La campana extractora es uno de los electrodomésticos de la cocina más utilizados y por ello también uno de los que más suciedad acumula. Si le damos un buen uso y somos capaces de mantenerla en unas condiciones óptimas, conseguiremos que conserve su eficacia intacta a largo plazo y prologaremos su vida útil durante el mayor tiempo posible. 

Sin embargo, mantener la campana limpia no es una tarea fácil por lo que, aunque sabemos que su limpieza es muy necesaria y que debemos hacerla con cierta frecuencia, a menudo tendemos a retrasarla. La recomendación de los expertos es limpiarla a fondo, como mínimo, una vez cada dos meses

Así, somos conscientes de que la limpieza de la campana es una labor complicada y engorrosa, y tenemos motivos objetivos para detestarla: se trata de un lugar muy poco accesible, hay que ser casi un contorsionista para poder limpiarlo y acumula cantidades ingentes de grasa. Puede ocurrir que, cuando por fin te decidas a limpiarla, quitagrasas y estropajo en mano, lo único que consigas sea extender la suciedad por toda la superficie. 

El truco de las ollas

Pues bien, hay un método barato, fácil y muy sencillo que te facilitará mucho esta tediosa labor de limpiar la campana y con el que verás compensado tu esfuerzo, que también es importante. Para obtener una limpieza completa debemos higienizar tanto su interior, como los filtros y su cara exterior. Una vez más la solución está en el bicarbonato de sodio, el desengrasante casero por excelencia.

Para aflojar la grasa del interior de la campana debes colocar al fuego dos ollas con agua y bicarbonato. Cuando estas empiecen a hervir, encenderemos el extractor de la campana para que, al absorber el vapor de la mezcla, este llegue a todos los rincones. Mantendremos la ollas al fuego durante una hora y no debemos perderlas de vista puesto que, si mientras tanto la mezcla se evapora, tendremos que volver a rellenarla con más mezcla. Si ponemos las ollas al fuego y nos olvidamos de ellas, estas podrían quemarse y acabar la limpieza en desastre.  

El vapor desincrustará durante el proceso la grasa de todos los recovecos del extractor. Una parte de ella permanecerá en el aparato en forma de chorrotones y otra caerá inevitablemente sobre la placa. Una vez apagado el fuego retiraremos la suciedad con una bayeta humedecida con agua o vinagre blanco y si fuera necesario utilizaremos un quitagrasas para darle el toque final. De esta forma, el extractor quedará como nuevo y evitarás además la presencia de malos olores en la cocina.

Dos ollas hierven en los fuegos de una placa vitrocerámica.

Limpieza por fuera

Una vez que hemos limpiado la campana por dentro podemos proceder a limpiar su cara exterior. Apagaremos el extractor para evitar el riesgo de cortocircuitos o descargas eléctricas durante su limpieza.

Si la campana es de acero inoxidable, pulveriza sobre ella un producto quitagrasas específico para este material. A continuación, pasa una bayeta manteniendo siempre la misma dirección para evitar marcas o rayones sobre la superficie. En el caso de la zona de los botones y de la pantalla, si tu campana la tiene, ten un cuidado especial y pasa sobre ellos la bayeta húmeda, puesto que aplicar el líquido directamente sobre ellos podrían resultar dañados. 

Los filtros

En el caso de los filtros, deberás desmontarlos y, según cuál sea su material, proceder a su limpieza de una forma u otra. La opción preferida es limpiarlos en el lavavajillas. Si esta no es posible, puedes optar por un sencillo método que consiste en llenar un recipiente con agua caliente y una pequeña cantidad de un producto desengrasante. Coloca los filtros a remojo y déjalos sumergidos durante varios minutos. Pasado ese tiempo límpialos con una bayeta y si sigue habiendo manchas difíciles, frótalas con un estropajo suave o con un cepillo.  

Ahora que conoces este truco tal vez te dé menos pereza limpiar la campana lo que redundará en una mayor higiene de tu cocina y en consecuencia de todo tu hogar.