Uxue Galar Zabalza: “Estar un año y medio lesionada me ha enseñado a valorar cada entrenamiento y cada partido”
La futbolista de Oberena volvió a ser titular el pasado fin de semana después de dieciocho meses en el dique seco por la rotura del ligamento cruzado anterior y de los meniscos de su pierna derecha
Uxue Galar Zabalza (Tajonar, 26/02/2002) volvió a lucir el dorsal 14 con la elástica de Oberena como titular el pasado fin de semana, un año y medio después de romperse el ligamento cruzado anterior y los dos meniscos de la pierna derecha. En medio de su recuperación sufrió adherencias, lo que la obligó a pasar por el quirófano una segunda vez. La joven repasa el proceso de recuperación, su calvario físico y mental desde el 11 de febrero de 2024 y las lecciones aprendidas en este capítulo de su vida.
Ha vuelto a ser titular un año y medio después de la lesión, ¿qué significó para usted?
–Sí que es verdad que jugué como 10, 15 minutos al inicio de temporada. Estuve muy nerviosa y para cuando entré al partido prácticamente ya se había acabado. Fue un poco desmotivante. Pero al saber la noticia de este fin de semana y verme titular, me lo creí un poco más. Salí al terreno de juego y me notaba súper nerviosa. Me veía con la capacidad de defender o atacar, pero es verdad que estaba tan nerviosa que no... que no era yo. Y cuando pasaron 15- 20 minutos ya me metí en el partido. Demostré lo que puedo hacer. Estaba súper orgullosa porque sentí que ya me había recuperado, que ya podía ser yo, que ya podía atacar, que podía correr como siempre. Robé un par de balones y estaba contenta porque ya tenía esa responsabilidad de dar a mi equipo lo que soy, con mi rapidez y forma de jugar.
¿Cómo está siendo este inicio de temporada para usted?
–Un poco de montaña rusa porque en un partido que jugué unos minutos me pisaron la mano. Sí que es verdad que en cada entrenamiento me he esforzado un montón, pero en alguno he notado a veces un poco de dolor en la rodilla. Entonces, me desmotivé un poco. Pero en general siento que voy como hacia arriba y que al final es un proceso en el que poco a poco voy sumando minutos. Quiero que llegue ya el momento en el que pueda jugar más de 60 minutos, que todo vuelva a la normalidad.
¿Cómo fue la acción de la lesión?
–Fue sola. Iba corriendo a por un balón que justo estaba en el área y en el momento de golpearlo la pierna izquierda se me frenó y en el aire la derecha, con la que iba a chutar, reaccionó de una forma, que creo que con el impulso me la retorcí. Me dolía desde el muslo hasta el tobillo. Aún así quise seguir jugando porque se me fue yendo el dolor, pero mis entrenadores me dijeron que no. Después, en un principio, en el médico me dijeron que era un esguince de rodilla.
¿Cuándo se entera de que además tenía una rotura del ligamento cruzado anterior y de los dos meniscos?
–Yo por dentro esa misma noche porque me dolía muchísimo. Nunca había tenido un esguince de rodilla, pero me dolía tanto que no creía que fuera una esguince, tenía que ser algo más. Al día siguiente llamé al médico del seguro del fútbol, me hicieron una resonancia y me empecé a mentalizar de que me había roto algo porque luego te das un golpe de realidad terrible. Así que cuando me lo dijeron fue como que ya lo sabía.
¿Cuáles fueron los pasos?
–Como también tenía un esguince colateral externo de la rodilla no me podían operar hasta dentro de dos meses (mayo de 2024), con lo cual tenía que estar fortaleciendo el cuádriceps. En ese tiempo estuve bien porque pasadas dos semanas de la lesión la rodilla me dejó de doler, empecé a hacer ejercicio con ella y parecía que estaba genial, que no tenía nada. Pero me llegó el golpe de realidad cuando salí del quirófano. Estuve esa noche ingresada y me dolía muchísimo la rodilla. Las semanas posteriores fueron las peores porque no podía apoyar ni pisar porque tenía los meniscos rotos. Ahí me di cuenta de que iba a ser un proceso de recuperación largo.
¿De cuánto se estimaba?
–Nueve meses porque los meniscos retrasaban bastante.
¿Y cómo fue evolucionando?
–A lo largo de los primeros meses los fisios vieron que mi rodilla no se extendía y empezó a retroceder el proceso de recuperación porque no podía cumplir con los objetivos de cada mes y cuando pasan cuatro meses (junio de 2024) ven que la rodilla no se ha extendido. Me hicieron otra resonancia porque algo estaba fallando y me encuentran un cíclope. La operación cicatrizó mal, tenía adherencias y por eso no podía extender la rodilla. Así que en octubre me realizaron una artroscopia y eso hizo que se retrasase aún más mi vuelta. Al final he estado año y medio sin tocar balón.
¿Le impactó en la moral la noticia de las adherencias?
–Sí, pensé que no me iba a recuperar nunca. Llevaba cuatro o cinco meses yendo al gimnasio, a rehabilitación, poniendo de mi parte un montón y fue un golpe porque estaba dando todo lo posible. Al inicio me dijeron que trabajase la rodilla porque me podían salir adherencias y dando el máximo, me salen. Fue volver un poco hacia atrás porque después de la artroscopia no podía pisar en dos semanas. Tuve que hacer ejercicios que antes me salían bien, era todo otra vez con dificultades.
¿Tras ese varapalo se le pasó por la cabeza dejar el fútbol?
–Al principio de la lesión te dicen que para marzo o abril de 2025 puedes llegar a jugar partidos, pero tras la segunda operación vino el entrenador y me dijo que ya no iba a jugar. Tenía mentalizado el poder volver en los últimos partidos, aunque fueran 10-15 minutos. Además la temporada pasada ganamos la liga y la copa. Fue una temporada muy chula, que la disfruté, pero al final fueron muchas emociones desde fuera y no me la imagino desde dentro: jugando y aportando. Fue bastante duro.
¿En qué momento empieza a ver la luz al final del túnel?
–En abril-mayo de este año empecé los primeros entrenamientos con mis compañeras. Después, en agosto, en la pretemporada, juego algunos minutos en los amistosos y voy viendo que estoy recuperada, que solo queda coger confianza con el balón porque noto que mi rodilla no me duele.
¿Qué papel ha jugado su familia en este proceso?
–Son los que más me han apoyado, sobre todo mi padre, que es el que más me viene a ver. Él siempre ha querido que jugase al fútbol y creo que es el que más ha sufrido. También es verdad que mi madre con la segunda operación se agobió un poco porque pensaba que igual no podía jugar a fútbol, no veía la luz. Y mi abuela siempre me decía que las rodillas son para siempre, que me las tenía que cuidar. Al final han estado bastante preocupados por los baches en el proceso, pero cuando han visto que he podido seguir jugando son los que más contentos se han puesto.
¿Qué ha aprendido de este capítulo de su vida?
–Estas lesiones no te las esperas, a mí me pasó sola y he aprendido a valorar cada entrenamiento y cada partido porque en cualquier momento te puede pasar esto. Es que estar un año y medio sin jugar me ha enseñado a disfrutar de este deporte. Les digo a mis compañeras que aprovechen cada minuto, porque nunca sabes cuándo puede cambiar todo.