Hace poco, el chef de estrellas Michelin Andoni Luis Irizar contaba cómo su restaurante Mugaritz (Errenteria) había promovido hace unos años un proyecto llamado ‘The Meal Experience’, cuyo objetivo consistió en estudiar “los factores que determinan la satisfacción y el recuerdo de los comensales en una experiencia gastronómica de alta cocina”. A esta peculiar iniciativa se habían apuntado la Universidad Complutense de Madrid, la de Humboldt de Berlín, la de Göttingen, el Instituto Psicoanalítico de Berlín y el de Diseño de Offenbach, junto con el centro de investigación El Jardín de Junio y el propio Mugaritz. 

Lo que hasta hace poco era considerado como una extravagante ocurrencia de unos cuantos iluminados se ha normalizado. Ahora, buena parte del pack cultural y de ocio está encaminado a crear experiencias; lo mismo da un menú en un lujoso restaurante, un festival de música veraniego que promete revivir la experiencia de Woodstock 69, o una exposición de arte vanguardista. La etiqueta ‘experiencia’ vale como gancho para atraer al público y se ha dado con un auténtico filón publicitario después de un bienio pandémico cojo eventos y actividades.

El Camino de Santiago es una experiencia con mayúsculas. Así es al menos para muchas de las personas que se han embarcado alguna vez en esta aventura espiritual y cultural en la que tienen cabida ingredientes variopintos. Los testimonios recogidos en el Camino de Santiago por parte de la propia página web oficial, caminodesantiago.gal, describen historias humanas, tan intensas y reales como la vida misma. 

Iñaki , a la izq, haciendo el Camino con unos amigos. Cedida

Jasmin, de origen alemán, salió desde Oporto. “Hice el Camino para buscar la conexión con la gente, conmigo misma, con la naturaleza y con el propio universo. Escuchar las historias de los otros peregrinos es algo muy intenso. Se establece una conexión con todo. El contacto con la gente y contemplar la naturaleza es espectacular”, asegura. Jasmin cuenta una bonita anécdota. “Encontramos un perro solitario. Creo que era de una aldea porque no estaba habituado a los coches. Pues bien, hizo todo el Camino con nosotros. Siempre a nuestro ritmo. Pero ya llegando a Santiago no podíamos acogerlo, porque era muy complicado el regreso con él. Entonces encontramos una familia que se pudo ocupar de él. Un año después, me han enviado fotos… ¡y el perro está perfectamente!”. 

Ana Paula, brasileña, hizo el Camino francés. Salió de Donibane Garazi. Y tuvo una experiencia muy reveladora. “He visto en el Camino que la palabra muchas veces no era necesaria, porque la comunicación va más allá de la palabra. Me he encontrado con personas en albergues que transformaron mi viaje, mi Camino”.

“La presencia de otra persona a mi lado; sólo su energía a mi lado, caminando, era muy fuerte. Nunca en mi vida había tenido una experiencia así: veía todo con gran claridad. Mi cuerpo y mi mente. Y esto me aproximaba de verdad a una naturaleza que yo llamo divina, muy fuerte, intensa y bella”. Según cuenta, tuvo “un año muy difícil. Quería comenzar una etapa nueva. Iniciar algo. Pensé que el Camino era una buena iniciativa. Hacer algo que nunca hubiese hecho: andar 800 kilómetros”. Se despide con un mensaje esperanzador: “Somos todos iguales, compartiendo un planeta, un espacio común. Y se necesita poco para vivir, para ser feliz”.

El ferrolano José Lino es todo un veterano. “Mi experiencia del Camino es muy extensa. He hecho todos los Caminos oficiales en Galicia. Y fuera de Galicia, también”, explica. Hace 15 años recorrió el Camino Francés gallego (152 kilómetros) del tirón. “En 20 horas menos 5 minutos. Todo dentro del mismo día. Lo hice el 23 de julio del año 2000”. Tiene anécdotas de todo tipo, y disfruta del tiempo libre que le otorga su prejubilación. “Tengo esa facilidad. Me gustaría hacerlo siempre con mi mujer, pero ella aún trabaja y no podemos hacerlo juntos”.

Las rutas por los pueblos permiten conocer la geografía más rural.

Las rutas por los pueblos permiten conocer la geografía más rural.

LA RUTA DEL EBRO: REMONTANDO EL RÍO

Ya se sabe que el Camino Francés es el itinerario jacobeo con más historia y el que goza de mayor predicamento internacional. Es la ruta peregrina por excelencia. En el año 1135 fue descrito en el libro Codex Calixtinus, la piedra de Rosetta de la peregrinación a Santiago. El Camino de Santiago del Ebro, también conocido como Camino Jacobeo del Ebro, puede considerarse una parte de esta vía madre. Las guías solo reconocen diez rutas oficiales: Camino Francés, Camino de Fisterra y Muxía, Vía de la Plata, Camino Inglés, Camino Primitivo, Camino del Norte, Ruta del Mar de Arousa y Río Ulla, Camino de Invierno, Camino Portugués y Camino Portugués de la Costa. 


La ruta de Santiago del Ebro se une al tramo francés a su llegada a Logroño, que a su vez proviene de Orreaga-Roncesvalles. Como su nombre indica, la presencia constante del río Ebro es una de sus principales características y tiene su inicio en la desembocadura de esta caudalosa corriente de agua a la altura del Parque natural del Delta del Ebro. Se desarrolla remontando el curso del río y recorre las comunidades de Catalunya, Aragón, Nafarroa y La Rioja. 


Según se cuenta en la Xacopedia, “la devoción al santo en el Reino de Aragón”, así como “la aparición de la Virgen a orillas del río Ebro” fueron claves en el fenómeno de la peregrinación en Catalunya. La mayoría de los peregrinos que partían desde Barcelona seguían el llamado Camino de Sant Jaume, que se unía al Camino Francés. Los que lo hacían desde la provincia de Tarragona, desde Deltebre o Sant Carles de la Ràpita, seguían el curso del río hasta Logroño, y continuaban su viaje piadoso hasta la tumba apostólica de la catedral compostelana. A esta ruta se la llamó Camino del Ebro.



Embajadores de carne y hueso

Desde el año 2014 existe la figura del ‘Embajador de Honor del Camino de Santiago’, una distinción de la Xunta de Galicia con la que se premia “la labor de las personas físicas o jurídicas que han contribuido de manera especial al conocimiento y divulgación del Camino, así como de la cultura y de los valores jacobeos”. Este reconocimiento suele otorgarse a instituciones y personalidades políticas, especialmente. El único premiado ajeno al mundo de la política fue el entrenador de fútbol Vicente del Bosque, conocido por sus éxitos al frente del Real Madrid y la Selección española. 

Hay tantas versiones de esta aventura a pie o bicicleta como peregrinos. Las más de 200.000 personas que cada año cargan con la mochila emprenden en muchos casos el viaje de sus vidas. Es el caso de Calógero, un italiano que celebró su luna de miel en el Camino que partió desde Pamplona. “Ha sido especial. En primer lugar, por estar con la persona con la que te acabas de casar”, reconoce. En su ruta conoció a una decena de personas de distintas nacionalidades que, según dice, lleva dentro de su corazón. “Recuerdo a Estéfano de Tedesco [Alemania], a Quico y Ana, italianos; James, de Nueva Zelanda; Clara, de Canadá…”. 

Calógero se despide con un mensaje conciliador y de aires trascendentales. “El Camino no finaliza aquí, en la tumba del Apóstol, sino que el Camino es eterno. Y está también en todo el Camino que hemos recorrido. En la Catedral vi el símbolo del alfa y el omega, el inicio y el fin, pero esto es precisamente el inicio. El Camino empieza precisamente aquí. Santiago es el inicio. “Seas cristiano, musulmán, creas o no, seas lo que seas, haz esta experiencia. No se puede describir con una palabra. Solo vívela”.

Hay quienes optan por hacer el Camino en bicicleta

Hay quienes optan por hacer el Camino en bicicleta

EL PADRE SARMIENTO, EL SABIO PEREGRINO DE LA ILUSTRACIÓN


La escritora gallega Emilia Pardo Bazán definió la ruta del Padre Sarmiento, de unos 190 kilómetros de longitud desde Pontevedra y bordeando las localidades más emblemáticas de las Rías Baixas, como “la comarca más pintoresca que jamás pueda soñarse”. ¿Quién era el padre Martín Sarmiento? ¿Por qué una ruta “pintoresca” lleva su nombre? ¿Qué hizo este sabio y escritor benedictino en el siglo XVIII para ser emparentado para siempre con la turística comarca del Salnés?


El padre Sarmiento fue uno de los grandes personajes de la ilustración, junto a Gaspar Melchor de Jovellanos y Benito Jerónimo Feijoo. Aunque se mudó a Madrid, no perdió su galleguismo en ningún momento y era un ferviente defensor de su tierra. Además de sus valiosas aportaciones al idioma y la cultura gallega durante el siglo XVIII, lo que le valió una dedicatoria expresa el Día de las Letras Gallegas de 2002, combatió la superstición y la ignorancia y apostó por la apertura de bibliotecas en los pueblos.  


Uno de los muchos textos que escribió el erudito benedictino fue un libro de viajes titulado ‘Viaje a Galicia’. En su peregrinación recorriendo la costa de Pontevedra estas fueron sus palabras: “El 19 de julio de 1745 salí de Pontevedra a Santiago rodeando todo O Salnés. Comencé mi viaje reflejando en estas páginas la gran belleza de mi tierra. Deseaba volver a revivir la esencia de los hermosos lugares por los que había caminado. Así, a mi regreso a Madrid, los podría recordar para siempre.” 


La ruta del Padre Sarmiento, una alternativa más desconocida que el Camino Portugués, sigue los pasos que en su día realizó el fraile a mediados del siglo XVIII. Su importancia no se limita solo al ámbito lingüístico y cultural; se expande por otras disciplinas como la botánica o la medicina. En 1943 se creó el Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento como un centro de investigación propio del CSIC. Desde el año 2000, la titularidad es compartida entre la agencia científica estatal y la Xunta de Galicia. Martín Sarmiento falleció hace ahora 250 años en Madrid.