La ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados. Así, en las últimas décadas hemos sido testigo del surgimiento de Internet, el primer mamífero clonado e incluso la secuenciación completa de un genoma humano entre otros muchos hitos, entre los que en los últimos años debemos destacar también las inteligencias artificiales. 

Pero, ¿qué pasaría si todos estos inventos, descubrimientos y progresos cayeran en malas manos, o se utilizaran, no como fueron diseñados, sino para fines de moralidad cuestionable? Tal y como recuerda el catedrático de Psicobiología en la Universidad Complutense de Madrid Manuel Martín-Loeches, autor de ¿De qué nos sirve ser tan listos?, “muchos de los avances técnicos y científicos tienen un propósito noble, eso sin duda, que es mejorar las vidas de las personas, su salud... Siempre nacen con la mejor intención”. Con ese objetivo, explica, se van generando novedades, pero en esas novedades “siempre hay algún mal pensado que ve una forma de hacer el mal”.

Existe, al fin y al cabo, gente que intenta ver cómo puede malutilizar lo nuevo. Ya ocurrió con la revolución de la informática, cuando surgieron los virus. Y luego surgió el remedio, los antivirus. “Pues con todos estos desarrollos científicos y tecnológicos, siempre desarrollamos las cosas antes de pensar en las posibles consecuencias negativas o nefastas, y luego viene la regulación”, señala este experto, al tiempo que pone como uno de los muchos ejemplos lo ocurrido en los últimos tiempos con las imágenes de menores desnudas generadas por inteligencia artificial. “Las leyes siempre van por detrás, pero es su propia inercia. Primero porque a nadie se le ocurre, o al menos de entrada, cómo hacer el mal con eso nuevo que hemos descubierto. Y segundo porque las leyes necesitan un tiempo. Casi nunca se pueden hacer de forma inmediata”, reseña.

¿Avances para todos, o solo para unos pocos?

Además, se habla de otro componente, que hace referencia a un hipotético futuro en el que los avances en biotecnología y salud beneficien solo a unas pocas élites privilegiadas. “Los implantes cerebrales ya existen desde hace tiempo, pero ahora se está desarrollando por parte de Tesla, de Elon Musk, una tecnología que se supone que los va a hacer más asequibles no económicamente, sino que los posibles efectos secundarios sean menores, etc.”, señala Martín-Loeches.

En ese sentido, explica que la idea inicial, o así lo está vendiendo Musk, es que sirvan para tratar enfermedades neurológicas. “Pero llegará un momento, no se nos escapa, que mejorará las funciones normales; que la gente pueda tener mejor memoria, etc.”. Y esto hará que quien tenga la posibilidad de insertarse algo así esté en mejores condiciones que quien no la tenga.

Y, precisamente de eso reflexiona entre otras muchas cuestiones en su primera novela, La genética del tiempo, Diego del Alcázar. Esta novela, reconoce su propio autor, le ha invitado a entrar con una serie de preguntas, “y a salir con muchas más”. Y es que el de los avances en tecnología es un ámbito en el que se está avanzando, como comentamos, a un ritmo vertiginoso. Al comienzo de la novela, presenta un caso real relacionado con CRISPR, las tijeras genéticas que cortan un trozo del ADN y lo sustituyen por otro. Y, ligado a eso, él nos habla del doctor He Jiankui, que utilizó CRISPR “para una causa muy noble, que era modificar a dos bebés para que fueran inmunes al VIH. Pero lo hizo de una manera clandestina, y la condena de la comunidad científica internacional fue rotunda y contundente, y la condena incluso del propio Estado chino también lo fue porque lo metieron en la cárcel”, rememora.

Y, ¿dónde ponemos los límites? Porque hay muchas cuestiones que, de momento, pertenecen exclusivamente al campo de la ciencia ficción. “Yo creo que todos vamos a estar de acuerdo de alguna forma en curar enfermedades, y en que no queremos diseñar bebés a la carta, pero hay una finísima línea. Y lo que trato en la novela es de que el lector empatice mucho con que no todo es blanco o negro, que no es tan fácil como eso”, reseña.

Pero, ¿estamos jugando a ser Dios al enfrentarnos a estos avances? Con esta novela, Del Alcázar ha querido tratar de “no mojarme, que la gente responda a esta pregunta. Dada la existencia de tecnologías de edición genética que nos permiten modificar artificialmente la naturaleza humana, ahora hablamos de qué significa eso. En el pasado hemos hecho trasplantes, que eso también es modificar artificialmente la naturaleza humana”, señala. Pero quizá esto es mucho más gráfico para él. Y modificar artificialmente la naturaleza humana “lo podía hacer un ente al que postulábamos como Dios, que hasta ahora nunca nos habíamos visto en esa condición tan especial de poder hacer lo que le atribuíamos a él. Y eso quiere decir que ahora tenemos esta herramienta. ¿Hasta dónde la queremos utilizar? Yo creo que hay un sentido común, en donde todos la querremos utilizar para hacer el bien y no el mal”, reflexiona finalmente Del Alcázar.

Fotografía de la doble hélice del ADN

La doble hélice del ADN. EP

La ciencia ha pasado en las últimas décadas por grandes hitos históricos. Uno de ellos es la conocida como Fotografía 51, una imagen del ADN obtenida mediante difracción de rayos X en 1952, y que pasó a ser una evidencia fundamental​ para identificar la estructura del ADN.

Primer mamífero clonado de una célula adulta

La oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta.

La oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Efe

En el año 1996 nació en Escocia una oveja llamada Dolly, que cambiaría el mundo de la ciencia para siempre. Su nacimiento se anunció en 1997, y falleció en 2003, pero fue el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta.

Secuenciación de un genoma humano

Un especialista en biotecnología realizando experimentos. Freepik

Un consorcio internacional de científicos publicó el año pasado la primera secuencia completa y sin huecos de un genoma humano, hito que se dio dos décadas después de que el Proyecto Genoma Humano produjera el primer borrador de la secuencia del genoma humano. 

Mutación para crear bebés libres de VIH

El genetista He Jiankui.

El genetista He Jiankui. EP

El genetista He Jiankui afirmó hace unos años haber hecho modificaciones genéticas en dos gemelas para hacerlas resistentes a enfermedades como el VIH, una revelación que generó controversias y dudas tanto de la opinión pública como de la comunidad científica dentro y fuera de China.

‘La genética del tiempo’

La primera novela de Diego del Alcázar Benjumea, CEO de IE University, explora los límites de la bioética en clave de ciencia ficción. Nos cuenta cómo en el año 2072, Sofía ha reconvertido la casa medieval de sus abuelos en la sede de GENE, un colegio para adolescentes genéticamente editados con cocientes intelectuales superiores a la media. Uno de los objetivos del centro es ayudarlos a resolver el mayor dilema ético que se plantea la sociedad: ¿Cuáles son las consecuencias de que seamos capaces de modificar el código de la vida, el ADN, a nuestro antojo? Al fin y al cabo, cincuenta años antes, su abuela, Mercedes de Grijalba se convirtió en una de las protagonistas de la revolución que tuvo lugar como consecuencia de las cuestionables decisiones que tomó para ayudar a su hija enferma, Clara.