En la nueva novela del autor bilbaino Alfonso del Río, El enigma de Anne Wallace, se rinde homenaje a figuras tan emblemáticas como Eduardo Chillida. Pero eso no es todo, y es que ambientada en una trama de misterio que explota con un atentado en los premios Príncipe de Asturias del año 1967, un trasfondo de reflexión sobre belleza, verdad y humanidad erigen la obra no solo como un thriller absorbente, sino también como una defensa apasionada del arte frente a la inmediatez del entretenimiento.

Es padre de cinco hijos, ¿influye esa experiencia vital a la hora de dotar de humanidad y vulnerabilidad a personajes como Lucas Bieda en El enigma de Anne Wallace?

Total, de hecho, pocas veces me lo han preguntado. La verdad es que el desencadenante de la novela es muy de Agatha Christie. Una explosión, un atentado en el premio Príncipe de Asturias del 67 contra la corona y los siete premiados de talla mundial, que son los siete sospechosos también... Eso es muy de Agatha Christie. Pero lo que es muy de thriller, que es también la técnica que he usado para esta novela -a pesar de ser homenaje velado a las novelas de Agatha Christie- es el desarrollo de personajes. Estos se desarrollan con relaciones personales y conflictos, por lo que ver a un personaje como Lucas Bieda -que tiene ese punto de bestia y es poco ortodoxo- mostrar vulnerabilidad con la familia es lo que le ha convertido en lo que es. La familia es su refugio, pero también su debilidad. Esas cosas que reflejo en la novela yo creo que sí que enriquecen muchísimo al lector.

La protagonista, Anne Wallace, no solo es una pianista prodigiosa, también es una mujer autista. ¿Cómo fue el reto de construir un personaje que combina genialidad artística con una forma distinta de percibir el mundo?

Es la manera de ensalzar lo que ella ha aprendido. Este personaje viene de lejos y ha superado ese punto que la hacía distinta. Iba a decir que es como el Athletic, que tiene que hacer de su diversidad su fortaleza. Aquí hago lo mismo. Mucha gente le ha enseñado cómo se puede llegar a la verdad a través de la belleza. Entonces, ella esa belleza la sabe apreciar. Aunque no tenga la percepción de los sentimientos como los demás, ya le vale para ser plena. Y luego, ¿cómo se desarrolla un personaje así? Por lo pronto, APNABI, que es la asociación de Bizkaia con familias con personas de trastorno de espectro de autismo, me han ayudado mucho. Se han leído la novela, se han leído todos sus diálogos para decir si eso lo puede o no decir una persona autista. En ese sentido ha sido muy enriquecedor y es un personaje muy distinto, por eso ha acabado dándole título a la novela. Lucas Bieda es un gran peso, pero ahora mismo el protagonismo es suyo.

En la relación entre Anne Wallace y Eduardo Chillida late una reflexión sobre el sentido profundo del arte. ¿Es también esta novela, de alguna forma, una defensa del mismo frente a la inmediatez del entretenimiento?

Es una defensa de que el arte se contempla, no se consume. Es una defensa interna a través de la música (Anne Wallace) y de la escultura (Chillida), y es que a través de la belleza somos capaces de ser mejores personas. Todo es un superhomenaje al arte.

¿Cómo fue el proceso de imaginar a un Chillida en un contexto de atentados, espionaje y sospechas, tan distinto al que solemos asociar con él? 

Complicado, era un reto meter un personaje real en una trama ficticia, en la que encima siempre hay sospechas. Hay que agradecer mucho a la Fundación de Chillida y Pilar Belzunce. Su hijo, Luis Chillida, me ha ayudado mucho. Muchísimas de las cosas que se dicen en sus diálogos se han dicho o son reflexiones propias suyas. Intento hablar por su boca, pero siempre respetando lo que él ha dicho.

'El enigma de Anne Wallace' es la nueva novela de Alfonso del Río. Oskar González

Si tuviera que resumir El enigma de Anne Wallace en notas musicales, ¿qué pieza o acorde elegiría para representarla?

¿Y si te digo Metallica? For whom the bell tolls.

Aparte de escritor, también es abogado, CEO y ha participado en eventos deportivos. En el deporte, como en la escritura, hay que aprender a convivir con el esfuerzo sostenido y la paciencia. ¿Ha descubierto algún paralelismo entre entrenar para un triatlón y escribir un thriller?

Aprender a sufrir está muy bien. La verdad es que el último triatlón lo hice hace un año, pero -por ejemplo- este año estoy nadando más. Ahí sí que veo el ir a contrapelo, el hacer cosas aunque no te apetezca. Entonces, yo me pongo tanto a entrenar como a escribir aunque no me apetezca. Un entrenamiento, aunque no te apetezca, sí tiene sus frutos. En la escritura, que es lo más complicado que hago en toda mi vida en faceta profesional o personal, se requiere dedicación y más inspiración, con lo cual muchas veces te puedes poner y estar delante del ordenador horas y horas, y no sacar nada.

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¿Con qué mensaje cree que se van a quedar los lectores?

Es una novela de entretenimiento, pero en ella podrán volver a retomar la historia sobre cómo fue ese 1967. Es una novela con tres homenajes velados: Agatha Christie, Chillida y el arte. 

Estando tan inmerso en el mundo audiovisual, pues ha escrito la novela en compañía de guionistas, ¿se valora una posible adaptación?

Sí, está escrito y pensado. Los lectores también pueden demandar esto. La imagen de Anne Wallace tocando un piano de teclas negras a la intemperie, en mitad de una tormenta y al borde de un precipicio, es una imagen muy potente. Entonces, sí, se está trabajando en un guion. Estas cosas nunca se saben, pero quiero que salga la película de esto.