No solo es un libro sobre la pérdida. Recuérdame bailando es un homenaje al amor entre hermanas, a la memoria y a la vida misma. Su autora, Mara Torres, habla desde lo más íntimo sobre el duelo, la escritura como refugio y el valor de romper silencios. Un diálogo profundamente humano sobre cómo convertir el dolor en una forma de permanencia y verdad.
Recuérdame bailando es un libro que nace del dolor más íntimo, la pérdida de su hermana, pero no solo habla sobre este, sino también sobre el amor, sobre todo el fraternal. ¿Le ayudó a superar el duelo el proceso de escribir sobre él?
-Aunque el libro arranca con la muerte por suicidio de mi hermana pequeña cuando tenía 33 años, en realidad es un homenaje al amor entre hermanas, a la vida, a la familia, a esa intensidad de vivir que tiene alguien cuando tiene 33 años. Siendo un libro que parte de algo muy triste, al final se acaba convirtiendo en un libro que muchos definen como un canto a la vida, y yo comparto eso. Al final, el libro tiene esa luz que tenía mi hermana cuando estaba feliz. Lo que pasa es que tiene esa otra parte también, la oscuridad que encontraba ella en su intimidad, que es la que acabó con ella.
¿Cuándo se dio cuenta de que tenía que escribirlo?
-Empecé a escribir el libro a los cinco años de morir mi hermana, porque aunque intentaba escribir otras cosas, la historia de mi hermana me venía todo el rato a la cabeza y por más que intentaba olvidarlo, cuando me sentaba en el ordenador, las ideas referentes al duelo y a cómo habíamos afrontado la familia su perdida me volvían una y otra vez. Así que un día dije: “Bueno, me doy por vencida”. Me puse a escribir el libro con el título Lo inexplicable, que al final es como se llama mi parte, pero no es el título de todo el libro, es Recuérdame bailando. Al principio manejaba ese como título completo del libro, pero cuando tuve el texto completo me di cuenta de que estaba abordando muchos temas relacionados con lo que le pasaba a mi hermana, pero también sobre cómo afrontamos nosotros, la familia, el duelo. Tardé bastante, otros cuantos años, en decidir publicarlo con mi nombre. Al principio solo manejaba la posibilidad de firmarlo con seudónimo, pero luego me di cuenta de que si lo firmaba así, al final estaba siendo cómplice del silencio que yo misma estaba denunciando. Creo que el silencio informativo respecto al suicidio no ha venido bien ni a las familias ni a muchas personas que estaban sufriendo.
El libro está repleto de detalles pequeños, gestos y frases de Aly, y dicen que “solo muere quien se olvida”.
-Una de las cosas que más me emocionaron fue que cuando concedí la primera entrevista, tenía como 100 mensajes de amigos de Aly que me decían: “Gracias por devolvérnosla”. Y eso era tan conmovedor... Me puse a llorar. Conviertes a una persona en un personaje literario, y Aly tiene mucha fuerza, muchísima. De hecho, todo el mundo que termina el libro es como si la conociera. Esto hace que esté con nosotros de otra manera, y desde luego, claro, que se quede para siempre. Porque yo desapareceré o dejaré de hacer entrevistas, pero ella quedará para siempre en el libro. Es una parte muy emocionante.
Fue durante muchos años la voz de la radio, después la cara visible de los informativos y ahora una autora consolidada. ¿Cómo ha vivido esa transformación de narradora de noticias a narradora de emociones?
-Ay, qué bonito, narradora de emociones... Los tres libros que he escrito en novela, Los días felices, La vida imaginaria y Recuérdame bailando, tienen algunas cosas en común. Son libros que te hacen recorrer varias emociones. Estás leyendo, se te saltan las lágrimas y luego te estás riendo. La emoción es algo que marca todo lo que yo he escrito, y en este caso parte de la verdad. Mucha gente me dice que el éxito del libro se debe a que en un mundo con tanto fake, de repente encuentras algo muy verdadero. Tanto lo que he escrito yo desde una parte muy honesta, como lo de mi hermana desde la intimidad y la verdad más absoluta, creo que es un reflejo de lo que somos.
De ese silencio informativo que hablaba, ¿cree que sigue habiendo prejuicios en los medios de comunicación?
-Se ha avanzado muchísimo en el campo de la salud mental en los medios de comunicación. Yo creo que en el suicidio tenemos que aprender a cómo comunicar, porque se insiste mucho en que hay que hacerlo con sensibilidad y no con sensacionalismo. La forma que tenemos de informar sobre el suicido no es contando quién lo hace, sino ayudando a la prevención. Entonces, bueno, sí hay que cambiar. Los periodistas no teníamos miedo a abordar este tema, simplemente no sabíamos si debíamos hacerlo y luego no sabíamos cómo hacerlo. Y los profesionales nos dicen: “No, tenéis que hacerlo, tenéis que hablar, pero de esta manera”. Yo creo que hay abierto un camino interesante respecto a la salud mental. Ya no tenemos miedo a decir que estamos en tratamiento o que tenemos una depresión, que eso es algo también en lo que se ha avanzado mucho. Y, sobre todo, que nos ayuden a distinguir entre cuidar nuestra salud mental y tener una enfermedad mental.
El periodismo ha cambiado mucho en las últimas décadas y lo inmediato parece haber desplazado a lo profundo. ¿Qué valores siente que habría que recuperar con urgencia en los medios?
-Por ejemplo, las redes sociales, que han premiado un poco el postureo, el impulso, la inmediatez y que parezca que la vida es muy bonita, verdaderamente van en contra de que el ser humano sepa que tiene dos partes, ¿no? Una íntima y una pública, porque se ha perdido el concepto de intimidad. En las entrevistas que hago en Gatopard@ me he dado cuenta de que ser vulnerable y mostrarte vulnerable te engrandece. He entrevistado a mucha gente que ha estado en periodos de éxito y que han tenido bajones largos y difíciles, algunos convertidos en depresión, y ellos lo cuentan con tranquilidad. No digo que tengamos que exponerlo todo, sino que tenemos que proteger también nuestro entorno más cercano, que es con quien tenemos que compartir. No tanto exhibir como compartir, ¿sabes? Yo apuesto por compartir lo que nos pasa, más que exhibirlo.
SU MIRADA SOBRE LA VIDA
La mirada sobre la vida de Mara Torres ha cambiado, porque han pasado casi 13 años del suceso. Considera que el tiempo va mitigando, aunque cree que toda la gente que ha perdido a un ser querido a destiempo, ya sea por un accidente de tráfico, un infarto, una enfermedad rápida o larga o un suicidio como su hermana, aprende a vivir con esa persona de otra manera. Aunque no esté presente físicamente, sienten su presencia de otra forma distinta. “Parece como que se quedan dentro de nosotros, de alguna manera”.
Ahora, Torres le tiene miedo al dolor y al sufrimiento por la pérdida. “Quienes hemos vivido sabemos lo que se sufre, es tremendo. Es el dolor más fuerte que puedes sentir. En realidad, a eso ya le tenía miedo, pero ahora le tengo más, porque ya sé lo que se sufre”.
Volviendo a su última novela, si Aly la leyese, ¿qué le gustaría que le dijera al respecto?
-La verdad que me gustaría que me dijera: “Jo, ojalá la hubieras escrito, pero que esto no nos hubiese pasado. Que la hubieras escrito desde la ficción”.
¿Cómo le gustaría ser recordada en un futuro, bailando también?
-Pues bueno, yo es que no bailo tan bien como bailaba mi hermana, la verdad, porque es que bailaba genial en todos los lugaritos. No, a mí me gustaría que me recordaran en mi mejor parte, que cada persona recuerde lo que para él o ella era lo mejor que yo tenía. Yo creo que todos queremos que nos recuerden así.