El sector farmacéutico está viviendo una transformación impulsada por la colaboración entre grandes laboratorios -conocidos como big pharma- y startups tecnológicas. Lejos de competir, ambas partes encuentran en esta sinergia una forma de acelerar la innovación en salud, compartir riesgos y llevar más rápido al mercado terapias y soluciones digitales. Esta tendencia se afianza en Europa y también a nivel estatal, donde se está consolidando un ecosistema mixto con creciente participación de fondos públicos y capital privado.

Las big pharma han empezado a poner el foco en las startups como aliadas estratégicas para incorporar nuevas tecnologías, plataformas terapéuticas y modelos digitales con potencial disruptivo

Las grandes farmacéuticas como, por ejemplo, Pfizer, Novartis, Sanofi, AstraZeneca o Roche, poseen la infraestructura, experiencia regulatoria y redes de distribución que les permiten escalar soluciones a nivel global. Sin embargo, su tamaño y complejidad operativa les resta agilidad para innovar desde cero. Por eso, han comenzado a poner el foco en las startups como aliadas estratégicas para incorporar nuevas tecnologías, plataformas terapéuticas y modelos digitales con potencial disruptivo.

Lo que las big pharma buscan en las startups no son únicamente moléculas o productos, sino sobre todo capacidades científicas y tecnológicas que complementen sus carteras. Ámbitos como la Inteligencia Artificial (IA) aplicada al descubrimiento de fármacos, la medicina personalizada, las terapias génicas o las herramientas digitales para la autogestión del paciente se han convertido en focos de atracción.

Lo que las big pharma buscan en las startups no son únicamente moléculas o productos, sino sobre todo capacidades científicas y tecnológicas. Pixabay

Por ejemplo, la multinacional francesa Sanofi ha anunciado recientemente la creación de un hub de Inteligencia Artificial en Barcelona, con una inversión prevista de 150 millones de euros hasta 2030. El centro se dedicará a acelerar el desarrollo de nuevos tratamientos mediante análisis masivo de datos y modelado predictivo. 

En paralelo, startups españolas como SOM Biotech, con sede en Barcelona, están aplicando Inteligencia Artificial al reposicionamiento de fármacos para enfermedades raras, mientras que otras como SocialDiabetes desarrollan aplicaciones para mejorar el control de patologías crónicas mediante soluciones digitales. Esta combinación de agilidad, innovación y tecnología es precisamente lo que buscan las grandes farmacéuticas.

Ecosistema mixto

La colaboración entre grandes empresas y startups no sería posible sin un ecosistema público-privado que favorezca la inversión en fases tempranas, preclínicas y clínicas. A nivel estatal existen diversos instrumentos que lo están facilitando.

Por parte del sector público, el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) destinará este año cerca de 2.000 millones de euros a programas de apoyo a la I+D empresarial. Dentro de esta partida, unos 800 millones irán dirigidos a sectores estratégicos como la biotecnología y la salud digital. Además, el programa Innvierte gestiona participaciones en más de 40 empresas tecnológicas, muchas de ellas del ámbito biosanitario.

La colaboración no sería posible sin un ecosistema público-privado que favorezca la inversión en todas las fases

El ecosistema privado también ha crecido. Fondos especializados como Ysios Capital, Asabys Partners o Nina Capital invierten en startups del sector salud en etapas de desarrollo diversas. A esto se suman plataformas como Capital Cell, que permiten canalizar inversión privada de menor escala hacia proyectos científicos. En 2024, el Banco Europeo de Inversiones también anunció un fondo de 10.000 millones para apoyar a las llamadas “campeonas tecnológicas” europeas, entre ellas algunas españolas del sector farmacéutico.

La combinación de agilidad, innovación y tecnología es lo que buscan las grandes farmacéuticas. Pixabay

Fusiones, adquisiciones y alianzas

La colaboración entre grandes farmacéuticas y startups adopta diversas formas: desde acuerdos de investigación conjunta hasta adquisiciones directas. También se están creando nuevas compañías fruto de la alianza público-privada. En 2024, por ejemplo, nació Terafront Farmatech, una farmacéutica semipública promovida por el Ministerio de Ciencia junto con Rovi e Insud Pharma, centrada en terapias avanzadas y producción local.

Uno de los casos más sonados a nivel internacional fue la compra de la biofarmacéutica BioNTech por parte de Pfizer para el desarrollo conjunto de una de las primeras vacunas contra la COVID-19 basadas en ARN mensajero. Esta colaboración es uno de los mayores ejemplos de cómo una startup con tecnología puntera y una farmacéutica con capacidad de producción y distribución global pueden acelerar el impacto sanitario a escala planetaria.

También destaca el caso de Nimbus Therapeutics, una biotecnológica estadounidense especializada en enfermedades inflamatorias, adquirida parcialmente por Takeda por más de 4.000 millones de dólares en 2022. Nimbus desarrolló una plataforma computacional para diseñar fármacos basada en inteligencia artificial, un enfoque que ahora está siendo replicado por múltiples startups.

En el ámbito español, SOM Biotech, con sede en Barcelona, es otro caso de éxito. Esta empresa ha desarrollado un algoritmo de inteligencia artificial para reposicionar fármacos existentes, y ha firmado acuerdos de licencia con multinacionales como Chiesi o Corium, abriendo puertas a ensayos clínicos internacionales.

Otro ejemplo relevante es el de Minoryx Therapeutics, centrada en enfermedades neurodegenerativas raras. La biotecnológica catalana cerró en 2022 una ronda de financiación de 51 millones de euros y actualmente colabora con múltiples socios internacionales. Su principal candidato a fármaco, leriglitazona, ha recibido designaciones de fármaco huérfano tanto por la EMA como por la FDA.

Por su parte, Devicare, especializada en soluciones digitales para el seguimiento remoto de pacientes con patologías crónicas, ha establecido colaboraciones con hospitales públicos en Catalunya y ha sido reconocida como una de las startups de salud digital más prometedoras de Europa, tras atraer inversión tanto de fondos nacionales como europeos.

La alianza entre big pharma y startups genera ventajas claras para ambos actores

La alianza entre big pharma y startups genera ventajas claras para ambos actores. Las grandes compañías reducen riesgos y tiempos en el proceso de innovación, accediendo a ideas ya validadas en etapas tempranas. Las startups, por su parte, se benefician del músculo financiero, la experiencia clínica y la capacidad de escalado de los grandes laboratorios.

Algunos de los desafíos de esta colaboración es las diferencias culturales entre empresas grandes y pequeñas. Pixabay

También existen desafíos. Las diferencias culturales entre empresas grandes y pequeñas pueden dificultar la colaboración. Las startups pueden perder autonomía tras una integración o enfrentar condiciones contractuales desequilibradas. Además, la regulación, especialmente en el ámbito europeo, sigue siendo lenta para la aprobación de terapias innovadoras.

Según un estudio publicado por el Instituto de Salud Carlos III y la Fundación Botín, entre 2001 y 2023 se han generado en España 199 ‘spin-offs’ en biomedicina. El 57 % de ellas se dedica a biotecnología y el 32% a tecnologías médicas. Catalunya lidera la actividad con el 55 % del total, seguida de Madrid, Euskadi y Comunidad Valenciana.


Pese a este dinamismo, los expertos señalan una brecha crítica: la falta de financiación especializada para las fases avanzadas del desarrollo. Esta carencia impide que muchos proyectos pasen del laboratorio a la clínica o consigan expandirse fuera de nuestras fronteras. Algunos fondos internacionales están comenzando a cubrir este hueco, pero aún no es suficiente.