l sector del vino está siendo especialmente afectado por la pandemia provocada por la covid-19 que ve reducida su comercialización seriamente con descensos que llegan a índices históricos en muchos casos. Durante este año, hemos asistido al surgimiento de un nuevo tablero de juego en el que las ventas han caído notablemente, entre otras razones, por el cierre de la hostelería en España. Además, las exportaciones han disminuido y los precios medios también han bajado, aunque dentro de este contexto, Navarra ha sido la comunidad autónoma que más ha aumentado la facturación. Otros canales de venta no han sido capaces de plantar cara a la embestida en la línea de flotación de un producto, el vino, cuya comercialización llegaba a las campanadas de 2019 debilitada por otras circunstancias como los aranceles impuestos por Estados Unidos o el brexit de Reino Unido.

Además, durante este año, en general se han modificado nuestros sistemas de trabajo marcados día a día por la incertidumbre y los plazos cortos, casi efímeros que han incentivado la proliferación de los "planes B". Este cortoplacismo parece que enturbia de alguna manera el progreso para establecer la estrategia de largos plazos tan imprescindible. Las necesidades y las percepciones de los consumidores cambian al ritmo de la incidencia del virus y las medidas adoptadas por las distintas comunidades autónomas. Durante el confinamiento se disparaba la compra de vino y su consumo se traslada a los hogares, sin embargo, en la desescalada, aún con restricciones, se reducen las celebraciones en casa para realizarse en bares y restaurantes. Estos nuevos ritmos también son distintos, por lo que el mercado del vino es mucho más heterogéneo, con diferencias por regiones mucho más acusadas por países.

Un escenario inédito siempre genera nuevas oportunidades, o por lo menos distintas y desencadena la reflexión. Es en este sentido en el que se deben doblar los esfuerzos. Es el momento de repensarnos, para levantar la cabeza y mirar al horizonte conscientes de la situación y el estado en le que se encuentra el sector y los daños ocasionados. Se crea la coyuntura perfecta para abandonar viejos hábitos e instaurar nuevas dinámicas o bien, ratificar y apuntalar las ya desarrolladas en el caso de que sean convenientes. Siguiendo uno y otro camino es el instante en el que hay que afrontar otros retos que generan las tendencias que se empiezan a atisbar en la lontananza.

La recuperación de la compra de vino, aunque no haya equilibrado el descalabro en la hostelería es una ventana que se abre para que el vino vuelva a entrar en la "cesta de la compra" de los hogares. Además, es un valioso comodín para el desarrollo de la venta on line que también se ha visto incrementada. Un canal de comercialización para el que es necesario incentivar la inversión con el objetivo de que instaure de una manera sólida en el sector vitivinícola que hasta ahora se había subido a este tren de forma tímida.

El entorno digital se manifiesta como una gran herramienta que facilita la comunicación, el contacto y las negociaciones. Todos hemos sido testigos y protagonistas de citas, encuentros y brindis con amigos y familiares durante la cuarentena y todavía a día de hoy. Todos participamos en reuniones a través de distintas plataformas on line y muchos desempeñan el teletrabajo. El uso de Internet se ha democratizado aún más para todos los ámbitos de la vida y entre todas las personas, de distintas edades.

Así las bodegas aprovecharán esta utilidad para conectar con sus consumidores y también, con los profesionales del sector. Muchos partidos se jugarán en la red. Asistiremos a una auténtica profusión de ferias, catas y encuentros virtuales que favorecerán las labores promocionales y comerciales. Igualmente las redes sociales proporcionarán tanto el acceso al consumidor de una manera muy directa y segmentada como su conocimiento más completo.

Por otro lado, la reciente conciencia que ha generado el consumidor hacia lo cercano, el valor de lo rural por su carácter saludable y la gran estimación de los entornos naturales son un aliciente para las denominaciones de origen en la protección de sus vinos y la conquista o el desarrollo de su mercado más próximo. En este sentido, el enoturismo se verá reforzado. El turismo en torno al vino se ha seguido llevando a cabo estos días como una de las pocas actividades seguras de ocio para disfrutar y se augura su crecimiento.

Sobre las exportaciones, el mercado internacional se ha comportado de manera muy distinta pero, aunque con descensos, ha sostenido las ventas en algunos casos pese a la complicada situación. El consumo del vino se mantiene. Según un reciente informe elaborado por la consultora británica, Wine Intelligence, a medida que la vacuna se generalice y el conocimiento del virus aumente se aventura una gran segunda mitad para 2021 en las industrias del turismo y la hostelería y restauración a medida que se vaya liberando la demanda de la contención sanitaria. Aunque alertan, que el próximo año será heterogéneo porque no todos los países evolucionarán igual.