Cuando Rafa Nadal apenas contaba con 8 años de edad, en Euskal Herria había un tenista que estaba viviendo el momento más dulce de su carrera. Alberto Berasategui nació allá por 1973 en Bilbao, y con seis años ya empezaba a jugar con la raqueta, aunque por aquel entonces su mejor aliada era la pared. 

Este joven empezó a despuntar desde muy temprano, en un territorio como Euskal Herria donde este deporte no tenía demasiado arraigo, pero donde sí destacaron otras grandes figuras como la de Garbiñe Muguruza. Su trayectoria fue despuntando hasta que con 21 años se enfrentó a su primera final de Roland Garros, convirtiéndose en el primer vasco en disputar este torneo galo en el que años después figuras como Nadal o Alcaraz harían historia. 

En aquel encuentro de 1994, Berasategui cayó contra Sergi Bruguera por 3-6, 5-7, 6-2 y 1-6, pero su figura se convirtió en leyenda y consiguió un hito: enganchar frente a la televisión a cientos de personas que querían ver el resultado de aquel encuentro entre compañeros. Fue un año glorioso para el de Bilbao, pues disputó nueve finales y consiguió alzar la copa en siete de ellas. Una cifra nada desdeñable. 

A pesar de los logros, y de haber llegado a alcanzar incluso el puesto número 7 del ranking mundial, este bilbaino anunció su retirada a los 28 años, dejando tras de sí un legado en el mundo del tenis difícil de batir, con victorias en 14 torneos y fama de ser un gran compañero dentro y fuera de la pista. 

Su vida, sin embargo, no ha estado demasiado alejada de la pelota. A lo largo de todos estos años desde su retirada en 2001, ha ejercido de comentarista en más de una ocasión, retransmitiendo con la misma pasión con la que vivió el deporte los partidos de quienes han ido llegando después. También ha ejercido el rol de entrenador durante un tiempo de su amigo Feliciano López, y también ha recalado en el equipo del Mutua Madrid Open. 

EFE

Pero, ¿cuál fue la causa de su retirada? Fue una mezcla de elementos. Probablemente se deba a que ese año bajó del top 100 y tuvo que recuperar posiciones, así como a los calambres que acusaba desde hacía tiempo cada vez que jugaba, por una mezcla de potencia de juego y su peculiar forma de agarrar la raqueta. Esta afección le llevó incluso a viajar a Alemania para tratarse con el médico del Bayern de Múnich. En alguna entrevista llegó a confesar que, dos o tres semanas antes de Roland Garros, le puso treinta inyecciones de “supuestas vitaminas” en la espalda en un día, y varios días después “otras 30”. Pero nada de eso surtió efecto, y tampoco ayudaron las hernias que sufrió en el año en que anunció su retirada. 

Ligado a Bilbao

Sin embargo, su vinculación al tenis y a la villa que le vio nacer se combinó en 2010 cuando se convirtió en el director del III Masters de Bilbao, cuya fase final se disputó en el Bilbao Arena allá por diciembre de ese mismo año, con la presencia, entre otras figuras, de David Ferrer, Nicolás Almagro, Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo. Tal y como explicó a Deia entonces, aseguraba que era “un lujazo” para la capital vizcaina contar con un torneo de exhibición “con un cartel tan importante” y “aún más” si se completaba con jugadores internacionales. Y es que iniciativas como esta ayudaron a situar a Euskal Herria en el mapa del tenis internacional. 

Fuera del tenis

Fuera del mundo del tenis, hemos podido seguir su trayectoria a través de otro deporte de raqueta, el pádel. Y es que en Ripollet (Barcelona) encontramos su club de pádel, donde cuentan incluso con una escuela para todas las edades. Se trata de unas “instalaciones nuevas con 14 pistas, 9 indoor y 5 outdoor, y su innovadora construcción hace que puedas jugar en pistas indoor con luz solar”, explican en su página web. Asimismo, en este espacio también cuentan con un bar-restaurante dirigido por el Frankfurt Casa Vallés. “Disponemos de clases particulares o de grupo, tenemos escuela de menores y de adultos, hacemos todo tipo de ligas para todos los niveles y ofrecemos la opción de montar unas ligas internas de empresa. Se alquilan pistas para celebraciones y grupos grandes”, afirman.

En Euskal Herria también ha seguido con su labor, en este caso, en el ámbito empresarial. Llegó a ser consejero en una empresa constructora de Barcelona y, además de este exitoso club de pádel, encabeza un negocio familiar cuyo rastro nos lleva a la localidad vizcaina de Basauri. Allí se encuentra, al fin y al cabo, la inmobiliaria familiar Begasa. Se trata de un grupo dedicado a la construcción, así como a la venta y alquiler de naves industriales, locales comerciales y oficinas, cuyo capital social asciende a 276.760 euros. 

Sin duda, la historia de este tenista que decidió colgar la raqueta muy joven ha seguido prosperando dentro y fuera de la tierra batida, y aún le quedan muchos capítulos por escribir para dar forma al libro de un ídolo de masas que siguió siendo referente aun cuando ya no pisaba la pista.