Tras 25 años de trabajo discreto, Calcuta Ondoan recibió en las pasadas navidades el premio Agustín Ugarte, concedido por la Diputación de Gipuzkoa a personas y organizaciones que han dedicado su vida al servicio de las comunidades más vulnerables. Se trata del reconocimiento a la constancia de una entidad que, principalmente, ha centrado sus esfuerzos en el empoderamiento femenino en el gigante del sudeste asiático. Iñigo Eguren (Donostia, 1968), cofundador y director de la ONG guipuzcoana, con sede en Amara, empezó sin “grandes pretensiones” allá por 1999. Y aquella idea “sencilla” de ayudar a impulsar y apoyar diferentes proyectos de desarrollo en la India sigue milagrosamente en pie. Iñigo se muestra agradecido por el galardón, pero, sobre todo, mira al futuro: confía en que no le falte motivación ni fuerzas para que desde Calcuta Ondoan puedan seguir transformando la vida de miles de mujeres indias. 

¿Qué ve cuándo echa la vista atrás?  

-A una ONG que pusimos en marcha sin grandes pretensiones. Queríamos hacer algo sencillo, que nacía del corazón, después de haber tenido el privilegio de participar en un voluntariado junto a la Madre Teresa. Afortunadamente, en este largo camino se han sumado muchas personas, tanto desde el ámbito profesional como desde el voluntariado. Ha sido un proceso de aprendizaje enorme que nos ha permitido colaborar con organizaciones muy sólidas en la India. Nos hemos profesionalizado, sí, pero sin perder nunca la motivación que nos impulsó desde el principio.

¿Cómo logra mantener la misma motivación? 

-Porque es algo que nace desde dentro y se renueva año tras año gracias a las relaciones que establecemos con personas y organizaciones afines. Por otro lado, está la población beneficiaria: principalmente mujeres del ámbito rural de la India, que atraviesan situaciones realmente duras y, muchas veces, se ven arrastradas por un sistema profundamente injusto. Trabajamos en procesos a largo plazo, donde somos testigos de transformaciones muy profundas en estas mujeres. Pero solo somos una pieza más de todo el engranaje. Ellas son el verdadero motor. Una vez que se inicia el proceso de empoderamiento, no hay quien las pare. Y esa gasolina es la que nos impulsa a seguir adelante, manteniendo viva la ilusión y la motivación de los primeros días.

Iñigo Eguren. Ruben Plaza

¿Puede poner un ejemplo de un proyecto actual a largo plazo? 

-En el estado de Bengala occidental, donde Calcuta es la capital, levantamos un proyecto en el que llevamos implicados prácticamente 20 años junto a las organizaciones locales y feministas Udayani Social Action Forum y Swayam, de las más potentes de la India. 6.000 mujeres han formado parte de este proyecto. Y es realmente bonito porque, cuando empezamos hace dos décadas, les hablábamos de empoderamiento femenino y no sabían de qué se trataba. Se animaron a participar por la idea de los microcréditos. A día de hoy, muchas de ellas se han convertido en verdaderas lideresas. Estamos hablando de zonas empobrecidas y rurales donde estas mujeres no solo han logrado convertirse en un referente moral de su comunidad, sino que también han participado en elecciones representando a sus aldeas. Están promoviendo cambios de calado en sus propias comunidades.

Con un mundo en ruinas entre Gaza, Trump y las guerra de África, encontrarse con algo así debe ser muy sanador.  

-Lo mires como lo mires, el mundo está fatal. Por un lado hay personas muy poderosas que destacan por su falta de empatía con los sectores más vulnerables de la sociedad. Menos mal que en el otro lado de la balanza también hay personas que están luchando de manera no violenta por sus derechos y el de otras personas. Ahí es donde debemos poner el foco; si miramos la situación a nivel macro o global puede llegar a ser desesperante. Tenemos que estar disponibles para poder dar apoyo a estas personas que, con pocos recursos, ayudan a transformar algunas realidades.

Asegura que la cooperación internacional es un asunto “muy serio”.  

-Es importante saber ayudar, pero también saber cómo hacerlo. Nosotros siempre hemos puesto mucho empeño en formarnos y en trabajar codo con codo con entidades locales de la India, que cuentan con una valiosa experiencia, especialmente en áreas como los derechos humanos, el feminismo y el ecofeminismo. La profesionalización en la cooperación es fundamental, porque si no se actúa de forma rigurosa y bien fundamentada, la ayuda puede terminar siendo contraproducente.

¿Las acciones que realizan en Gipuzkoa están destinadas a sensibilizar a la población con las problemáticas que afectan al sudeste asiático? 

-Cuando se habla de pobreza y desigualdad nos referimos a países y sociedades empobrecidos tanto aquí como allá. Los derechos humanos, el medio ambiente y la desigualdad de género nos interpelan a todas las personas. Así que más que sensibilizar, invitamos a la reflexión a través de nuestro equipo de educación para la transformación, sobre todo en cuestiones que afectan al clima y el feminismo. Además, el formato ha cambiado durante los últimos años. Antes se montaban charlas a las que asistía una persona experta sobre un tema en concreto y ahora echamos mano de metodologías mucho más participativas. 

"Más que sensibilizar, invitamos a la reflexión"

El uso del lenguaje también es importante en este ámbito. 

-Sí. En nuestro caso, por ejemplo, hemos optado por ir más allá del concepto clásico de sostenibilidad ambiental. El medio ambiente lo atraviesa todo. Estamos trabajando en torno a la idea de los derechos de la naturaleza. Con ello, no solo queremos destacar la importancia de cuidar nuestro entorno por el uso que hacemos de los recursos naturales, sino que nos gustaría avanzar hacia un reconocimiento más profundo; así como las personas tienen derechos, también los ríos, los árboles y el resto de seres vivos deberían tenerlos. Y es nuestra responsabilidad hacer todo lo posible para que esos derechos sean reconocidos y respetados. 

Hace tres años se mudaron a una nueva oficina desde la Parte Vieja al barrio de Amara. ¿Qué otras mejoras necesitan en la ONG para seguir creciendo y mejorando? 

-Lo más importante ahora es reforzar los apoyos que ya tenemos. Estamos trabajando para que las instituciones públicas cumplan con lo establecido en la Ley Vasca de Cooperación, aprobada el año pasado, que marca el compromiso de destinar al menos el 0,7% del gasto total del Gobierno vasco a la cooperación y la solidaridad. A día de hoy, aún estamos lejos de alcanzar esa cifra. Por otro lado, contamos con una valiosa red de voluntariado, aunque siempre es necesario que más gente se implique y contribuya con su apoyo. Además, quiero subrayar la importancia de fortalecer la implicación ciudadana para ampliar el número de personas socias.

¿Qué supone el premio Agustín Ugarte? 

-Una alegría. Además, el premio, al ser para la ONG, va dirigido no solo a las personas que trabajamos desde dentro, sino también a todas aquellas personas voluntarias, entidades sociales y otras organizaciones afines que alguna vez han colaborado con Calcuta Ondoan. Es motivo de orgullo, algo realmente importante.