Hace calor. Los comensales buscan cosas frescas que degustar y no están para comida copiosas. Largas sí, sobre todo si son en buen compañía, pero con platos que ayuden a sobrellevar la canícula. Para ello, dos de los protagonistas son las frutas que alivian la sed y festejan el paladar son la sandía y el melón.

A la hora de comprarlo siempre surgen dudas sobre si el ejemplar elegido estará o no en su punto de madurez. Y más este año, en el que el incremento de precios general y el de estas dos maravillas de la huerta veraniega en concreto es más que manifiesto.

Unas deliciosas rajas de melón, preparadas para salir a la mesa. Freepik

Por ello nos esforzamos más en afinar en la frutería o en el súper, para que salga a cuenta. Teniendo en cuenta la temporada de ambas frutas comienza en mayo, no será complicado equivocarse demasiado. Eso sí, no hay que olvidar que las últimas sandías de origen local empiezan a dejar de verse en septiembre, mientras que los melones llegan hasta octubre.

Para pasar este trance con unas pautas mínimas, la OCU ha ofrecido los siguientes consejos:

  1. Los de encima del montón. En teoría son los que menos golpes han sufrido y suelen estar en mejores condiciones.
  2. Duros al tacto. La falta de firmeza indica que están pasados o que han sufrido daños en ese punto.
  3. Sin grietas. Hay que descartar los que tengan defectos, pero sin obsesionarte, que alguno lo son solo en apariencia. Una mancha más clara no es un mal síntoma de por sí. Generalmente indica que es el punto en el que se apoyaba en el suelo.
  4. El toquecito y la presión. La sandía se golpea levemente y si está en su punto sonará a hueco. El melón, a su vez, se aprieta por sus extremos y si está en su punto la base cederá ligeramente y el otro extremo, el del pedúnculo, se abombará un poco.
  5. Aroma de fruta madura. La zona del pedúnculo debe oler a fresco, un aroma dulce y afrutado. Si no lo tien es que le falta algo de madurez, si ya ha perdido poytencia, es que se ha pasado de punto.
  6. Color moderado. Los melones que presenten un verde intenso aún no están en su punto, aunque en la sandía hay más matices y mayor variedad de cortezas.

Una sandía troceada es un buen aperitivo Freepik

Es habitual que en muchas tiendas ofrezcan estas frutas ya cortadas por la mitad. Cubiertos por el habitual film plástico trasparente es fácil ver su interior y elegir el de nuestro gusto a simple vista. Pero hay que darse prisa en comerlo rápido ya que pierde la frescura más rápidamente que uno entero.

A la hora de prepararlos para servir, al melón hay que cortarle los dos extremos, y una vez partido, eliminar las semillas. Lo que sobre, bien envuelto en film o en un túper hermético, se guarda en en la zona menos fría de la nevera. En el caso de la sandía, se abre por la mitad directamente y de las pepitas, si es que tiene, se encarga cada comensal. La conservación es la misma.

Pero hay un cierto margen de error y no estar lo suficientemente maduro. O se ha adquirido así a propósito porque su consumo no va a ser inmediato y se puede hacer que termine de madurar en casa. Para ello, basta con guardalo en una bolsa de papel, nunca de plástico, junto con un manzana o un plátano en una estancia seca y fresca.