penas faltan unos pocos días para poner fin a 2020, un año que difícilmente olvidaremos y que ha sido calificado recientemente por la revista estadounidense Time como el peor de la historia reciente.

2020 pasará a la posteridad por las dramáticas consecuencias que la expansión global de la pandemia de la covid-19 ha tenido en todo el mundo, no sólo sanitarias sino también económicas y sociales.

El virus ha acabado, hasta la fecha, con la vida de más de un millón y medio de personas en todo el planeta y las medidas adoptadas por los países para combatir la expansión de la pandemia han provocado la mayor crisis económica mundial de las últimas décadas.

Echando la vista atrás, el escenario macroeconómico que se barajaba a comienzos de año se antoja ahora una quimera.

Si en el mes de enero el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimaba que el producto mundial crecería un 3,3% en 2020, las previsiones publicadas en octubre anticipan una caída del PIB de 5,6% para este ejercicio. Unas cifras que hablan por sí solas y que ponen de manifiesto que los efectos de esta crisis van mucho más allá del ámbito sanitario.

España está siendo uno de los países más castigados por la covid-19 y según los analistas será también la economía desarrollada que más caerá este año, con un descenso del PIB que podría oscilar en torno a un 11%-12%.

La severidad de las medidas adoptadas durante la primera ola de la pandemia, junto con otros factores estructurales, como la especialización productiva, la segmentación y alta temporalidad del mercado laboral o el reducido tamaño del tejido empresarial, han agravado los efectos de la pandemia en nuestro país.

Al margen de la situación global de España, el impacto regional de esta crisis ha sido asimétrico. Las comunidades autónomas más vinculadas al turismo, como Baleares o Canarias, han sido las más golpeadas por el confinamiento, las limitaciones a la movilidad y los cierres de la hostelería, el comercio o el ocio, mientras que otras regiones menos dependientes de la actividad turística han podido sortear un poco mejor los efectos de la pandemia.

En cuanto a la situación de la economía navarra en 2020, a pesar de que aún es pronto para hacer un balance definitivo del ejercicio, ya que desconocemos todavía la mayoría de los indicadores de esta última parte del año, sí que podemos decir que el impacto de la pandemia, aunque muy severo, ha sido menos acusado que en el conjunto de España.

El PIB retrocedió un 4,4% en el primer trimestre del año y un 15,3% en el segundo. La desescalada trajo consigo una recuperación de la actividad más rápida de lo esperado, con un avance del producto de 15,7% entre julio y septiembre y un repunte importante en la industria y los servicios. Pero la segunda ola del coronavirus, que comenzó de manera anticipada en la Comunidad Foral, se ha traducido en nuevas restricciones que están frenando el ritmo de avance de la actividad en el último trimestre del año, tal y como apuntan los datos de comercio, por ejemplo, o de producción industrial del mes de octubre. A pesar del enfriamiento que se está produciendo en esta última parte del ejercicio, la caída del PIB en 2020 podría situarse en el entorno del 9%.

El desplome de la actividad provocado por la covid-19 se ha trasladado inevitablemente al empleo. En el mes de noviembre había 2.800 afiliados menos en Navarra que hace un año y 7.100 parados más. Y un número muy significativo de trabajadores están afectados todavía por expedientes de regulación de empleo. Los sectores más castigados son la hostelería y el comercio, que son las actividades más perjudicadas por las obligadas normas de distanciamiento social.

Consciente de ello, el Gobierno de Navarra ha puesto sobre la mesa un paquete inmediato de ayudas que alcanzan los 20 millones de euros. Una actuación de urgencia para lo que queda de 2020 y que permitirá que aquellos negocios que lo soliciten, acrediten la caída de su facturación y cumplan los requisitos establecidos en las bases de la convocatoria, puedan percibir hasta un máximo de 25.000 euros. Es, con diferencia, la cifra más alta de todas cuantas ayudas para el sector de la hostelería se han puesto en marcha en el conjunto del país.

El comienzo de la vacunación contra la covid-19, que ya ha arrancado en algunos países como Reino Unido y Estados Unidos y que se iniciará, previsiblemente, en el mes de enero en España, permite afrontar 2021 con más optimismo, pero dentro de un contexto todavía muy complicado y lleno de incertidumbres.

Como hemos podido comprobar, el virus no da tregua y la relajación de las restricciones debe ser muy gradual y siguiendo los consejos sanitarios. La actividad seguirá estando condicionada en los próximos meses por la evolución epidemiológica de la pandemia y la situación del resto de países incidirá especialmente en una economía con un alto grado de apertura exterior como la nuestra.

El compromiso de las instituciones públicas, tanto regionales, nacionales e internacionales para impulsar la recuperación económica es firme, como reflejan las importantes medidas fiscales y monetarias que se han aprobado desde el inicio de la pandemia y los recursos del fondo Next Generation EU.

El Gobierno de Navarra tiene a su alcance contar con la herramienta más importante de las que puede disponer en el camino hacia la recuperación: La Ley de Presupuestos Generales de Navarra 2021, unas cuentas públicas que deben ser el motor de la recuperación económica a través del Plan Reactivar Navarra-Nafarroa Suspertu-Next Generation.

Son fruto de un intenso trabajo para, por un lado, aportar soluciones reales a las necesidades de la ciudadanía navarra con el fortalecimiento de los servicios públicos claves en la lucha contra la covid-19 en áreas como Salud, Educación o Políticas Sociales, y por otro, para la reactivación económica para lo que es esencial dar certidumbre a nuestras empresas y al tejido económico y productivo, sin incrementar la presión fiscal en la coyuntura económica actual.

La salida de esta crisis, no obstante, requerirá del esfuerzo de todos los agentes económicos, y deberá basarse además en la necesaria colaboración público-privada.

Afrontamos el nuevo año con optimismo, pero también con mucha cautela.

Tenemos por delante un reto mayúsculo: no solo debemos sanar las tremendas heridas sociales y económicas causadas por esta crisis, sino que es el momento de acometer proyectos y reformas que permitan fortalecer nuestro sistema productivo, mejorar la productividad y contribuir a una economía más sostenible.

Un reto que afrontamos desde el Gobierno de Navarra con la máxima responsabilidad.