Vuelve el debate de las centrales nucleares en el Estado español, si es que alguna vez se ha esfumado desde que en 1965 la inauguración de la central de Zorita, en Guadalajara, abrió la era atómica en el ruedo ibérico. El reciente corte generalizado del suministro eléctrico que dejó a oscuras durante varias horas a España y Portugal ha reabierto la conversación pública sobre el futuro de la energía nuclear. expertos y sectores industriales advierten sobre los riesgos de prescindir de esta fuente energética, pero el Gobierno de Pedro Sánchez mantiene su apuesta por las renovables y el compromiso con el cierre progresivo de las centrales nucleares, previsto para culminar en 2035
En 2019, y tras intensas negociaciones, las eléctricas pactaron con el primer Gobierno socialista de Pedro Sánchez un cierre escalonado de los siete reactores que quedan operativos, entre 2027 y 2035. El calendario empezará con las dos reactores de la central de Almaraz, en Extremadura, entre 2027 y 2028. Seguirá con Ascó I, en Catalunya, y Cofrentes, en Valencia, en 2030; Ascó II y Vandellós II, ambas en Catalunya, se apagarán en 2032 y 2035; y Trillo, en Guadalajara, en 2035.
Las eléctricas lo aceptaron entonces porque no les salía rentable seguir con las operaciones por el precio de renovación de las centrales, la tasa que pagan por la gestión de residuos radioactivos y la creciente competición por el uranio. Sin embargo, a medida que se aproxima la fecha del primer cierre las grandes eléctricas propietarias de los reactores nucleares plantean renegociar el calendario de cierre, especialmente Endesa e Iberdrola.
Las compañías eléctricas argumentan que la viabilidad económica de las centrales nucleares se ha visto comprometida por una elevada carga fiscal, pero el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, ha lanzado un aviso a los navegantes y ha advertido que el cierre de las plantas nucleares podría provocar un aumento del 25% en los precios de la electricidad.
Fecha de caducidad
El futuro de la energía nuclear en España está en manos del Gobierno español que deberá decidir qué hacer con las centrales que se acercan a su fecha de caducidad, como ocurrió con Zorita y antes con Garoña. El Gobierno debe decidir si mantiene las licencias de explotación actuales y, cuando cada central cumpla los cuarenta años de vida (a partir de ahí se considera obsoleta, según criterios internacionales), proceder a cerrarlas.
La alternativa sería prorrogar la vida útil de las centrales por encima de los cuarenta años, llegando incluso al medio siglo de vida o más, como quieren PP y Vox. A estos dos partidos habría que añadir Junts y ERC, este último por la boca pequeña. En Catalunya, las dos plantas nucleares operativas –Ascó, con dos reactores, y Vandellós II– produjeron en 2024 el 60% de la generación eléctrica de la comunidad autónoma y genera más de dos mil puestos de trabajo.
La apuesta de Sánchez por las renovables responde a una estrategia del Gobierno español para avanzar hacia un modelo energético más sostenible y menos dependiente de fuentes potencialmente peligrosas. Las renovables son abundantes y muy flexibles para conectar y desconectar de la red eléctrica, pero dependen del viento, el sol y el agua, que no son constantes. Esto lo pueden aportar otras fuentes, como el gas o la energía nuclear, lo que abona la posición de muchos expertos de seguir apostando por el actual mix eléctrico. El Gobierno sostiene que la transición hacia fuentes de energía renovable es esencial para garantizar un suministro sostenible y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Renovables Vs. nucleares
El corte masivo de la luz del pasado 28 de abril pasará a la historia como un punto de inflexión en el marco de un ciclo hacia la transición energética en el que la civilización actual está inmersa. Ha revitalizado las posiciones de unos y otros y ha reabierto la discusión.
Los defensores de la energía nuclear dicen ahora que si se cierran las centrales vamos a correr el riesgo de nuevos apagones. Pasará un tiempo hasta conocer lo que pasó para que millones de personas quedarán a oscuras. Cuando se sepa lo que ocurrió se podrá saber si la culpa fue de las renovables y si las nucleares podían haberlo evitado total o parcialmente.
Sánchez achacó el incidente a una pérdida súbita del 60% de la energía eléctrica, es decir, durante cinco segundos desaparecieron 15 gigavatios de la red eléctrica. Desde algunas instancias se sugirió un “exceso de energías renovables” o un “parón” de las nucleares como causa, poniendo en el punto de mira a la fotovoltaica. Mientras se aclaran las causas, el enfrentamiento entre renovables versus nucleares revive con energía inusitada el eterno debate sobre el precio social, medioambiental y económico a pagar por la luz.
Mapa de centrales nucleares
Almaraz
Situada en Cáceres, esta planta cuenta con dos reactores, Almaraz I y Almaraz II, que comenzaron su operación en 1983 y 1984, respectivamente. La central será la próxima en desconectarse, en 2027, según el calendario aprobado en su día entre el Gobierno de Sánchez y las compañías energéticas. Los dos reactores están gestionados por la Asociación Nuclear Almaraz-Trillo, formada por varios accionistas: Iberdrola (52,7%), Endesa (36%), y Naturgy (11,3%). Con una potencia instalada de 2.093 MW, es una de las más importantes del país.
Ascó
Tarragona cuenta con dos centrales nucleares, además de una fuerte industria petroquímica. Como en el caso de Almaraz, la planta de Ascó también alberga dos reactores: Ascó I, que comenzó a operar en 1984, y Ascó II, que lo hizo en 1986. Estos reactores son propiedad de la Asociación Nuclear Ascó-Vandellós II, cuyo principal accionista es Endesa (100% para Ascó I y 85% para Ascó II, con el resto repartido con Iberdrola). La planta tiene una potencia total de 2.059,71 MW.
Cofrentes
Esta planta de Valencia entró en servicio en 1984. Es un reactor de agua en ebullición, con una potencia instalada de 1.092 MW, operada por Iberdrola. La energía eléctrica que genera representa aproximadamente el 3,2% del total estatal y el 44% de la energía generada en la región. Precisamente esta semana, la central valenciana ha tenido que realizar una parada ordenada de la planta por el mal funcionamiento de una de las válvulas del sistema de refrigeración.
Vandellós 2
Esta central ubicada en Tarragona cuenta con dos unidades operativas, Vandellós II, que inició su actividad en 1987, y Vandellós I, que comenzó su actividad en 1972 y se encuentra en proceso de desmantelamiento desde 2006. Vandellós II tiene una potencia instalada de 1.087 MW y es operada por la Asociación Nuclear Ascó-Vandellós II, con Endesa (72%) e Iberdrola (28%) como principales propietarios.
Trillo
La planta de Trillo, en Guadalajara, con 1.066 MW de capacidad, fue puesta en marcha el año 1988. Situada en el rio Tajo, a 43 kilómetros de la capital, fue la última de las centrales en conectarse y previsiblemente será la última en desacoplarse. La central es operada por la Asociación Nuclear Almaraz-Trillo, con Iberdrola (49%), Naturgy (34,5%), EDP HC Energía (15,5%) y Endesa (1%) como accionistas.
PLANTAS DESMANTELADAS
Zorita
Situada en Almonacid (Guadalajara), esta central cesó su actividad en 2006 por antigüedad y desde ese año se encuentra en desmantelamiento.
Vandellós I
Hermana mayor de Vandellos II, fue desconectada en 1990 tras su cierre por retirada de licencia por parte del Gobierno español debido a un incendio en la sala de turbinas. Fue el accidente más grave en la historia nuclear de España. También está siendo desmantelada.
Garoña
Ubicada a unos 30 kilómetros de La Rioja, la planta de Burgo comenzó su desmantelamiento en 2023 y se prevé que se prolongará por un plazo aproximado de 10 años y con un coste estimado de 475 millones de euros.
Lemoiz
Iberduero (actual Iberdrola) empezó a construirla en 1972 en el municipio vizcaino situado a 30 kilómetros de Bilbao. Constaba de dos reactores de agua a presión y era una parte del proyecto de nuclearización de Euskadi que pretendía independizar el consumo energético de la región. Nunca llegó a ponerse en marcha por la presión social, la caída de la demanda y el incremento de los costes financieros. Además, ETA realizó varios atentados contra operarios y directivos de la planta, con un secuestro y dos asesinatos. Cuando las obras finalizaron y se disponía a su puesta en funcionamiento (tan solo faltaba la introducción del combustible nuclear), el proyecto fue paralizado –y la planta desmantelada– por la moratoria nuclear aprobada por el gobierno de Felipe González en el año 1984.