Irati Astondoa (Zeanuri, 1991) vive en Oñati desde hace siete años. Se mudó allí con su pareja y ya es una más del pueblo: saluda a los vecinos, compra el pan, pasea a su hijo pequeño, Akaitz, por las calles del centro durante las vacaciones de verano… Le habría gustado construir una vida para ella y su familia en un caserío de su municipio —nació en uno, el baserri Iturtza— y no en un piso en el centro urbano de la localidad guipuzcoana, pero no se queja demasiado.

Oñati tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, la cercanía con Gasteiz, donde trabaja como educadora infantil en el colegio Aranbizkarra: apenas a media hora en coche por una autopista de peaje. Otro punto a favor es vivir a los pies del monte Aloña. Allí puede hacer senderismo y cuidar de sus yeguas, que pastan en libertad. “En casa no solemos ir a la piscina ni a la playa. Somos montañeros”, afirma.

Irati es madre, trabaja como educadora infantil y cuida de sus animales Cedida

Falta de motivación

Irati, ampliamente conocida en los herri kirolak por su destreza con la aizkora, ha recuperado la fe en el deporte. La varias veces campeona individual del urrezko aizkolariak tocó techo en 2022. Aquel fue su mejor año. Era la más rápida cortando troncos. Acababa de ser madre de su primera hija, Iraule y, para su sorpresa, empezó a acaparar títulos. Sin embargo, en los últimos dos años había perdido cierto fuelle. Madre de dos niños pequeños, el duro trabajo como educadora, el paso de los años… Estaba agotada física y mentalmente. No era la misma. Y reconoce que, faltó de motivación, durante varios meses sopesó la idea de arrojar la toalla. 

Irati Astondoda ha sido varias veces campeona individual del urrezko aizkolariak tocó techo en 2022, su mejor año. Era la más rápida cortando troncos.

Miedo escénico

En el camino de la retirada se cruzó el empeño de su entrenador desde 2019, Iker López, responsable de recuperar la mejor versión de la aizkolari. “Ha sido fundamental para mí, me ha ayudado un montón”, asegura Irati Astondoa, tanto en el aspecto técnico como mental. Sin su apoyo, probablemente ya no seguiría participando en exhibiciones ni en campeonatos. López también la ayuda a enfrentarse al miedo escénico que le entra cada vez que pisa la plaza, aunque ella le quita importancia a los típicos nervios previos de una prueba. “Hay gente que es más tranquila que otra. Es lo que hay. No pasa nada: yo siempre seré así”, afirma. 

Nunca ha ganado el Campeonato de Euskal Herria de aizkolais y esta puede ser una buena oportunidad para quitarse la espinita clavada que se le ha quedado.

Campeonato de Euskal Herria

Entrena dos días a la semana, uno de ellos en Zamudio. Durante el verano se faja en las exhibiciones de las fiestas de los pueblos y mira ya de reojo el Campeonato de Euskal Herria de aizkolaris, que se celebrará en octubre. Nunca lo ha ganado y esta puede ser una buena oportunidad para quitarse la espinita clavada que se le ha quedado. Aunque quizás no sea para tanto: en más de una ocasión, ella ha reconocido que no es una deportista especialmente competitiva. Competir y ganar no siempre es el mejor premio. “Me conformo con no hacer el ridículo en una prueba”, zanja.  

Deporte y educación

  • Aizkolari y más. Fue campeona de Euskal Herria sub-23 en 2011 y ha participado en campeonatos de Europa. Ha demostrado su poderío con la sega, la aizkora y en trontza.
  • Situación en las aulas. Irati afirma que cada vez son más los casos de alumnado con necesidades especiales que llegan a las aulas. “La cifra se ha triplicado”, asegura.

Los Astondoa, saga familiar

Su padre es el gran segalari Pavi Astondoa, aunque no se animó a adentrarse en este mundillo hasta que cumplió los 15 años. Primero con la sega, después con la aizkora. “Para mí, es un orgullo ser su hija, pero he sido yo la que ha dado el callo, haciendo mi propio camino”, subraya. Irati también puede presumir de haber sido una notable bertsolari durante su juventud. Estudió Magisterio y después probó suerte con la carrera de Periodismo en Leioa. Lo dejó porque tenía que trabajar y se pasó tres años en una fábrica. Como educadora de alumnos con necesidades especiales, Irati aboga por dotar de más medios a la educación pública y hace un llamamiento a nuestros responsables políticos. “Les invitaría a que se pasaran por los colegios y se dieran una vuelta”, afirma. Un baño de realidad. La aizkolari, de nuevo ilusionada y en forma, está de vuelta.