Dicen que no hay mejor Txuri-urdin en la Arriada del Día de San Sebastián que cuando gana la Real. El equipo blanquiazul se impuso en el primer round del doble duelo que tiene en cuatro días ante un Celta al que anuló por completo, hasta el punto de que le impidió generar ninguna ocasión clara de gol en todo el partido. Cosa que no es fácil, después de que Benítez reservara a sus mejores hombres entre semana en la eliminatoria que disputaron en Valencia. Un golazo de Brais Méndez en su regreso a Vigo fue suficiente para llevarse tres puntos muy merecidos ante un contrincante al que no le permitió casi ni respirar. La mejor demostración es que Benítez sustituyó a su hombre referente, Iago Aspas, en el minuto 58, después de que apenas rascara pelota en la hora que estuvo en el campo. 

Tremendo el gen competitivo de un equipo que casi siempre da la cara y que, si no logra plasmar su superioridad con la pelota, cierra filas para evitar que el contrincante encuentre un resquicio para encontrar el camino a su portería. Remiro fue un portero casi de lujo en un campo complicado, y la Real se llevó tres puntos de oro que pudo sellar de forma mucho más contundente de haberse mostrado más fina en los últimos metros.

La visita de la Real a Vigo ha llegado a desmano. Y es una pena, porque es una de las salidas que más gusta a la parroquia txuri-urdin por la simple razón de que en pocos lugares les acogen mejor. En Vigo todavía recuerdan la increíble visita del año del subcampeonato, donde los hinchas blanquiazules acabaron con las existencias hasta de Albariño. En esta ocasión, muchos establecimientos doblaron su demanda en previsión a una posible invasión sin darse cuenta de que era el día de San Sebastián. Lo cual lamentaron profundamente, como es normal.

Regresar a la ciudad olívica siempre será especial para la Real, aunque sus jugadores sean tan jóvenes que no se acuerden muy bien de la noche de los sueños rotos.

Como cabía esperar, y tal y como anunció Imanol, el once que presentó el equipo realista fue de circunstancias. Con cuatro bajas, una larga lista de tocados y el partido de Copa a la vuelta de la esquina, el técnico optó por hacer ocho cambios respeto al conjunto que se impuso en Pamplona, lo cual denota circunstancias especiales como el hecho de que en cuatro días ambos se disputarán en el mismo escenario el honor de ser semifinalista de la Copa. 

En la zaga entraron Aramburu, Pacheco y Aihen. Zubeldia, que amagó en el arranque con subir a la medular, ejerció de tercer central para un cambio de esquema 5-3-2 con Olasagasti, Turrientes y Brais en el centro del campo, y Magunazelaia y Sadiq arriba. Un once muy poco reconocible para la Real, que se ha colado entre los 16 mejores de Europa y que aspira a hacer historia en la Copa. Si había que elegir entre los dos sets, el más importante era el del martes. Sin discusión.

Enfrente un Celta en problemas, al que le está costando alejarse de los puestos de descenso a pesar de contar con una plantilla de mucho nivel y calidad, como lo confirma que se presentaron a la cita con una derrota en sus últimos diez duelos disputados entre Liga y Copa. 

En resumen, Benítez recurrió a su equipo de gala al realizar diez cambios respecto al equipo que se clasificó con mucho mérito en Mestalla, algo que era previsible, y enfrente una Real en su versión casi C. 

La primera parte resultó muy poco atractiva gracias al control defensivo de la Real, que privó al Celta de tener el centro y de someter a su visitante. A los blanquiazules nos les hizo falta mostrarse demasiado inspirados para marcar diferencias ante un rival aparentemente inferior. Todo cambia, como es normal, cuando en la primera oportunidad, Brais, en su casa de toda la vida, enchufó una rosca desde casi 30 metros que se coló junto al palo de la meta de Guaita. Era el minuto 10 y no había pasado nada. Más que el gol, claro. Sin ningún atisbo de reacción por parte de los locales, el propio Brais sirvió un balón largo a Sadiq, quien, tras controlar con el pecho en una perfecta maniobra, se quedó solo, pero su disparo, sencillo, le salió demasiado centrado y lo repelió Guaita. La única opción del Celta fue un remate a bocajarro de Larsen que detuvo con una mano de enorme mérito Remiro, en una acción que fue anulada por fuera de juego pero que las imágenes dejaron muchas dudas, por lo que el VAR podría haberla validado. El final del primer acto estuvo marcado por la grave lesión de Aihen, que se lastimó la rodilla. En una lesión con muy mala pinta y muy malas sensaciones. Sobre todo para un futbolista que conoce lo que es romperse el ligamento cruzado. No tiene suerte en Balaídos, porque el año pasado también se rompió, aunque en este caso parece que el tema es bastante más grave. La cuesta de enero continúa sin tener piedad para la Real. 

En la reanudación, el partido no cambió de color y la Real siguió dominando y controlando la situación con rotundidad. Un centro de falta de Brais fue bajado de cabeza por Zubeldia, pero Maguna, con casi todo a favor, no encontró portería a pocos metros de la línea de gol. 

El Celta se estiró y trató de encerrar a una Real sobrada que apenas sufrió. Sólo dos tímidos remates de De la Torre pusieron en apuros a un seguro Remiro. En el otro área, Sadiq, que estuvo muy bien de espaldas en la segunda mitad, dejó un balón de oro a Oyarzabal, al que le faltó velocidad para alcanzar la zona de remate. En los últimos minutos, los realistas pasaron menos apuros que nunca y se acabaron llevando tres puntos de oro. 

Siempre es complicado analizar y comprobar si cuando se juegan dos enfrentamientos en tan poco espacio de tiempo el ganar supone que en el segundo duelo tengas menos posibilidades. Pero, visto lo visto ayer, con un equipo absolutamente de circunstancias que anuló por completo a un Celta que venía fuerte, hay que seguir creyendo en que esta Real puede regresar a Donostia como semifinalista de Copa. Gazte, gazte gaztedi, gaztedi aupa, aupa Real!