Leire Iriarte es fundadora y directora de El Buen Vivir, organización que trabaja en sostenibilidad, calidad de vida y bienestar. Con la felicidad como base, desarrolla políticas, programas e intervenciones, especialmente en el ámbito público que contribuyan a crear sociedades más felices.

Ha centrado su vida profesional en trabajar en el desarrollo sostenible y en su última etapa lo ha combinado con la promoción de la felicidad. ¿Cómo llegó a interesarse por este tema?

- He dedicado mi vida profesional a diversos temas relacionados con el desarrollo sostenible, incluyendo agendas de desarrollo y otros documentos estratégicos así como la realización estudios en múltiples áreas. Desde esta posición he visto que en muchas ocasiones nos afanamos en generar cambios, como pueden ser en relación al cambio del modelo de producción y consumo, tal y como se recoge en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sin cambiar las causas de base que generan ese modelo de producción y consumo, como los valores y creencias que lo sostienen. Esta disonancia genera tensiones.

En este camino de reflexión, me di cuenta que o cambiamos las personas o nada cambia y creo que la palanca de cambio viene del cultivo de la felicidad. Aunque todavía hay muchas personas reacias a hablar en estos términos ya hay síntomas muy positivos en esta dirección como son el desarrollo de políticas de la salud mental, contra la soledad o para la promoción de los cuidados.

Combina su actividad como experta en desarrollo sostenible con la promoción de la felicidad, ¿cómo lo hace?

- La felicidad es un concepto muy manido, muchas veces malinterpretado y simplificado. Para mí la felicidad es un enfoque dirigido al desarrollo del potencial, del sentido y del propósito de las personas. No haber sido felices y haber vivido la vida que otros esperaban de nosotros y no la que nosotros queríamos vivir, son dos de los principales arrepentimientos de la gente al morir.

Nuestros niveles de felicidad no son neutros; hay grandes diferencias entre las personas más o menos felices en múltiples aspectos relevantes a nivel individual y colectivo como la salud y la esperanza de vida, los comportamientos sociales, la resiliencia, la energía vital y el aprendizaje, entre otros muchos otros. El desarrollo de la felicidad, además de ser un derecho intrínseco de las personas, nos permitiría afrontar grandes retos de nuestro tiempo.

¿Qué actividades están desarrollando para el desarrollo de la felicidad?

- Nos estamos centrando en la divulgación, la realización de planes estratégicos y la formación. Hemos creado una exposición itinerante sobre felicidad que combina aspectos de divulgación científica y culturales, que ha visitado varios municipios de Navarra.

También hemos desarrollado planes estratégicos de bienestar para Lekunberri y el Valle de Aranguren en los que hemos identificado las actuaciones que los consistorios están desarrollando entorno a la felicidad, medido el nivel de felicidad de la ciudadanía e identificado actuaciones que podrían ponerse en marcha para la mejora de la felicidad. Fruto de este trabajo, hemos puesto en marcha, por ejemplo, un ciclo de formación en bienestar en el Valle de Aranguren o el proceso de bienvenida y acogida a los nuevos empadronados en Lekunberri.

El Foro de Municipalismo ha tratado de la visión estratégica, el liderazgo e innovación en las entidades locales. ¿Por qué has elegido estos temas?

- Creo que estos temas son herramientas indispensables para la promoción del desarrollo sostenible. Frecuentemente, las entidades locales han sido las grandes olvidadas y en muchas ocasiones se han visto muy limitadas por la falta de recursos. Si queremos abordar el equilibrio territorial, el reto demográfico y la transición ecosocial no podemos olvidarnos del órgano de gobierno más cercano a la ciudadanía. Recientemente he participado en el Foro de las Ciudades en Madrid, que reúne a personal político y técnico en representación de municipios de España y Latinoamérica. En este encuentro se ha reiterado la necesidad de la planificación estratégica así como la importancia de desarrollar las visiones que queremos para nuestros municipios y territorios. Cuando sabes a dónde vas y eres capaz de dibujar un futuro ilusionante es mucho más sencillo que la ciudadanía y otros actores involucrados se apropien de la propuesta, puedan identificarse los caminos para conseguirlo, se monitoreen los avances y se tomen las medidas necesarias para mantener el rumbo.

En un mundo incierto, con la disrupción tecnológica a la que nos exponemos es crítico potenciar la creatividad y la innovación como herramientas para desarrollar ecosistemas resilientes y competitivos. La innovación junto con el liderazgo son cualidades que también pueden trabajarse desde lo local, radicando su éxito más allá de la disponibilidad de recursos en la creación de contextos, dotación de herramientas y facilitación de capacidades.

En su opinión, ¿cuáles son los retos que deben enfrentar los municipios?

- Los retos están interconectados, son complejos, multicausales y algunos imprevisibles. Hace unos años hubiéramos considerado inverosímil una pandemia que parase el mundo, y la hubo.

Creo que es fundamental que las entidades locales desarrollen, de forma inclusiva, la visión de municipio que quieren en el medio plazo y mantengan la templanza y la valentía para ponerla en marcha, al tiempo que se superan las dudas que generan los resultados de los próximos comicios electorales. Vivimos sumidos en inercias sociales difíciles de romper, pero esta dificultad no puede ser un impedimento para tomar las medidas, a veces complicadas, necesarias para diseñar un futuro saludable.

Considero fundamental el papel de las entidades locales para escuchar y tender puentes con otros niveles de la administración. En muchos aspectos, los ayuntamientos determinan cómo se aplican las medidas y el éxito de muchas intervenciones dependen de cómo se realicen, de ahí su papel clave.

Las respuestas a nuestros retos no son ni sencillas ni únicas. Lo importante es buscar las palancas, los "puntos de acupuntura" dirigidos a la generación de impactos positivos para la ciudadanía. En las administraciones locales hay muchas personas con vocación de servicio y desde ese arraigo y cercanía a lo local, pueden ser más sensibles a ciertas necesidades sociales.

Con la adecuada capacitación para el desempeño de sus funciones, un buen acompañamiento y respaldo y la facilitación del acceso a recursos humanos, económicos y otros facilitadores pueden crearse las condiciones propicias para generar ecosistemas virtuosos, posibilitadores, que permitan el desarrollo del potencial de las personas, las comunidades y el territorio. Desde ese contexto, pueden abordarse los retos sectoriales como el empleo y los servicios con muchas mayores garantías de éxito. Ya existen, desde hace décadas, ejemplos de los que aprender.

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