pamplona - En pleno fin de semana de fiestas en Estella, Bruno Araiz subió a la basílica de la Virgen del Puy antes del partido. “Toda ayuda iba a ser buena. Le puse unas velas. Y la verdad es que me echó una mano”.

Tocó sufrir para salvarse.

-Fue un día de muchas emociones. Primero lloros, luego risas y al final una celebración improvisada en el Gavia, que soy supersticioso y no quería que hubiera nada preparado.

El guion soñado. Permanencia en el último partido con un gol suyo.

-Yo hubiera pagado por habernos mantenido. Si además marco el gol, pues mucho mejor. Hemos sufrido mucho todo el año. Durante la semana piensas mucho en el partido, en cómo será y no podía imaginar algo así. Si lo hubiera soñado lo habría hecho con un triunfo más holgado, para no sufrir tanto como lo hice en los últimos minutos, que estaba en el banquillo y pensaba que me iba a dar algo. Lo pasé fatal. Pero se dice que sin sufrimiento no hay gloria.

Ha vivido partidos importantes, ascensos... ¿El del domingo estará entre los mejores?

-Este va a ser inolvidable. Ascensos ha habido varios, pero volviendo de Llagostera dijimos que si salía bien lo íbamos a celebrar como un ascenso. Y ayer comentábamos que más vale salvarse así, en el último partido, que hacerlo con cinco jornadas de antelación, porque la explosión de alegría que se vivió fue increíble. No lo cambio por nada. En clase les he dicho a los chavales que para mí es más que ganar la Champions. Un sueño cumplido. Cuando te salvas a falta de cinco jornadas es que lo has hecho bien, pero no lo celebras con esa explosión de alegría. Ha sido un año de altibajos y hemos sufrido bastante.

¿Hay que aprender de lo que no se ha hecho bien esta temporada?

-Por supuesto. Hay que ser autocríticos y saber que si hemos llegado hasta esta situación es porque el año no ha ido como debería. Hemos reconducido la situación a última hora, pero hay que saber lo que cada uno tiene que mejorar.

¿Hace falta vivir situaciones como la del domingo para valorar lo que se tiene?

-Por supuesto. La afición estuvo de diez y comentábamos en el vestuario que con una afición así todo el año, llevaría al equipo en volandas. El jugador percibe ese cariño de la afición y es una motivación muy grande para pelear. También hubo muchos jóvenes de la cantera y les tenemos que transmitir lo que es el Izarra, porque el futuro es suyo y la gente de Estella lo tiene que valorar. Un padre se me acercó y me dijo la alegría que supone para los chavales ver que alguien de Estella puede llegar arriba y que los sueños se cumplen. Con Óscar, Hinojosa y Maestresalas me siento muy orgulloso, porque son el futuro. Es un trabajo a largo plazo, pero el club está poniendo las bases y todos echaremos una mano para que la cantera del Izarra sea referente en Navarra. En Tierra Estella hay gente suficiente para que el Izarra tenga jugadores de la casa y que la gente sienta los colores como lo hago yo.

¿De quién se acuerda?

-Tengo que agradecer a mis amigos, a mis padres, a mi hermana y a mi novia, que se come los malos ratos. Sin ellos no habría sido posible. Me recordaba mi madre que metí el gol de cabeza, con la misma cabeza que me golpeé ante el Vitoria y me dejó sin conocimiento. En esos momentos duros la gente que tienes cerca te levanta. Y verlos emocionados después del partido no tiene precio. Que la felicidad se reparta es lo mejor que le puede pasar a una persona. Incluso recuerdo que con los amigos le dimos valor a la comida de las fiestas del Puy. Yo no podía comer postre y una amiga, Yanire, me dio el plátano de su hijo Markel. Y también eso me dio suerte.

Más allá de la familia, tenían al fútbol navarro pendiente.

-Me alegro también por todos. Por los del Corellano, que tengo amigos allí como Isaac, Paquito, Jon Mateo... Y si en Autonómica se salva uno más, ojalá sea el Ondalán, por Luis Erro, Iñaki y la gente de Villatuerta.