no así en Asia o en el llamado Sur Global- hay que buscarlas en las consecuencias de la Gran Recesión de la década pasada. “Se produjo un empobrecimiento de las clases mundiales y un aumento de la desigualdad que generó una deriva social que está detrás de acontecimientos como el Brexit o la primera victoria electoral de Trump, que no es un político tradicional del Partido Republicano”, explica Joseba Madariaga, profesor de Economía de Deusto Business School, que no encuentra lógica a las decisiones de Trump ni tampoco a la fórmula que emplea para calcular los aranceles que ha decidido imponer. Para Ricardo Bustillo, profesor de Economía de la UPV-EHU, las distintas tasas que ya aplica Washington “responden más bien a una voluntad propia de Trump. Él achaca los problemas de Estados Unidos a la globalización y ha ido a lo más fácil, que es poner aranceles”. A su juicio, la Organización Mundial de Comercio -que rige esta materia a nivel global- “no deja de ser un pacto entre caballeros” sin verdadera capacidad sancionadora si alguien se salta las reglas.

“EE.UU. no depende de la exportación, y por eso le beneficia frenar la globalización”

Ricardo Bustillo . Profesor de Economía de la UPV-EHU

Detrás de los razonamientos de la Casa Blanca está el ascenso vertiginoso de China. Un crecimiento económico -y militar- que alarma a Trump, pero que también las administraciones demócratas de Obama y Biden quisieron contener, aunque desde una óptica más suavizada. “La economía china ha dado un vuelco terrible en los últimos 25 años y está al nivel de la estadounidense”, apunta Madariaga.

Ambos expertos destacan la lógica interesada y partidista que marca la nueva postura de Washington. “Estados Unidos no es una nación dependiente de sus exportaciones, y por esa razón le beneficia frenar la globalización, un período del que han salido mucho más beneficiadas, en términos comerciales, China y Europa. Pero también es cierto que de esa globalización Estados Unidos ha obtenido muchas ganancias, porque se ha convertido en un país receptor de capitales e inversión internacional”, subraya Ricardo Bustillo. Efectivamente, la inversión privada ha sido, y sigue siendo, el motor del crecimiento de Estados Unidos. De hecho, la Administración Biden quiso captar inversión de bancos y empresas europeas para su plan de modernización de infraestructuras y economía sostenible abierto tras la pandemia, un movimiento que disgustó a la Unión Europea. “Estados Unidos ha adquirido un gran déficit comercial con China en estas dos décadas. Biden trató de rebajarlo, pero ahora Trump se ha propuesto hacerlo a base de aranceles, y los mercados bursátiles le están diciendo que su manera de resolver el problema es caótica. Está operando desde una lógica que parece la de una metrópoli colonial. Pero los chinos también lo hacen así con los países de Asia Central, a los que promete ayuda económica a cambio de sus recursos minerales”, añade Bustillo.

La UE, atrapada entre los compromisos con Washington y Pekín

A la hora de estimar las mejores soluciones en el conflicto comercial abierto, Joseba Madariaga defiende las medidas que ya han tomado las administraciones vasca y estatal de apoyar a las empresas con fuertes vínculos exportadores con Estados Unidos a buscar nuevos mercados, pero además remarca la importancia de adoptar “estrategias ofensivas”. “En toda crisis surgen nuevas oportunidades y es importante acercarse a ellas”, dice el profesor de Deusto. “Tenemos condiciones para que empresas europeas se reubiquen aquí. En Euskadi contamos con una cultura industrial y formativa que puede facilitar eso. Debemos ser proactivos y ser capaces de atraer esas inversiones. Muchas empresas de Francia y Alemania van a buscar acortar sus cadenas de suministro y eso puede suponer una oportunidad de negocio”, añade.

“En Europa estamos en una posición débil frente a Estados Unidos. Quizá deberíamos mostrar más firmeza. No estoy en desacuerdo con las medidas que ha adoptado la Unión Europea, pero lo cierto es que ahora mismo veo difícil un entendimiento entre ambas partes”, dice Ricardo Bustillo. “Toda esta crisis va a afectar sobre todo al sector de la automoción y lógicamente también a las exportaciones a nivel general, ya que es uno de los pilares de la economía vasca. En este momento a las empresas les conviene tener cautela con las inversiones”, añade el docente de la UPV-EHU.

Europa se ve ahora atrapada entre los compromisos de carácter estratégicos y de seguridad que mantiene con Estados Unidos y la conveniencia de no perder el vínculo comercial con China. Una complicada ecuación en la que parece que cada miembro de los Veintisiete va a adoptar sus propias decisiones, algo en lo que no está de acuerdo Madariaga. “Pienso que Europa debería tener una voz única en la que asuma que debe negociar con Estados Unidos, pero asegurando el comercio con el resto del mundo. Sería una estrategia económica de nadar y guardar la ropa. ¿Es posible que funcione? La verdad es que no lo sé, pero está claro que tenemos que seguir avanzando”, concluye el profesor de Deusto.

Para Joseba Madariaga, Estados Unidos y Occidente en general se beneficiaron de la entrada de China en la OMC en 1999, uno de los pasos que consolidaron precisamente el proceso de globalización. Eran tiempos en los que la oposición a ese proceso lo lideraban los movimientos de izquierda radical, mientras que ahora, por el contrario, lo encabezan las fuerzas de ultraderecha. “Con la llegada de Pekín a la Organización Mundial del Comercio, Occidente se benefició del acceso a muchos productos de bajo coste. Las empresas fabricaban allí porque les resultaba más barato”. El funcionamiento del capitalismo recoge que la eficiencia es una de las bases para maximizar el beneficio, así que por ese lado la queja de Estados Unidos está menos justificada. Además, por otra parte, Washington ha dejado que buena parte de su deuda pública esté sujeta a prestamistas chinos, una maniobra de la que ahora parece arrepentirse. No obstante, matiza el profesor de la Universidad de Deusto, a lo largo de todos estos años China también ha sacado tajada de “ciertas artimañas”, como la formación de “sectores industriales subsidiados de forma pública” y salarios bajos. Esa es la principal queja que también ha lanzado Europa, que ha visto por ejemplo como sus sectores de automoción eléctrica y de placas solares se han visto extensamente perjudicados al no poder competir con la política de costes reducidos al máximo de las empresas chinas.

¿Qué se puede esperar en el futuro?

Está claro que se avecinan cambios en el orden económico internacional. El presidente del banco HSBC, uno de las entidades financieras con más presencia internacional, Mark Tucker, ha augurado que la globalización “tal y como la conocíamos” podría haber llegado ya a su fin, al tiempo que ha pronosticado que las tensiones comerciales y geopolíticas actuales reforzarán la integración regional y de bloques. A su juicio, “las consideraciones económicas que guían unas cadenas de suministro óptimamente eficientes condujeron a uno de los mayores periodos de creación de riqueza que jamás hayamos visto. Como resultado, el equilibrio del poder económico cambió, y lo que solía ser sostenible ya no lo es”. En uno de los análisis más comentados en las últimas semanas, Tucker puntualizó que esta dinámica no se traducirá en una desglobalización, sino en oportunidades para distintas las “agrupaciones políticas y comerciales”, como los BRICS+, el acrónimo que integra a Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros países del Sur Global. “Estamos en una transición mundial desordenada”, ha resumido Lawrence Wong, primer ministro de Singapur, una de las economías más pujantes del sudeste asiático. 

“China ha tenido un gran crecimiento, pero se ha beneficiado también de ciertas artimañas”

Joseba Madariaga . Profesor de Economía de Deusto

“Creo que nos dirigimos a una fase entre el estancamiento y la recesión. Los bancos han caído mucho en las bolsas y es probable que se repitan las bajadas de tipos de interés”, explica el profesor de Economía de la UPV-EHU. “Está claro que todo nos va a afectar negativamente en Europa y en Euskadi. Actualmente, entre Estados Unidos y China suman el 40% del comercio global. El gran riesgo es que el desvío de las exportaciones chinas que ahora se destinan a Estados Unidos se reconduzcan también a nuestro entorno, lo que dañaría la competitividad de las empresas de aquí”, asegura Joseba Madariaga subrayando una preocupación que también está en boca de los empresarios vascos. La propia Organización Mundial del Comercio ha advertido hace unos días de que prevé que la disrupción del comercio entre Estados Unidos y China provoque una desviación significativa del comercio, “lo que genera preocupación en terceros mercados ante una mayor competencia china”. “Hay que ver como evoluciona todo. El arancel es un mecanismo postcolonial. Nixon lo aplicó en su mandato y no le salió bien”, indica Ricardo Bustillo.