Los desafíos ante el cambio climático
El cambio climático es el mayor desafío al que tendrá que enfrentarse la humanidad en las próximas décadas. El cambio climático no es algo abstracto, está aquí y cuesta vidas. Lo que la ciencia ya anunció hace décadas que pasaría si seguíamos usando combustibles fósiles ya está ocurriendo. Y esto solo acaba de comenzar: es esperable que los efectos de la crisis climática sigan empeorando, lo que tendría que hacernos reaccionar y ver la gravedad y la urgencia de la situación.
La tragedia de la DANA en el este y el sur de la península Ibérica, la mayor catástrofe climática ocurrida en el Estado español, ha mostrado los peligros de ignorar a la ciencia, y no adaptarnos y prepararnos para lo que se nos viene encima. Valencia fue impactada de forma muy fuerte por un fenómeno meteorológico, pero sus causas y efectos no son culpa de la naturaleza. En el desastre ha habido una concatenación de diversos problemas, entre los que habría que citar al cambio climático, un modelo de desarrollo basado en la especulación inmobiliaria y el turismo, que ha supuesto una desastrosa planificación urbanística, y, por último, una funesta gestión de la catástrofe.
La estrategia de lucha contra el cambio climático se basa en un doble pilar: la mitigación, es decir la reducción de los gases de efecto invernadero a las que contribuyen en una proporción muy alta la combustión de los combustibles fósiles, y la adaptación, en la medida que el cambio climático está aquí.
Reducir emisiones es muy importante, y podemos hacer mucho más en Navarra. De hecho, en 2022 las emisiones de gases de efecto invernadero según el ministerio para la Transición Ecológica fueron en Navarra un 16% superiores a las de 1990, cuando según el articulo 1 de la Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética deberían ser para 2030 un 55% inferiores y la fecha de ese año está muy cerca. Pero también hay que tener en cuenta que las emisiones se dan en el conjunto del planeta.
Prevenir y adaptarse no es opcional, y la Comunidad Foral tiene las competencias para hacerlo. En Navarra, aunque hay que diferenciar la vertiente cantábrica de la mediterránea, tenemos que pensar que las olas de calor del futuro no son como las que hemos sufrido en los últimos años. Las temperaturas promedio van subiendo cada año, y en los tres y cuatro últimos veranos ha habido más olas de calor que en cuarenta años. Del promedio de 4,1 olas de calor que se prevén padecer cada año en el período 2020-2050 pasaremos a vivir 6,7 anuales durante las tres décadas siguientes, mientras que la duración de las mismas aumentará en la misma proporción, de 6,8 días de altas temperaturas extremas a 9,3 jornadas, según un estudio realizado por la agencia Lursarea, adscrita a la sociedad pública Nasuvinsa, en el marco del proyecto europeo LIFE NAdapta.
La falta de agua, la sequía, es otro de los grandes riesgos a los que nos enfrentamos, unido al calor que produce una reducción importante de las cosechas y mucho riesgo de incendios forestales. No se trata de ser alarmistas y catastrofistas, sino de contar la realidad a la ciudadanía, y prepararnos para ello. ¿Cómo?
En este sentido es importante reseñar los proyecto pilotos de adaptación dentro del LIFE-IP NAdapta-CC que lidera la Dirección General de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra -coordinando la acción de distintos departamentos, sociedades públicas o la UPNA- que está trabajando en la mejora de distintos planes públicos de rehabilitación de edificios, regulaciones laborales específicas, protección de la población vulnerable o creación de llamados refugios climáticos de zonas verdes o de sombra en los espacios públicos, entre otros, que contribuyen a paliar los efectos nocivos que las olas de altas temperaturas tienen sobre el medio ambiente, la salud de las personas o su vida cotidiana.
Pero Navarra precisa de un Plan Foral de Adaptación Integral en los distintos sectores y medios, que debe hacerse con la mayor celeridad y urgencia. Los efectos del cambio climático lo exigen. Un Plan de Adaptación a nivel del conjunto de Navarra es una herramienta clave que debe estar basado en un análisis de riesgos, planificación y puesta en marcha de políticas y evaluación continua, que promueva una transformación frente a los riesgos climáticos. Así, por ejemplo, hay que destacar el papel del agua en la adaptación climática, abogando por sistemas de alerta temprana y soluciones basadas en la naturaleza para prevenir riesgos.
Actuar ahora no solo es más rentable económicamente, sino que también salva vidas. Cada euro invertido en medidas de adaptación puede evitar mayores costos en el futuro. El cambio climático está aquí, y es una amenaza muy grande que pone en riesgo la forma de vida tal como la conocemos. Contamos con conocimientos y herramientas, pero hace mucha valentía, ímpetu y decisión para hacer frente a los desafíos climáticos crecientes.