A medida que nos hacemos mayores, nuestros sentidos sienten el achaque de la edad, pero no solo se trata de necesitar gafas o poner el volumen de la televisión más alto; la pérdida del sentido de la visión o la audición puede afectar a otros aspectos de la salud.
En esta línea se sitúa un estudio reciente elaborado por la Clínica Universidad de Navarra que demuestra que la pérdida de audición en personas mayores no solo dificulta escuchar, sino que también puede afectar la memoria, la atención y el equilibrio. “Cuando una persona oye mal, emplea muchos recursos cerebrales en entender qué le dicen, y eso resta capacidad para la memoria, la atención o incluso el equilibrio”, explicó María del Mar Medina, secretaria general de SEORL-CCC.
El estudio, presentado en el 76 Congreso Nacional de Otorrinolaringología (SEORL-CCC), ha seguido a 714 personas mayores de 55 años sometidas a pruebas de audición, equilibrio y cognición. Los resultados son claros: quienes sufrían pérdida auditiva no tratada tenían tres veces más riesgo de inestabilidad postural, y aunque usaran audífonos, el riesgo seguía siendo hasta cuatro veces mayor que en quienes oían con normalidad.
Además, los investigadores han observado que cuanto peor era la audición, peores eran las puntuaciones en las pruebas de memoria y atención. La relación entre pérdida auditiva y deterioro cognitivo es, según los especialistas, más estrecha de lo que se creía.
Más allá de lo clínico, el problema tiene también una dimensión social. “La presbiacusia, la pérdida de audición asociada a la edad, provoca aislamiento. Muchas personas dejan de salir, de conversar, de sentirse útiles”, adviertieron desde la SEORL-CCC. Por ello, los expertos en otorrinolaringología reclaman cribados auditivos en adultos y mayores para detectar la pérdida de oído antes de que afecte a la autonomía o la mente.
La vista, un sentido cada vez más frágil
El otro gran sentido en jaque es la vista. En las últimas décadas, la miopía se ha convertido en una epidemia, que según estimaciones de los expertos, afectará a 4.800 millones de personas, en 2050, la mitad de la población mundial. En algunos países asiáticos ya alcanza al 90% de los jóvenes.
La causa más común de la miopía es un alargamiento del globo ocular que hace que los rayos de luz se enfoquen por delante de la retina, provocando una visión borrosa de los objetos lejanos. Pero no solo hay factores genéticos en sus causas ya que el estilo de vida actual también tiene mucho que ver; el abuso de pantallas, el tiempo prolongado en interiores, la escasa exposición a la luz natural y el exceso de trabajo en visión próxima están empeorando la salud visual de niños y adolescentes.
La miopía afecta la visión desde lejos, pero también tiene consecuencias indirectas en la memoria y la atención. Las personas con visión borrosa no corregida necesitan un mayor esfuerzo mental para procesar la información visual, lo que genera fatiga cognitiva y dificulta la concentración. El problema se traslada en el rendimiento escolar cuando afecta a niños y adolescentes, ya que una mala visión puede repercutir en el aprendizaje y en la retención de información.
Para hacer frente a este problema, el Gobierno español ha lanzado ayudas de hasta 100 euros para gafas y lentes de contacto destinadas a menores de 16 años, en el marco del Plan Veo. La subvención, que suma casi 48 millones de euros hasta 2027, busca facilitar la corrección temprana de la miopía y reducir riesgos asociados a altos grados de graduación. Las ayudas podrán solicitarse a partir de noviembre y se gestionarán a través de ópticas adheridas.