Al grito de “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” despidió la afición del San Lorenzo de Almagro a su equipo, que ponía punto final a la temporada después de una nueva derrota, en este caso ante Tigre (0-1), que supuso un balance final de un punto sumado de los quince últimos en juego. Iker Muniain, rostro compungido sobre el terreno de juego, aguantaba el chaparrón con el torso desnudo y el brazalete de capitán ceñido al brazo tras dar su camiseta a un niño que saltó al césped para abrazarle. La imagen de un drama. Tras el pitido final del colegiado hubo insultos, destrozos en el estadio Pedro Bidegain, intentos de invasión de la zona donde se encontraban los directivos y se suspendieron las ruedas de prensa de los entrenadores porque no se podía garantizar la seguridad.

San Lorenzo cerró el curso en el puesto 24 de los 28 equipos (7 victorias, 8 empates y 12 derrotas), con la tranquilidad durante la competición liguera de que este año no habría descensos. La crisis de uno de los clubes más populares de Argentina se ha ido agravando además fuera del campo hasta un punto que ha alcanzado la violencia. En vísperas del último partido se celebró una asamblea que tuvo que suspenderse debido a que cerca de un centenar de seguidores invadieron el espacio hartos del rumbo que lleva la institución, adolecida más allá de lo deportivo por problemas financieros que han conducido a la decisión de vender a dos juveniles como Santiago Sosa y Agustín Hausch para aplacar las deudas. “Los pibes no se venden”, clamaba la masa crítica.

“San Lorenzo está en una situación casi terminal, hemos puesto dinero muchos dirigentes. Vamos a hacer un presupuesto más austero. Le pido perdón al hincha por este presente deportivo”, manifestó en el acto Marcelo Moretti, el quinto presidente desde 2015 de una entidad que este año ha acumulado varios meses de impagos a sus jugadores. Precisamente por esta razón, días atrás, Francisco Fydriszewski se ausentó del entrenamiento y seguido, otros integrantes de la plantilla se sumaron a la medida de protesta para reclamar el pago de los sueldos. Una situación que hace que la mayoría de los jugadores queden en condición de considerarse libres de abandonar el club.

La crisis deportiva se proyecta en el hecho de que a lo largo de 2024 hasta cuatro entrenadores se han sucedido por el banquillo del Ciclón. El último de ellos, el actual, Miguel Ángel Russo, ya alertó poco antes de poner fin a la temporada de que abandonaría el cargo en caso de no sanearse las deudas con efecto inmediato. Cabe recordar también que el pasado octubre alrededor de un centenar de integrantes de la barra de San Lorenzo invadió las instalaciones de entrenamiento del club para exigir explicaciones a los jugadores. “Salgan a hablar y expongan todo –en referencia a los impagos–, pero acá hay que ganar”, reprocharon los radicales.

Además, a nivel institucional existen otros frentes que no han hecho más que ahondar en las heridas de la entidad de Boedo. El vocal de la directiva, Néstor Ortigoza, exjugador del club de la selección de Paraguay, desestimó renunciar a sus responsabilidades después de ser denunciado por violencia de género y de que desde el propio club se le pidiera su dimisión. La directiva le exigió que “presente su renuncia al cargo, ya que sus acciones no representan los valores por los que vela nuestra institución”, pero el directivo hizo caso omiso.

En este clima de tensión vive Muniain su experiencia en Argentina. El sueño exótico se ha transformado en pesadilla. A título personal ha disputado 14 de 15 partidos posibles de liga, en los que ha firmado tres goles, dos de ellos de penalti, y una asistencia. Tras solo cinco partidos disputados, se le designó capitán. Desde entonces adquirió mayor protagonismo en la búsqueda de soluciones deportivas, pero desde su llegada el pasado septiembre la dirección del equipo no ha cambiado. San Lorenzo logró cuatro victorias en 15 partidos con Muniain y el de la Txantrea no participó en una de ellas por lesión.

Ahora el futuro es incierto. Muniain posee contrato hasta diciembre de 2025, pero al parecer cuenta con una cláusula en su contrato que permite tanto al jugador como al club romper de forma unilateral el vínculo durante las ventanas de fichajes, la próxima este mismo enero. La imagen dejada al término del último partido fue la de un jugador que se ha ganado el respeto de la grada tras obligar al equipo a quedarse sobre el terreno de juego a soportar el chaparrón, dando la cara enfrentando las protestas de un San Lorenzo que se desangra.