A comienzos del siglo XX Nueva Orleans (Luisiana, Estados Unidos) era un hervidero de personas y culturas diferentes debido a la influencia francesa en los criollos, a la herencia hispana, a los esclavos sureños ya emancipados y a los nuevos ricos anglosajones. Grupos con tradiciones y formas de vida distintas que se tradujeron en una fusión de estilos musicales muy personal que dio origen al jazz y en la que una figura destacó por encima de las demás: Louis Armstrong, que popularizó este género musical otorgándole una dimensión mundial. Fue en Nueva Orleans y en los años 20 cuando tuvo lugar el nacimiento del jazz clásico, cuando una sencilla música popular se transformó en una sofisticada y elaborada forma de arte musical. Lo hizo gracias a la influencia directa de las innovaciones ideadas por un Armstrong que salió de una infancia muy difícil.

Infancia complicada

Se supone que nació en 1900, aunque hay quien dice que fue en 1901 e incluso su amigo y compañero de aventuras musicales Zutty Singleton asegura que ambos nacieron en 1898, pero Armstrong se habría quitado dos años para evitar ser llamado a filas en la Primera Guerra Mundial. Sufrió el abandono temprano de su padre y las ausencias de su madre, que podría haberse dedicado a la prostitución, con lo que tanto él como su hermana Beatrice fueron en parte criados por su abuela Josephine y también por los al menos seis novios que tuvo su madre y que vivieron con ellos. Louis creció, como la mayoría de jóvenes negros, sumido en la pobreza pero respirando el ambiente de una ciudad en ebullición como Nueva Orleans, llena de músicos callejeros y eventos que le inyectaron la pasión por la música. Tanto es así que junto a unos amigos se animaba a cantar en alguna esquina para sacarse algún dinero.

Se crio en Nueva Orleans, una ciudad que era un hervidero de culturas a principios del siglo XX.

Un reformatorio clave

Satchmo (por Satchelmouth, hombre de boca grande), como le conocían, vivió su peor momento en la Nochevieja de 1912 (o 1913), cuando fue detenido por la Policía y enviado a un reformatorio para niños negros después de, según se dice, robar un revólver a un novio de su madre y haberlo usado contra otro joven que le habría disparado con balas de fogueo.

No hay mal que por bien no venga, y en ese reformatorio se acercó aún más a la música: en primer lugar, participando en el coro y después en la banda de música, en la que fue escalando: pasó de tocar la pandereta al tambor y de ahí a la corneta, un instrumento muy parecido al que años después le haría mundialmente conocido: la trompeta. Un año (o dos) después salió del reformatorio, y no le quedó más remedio de trabajar en lo que pudiera, como carbonero, repartidor de leche o estibador, y se quitaba el gusanillo de la música tocando en alguno de los muchos salones de la ciudad si alguien le prestaba una corneta, hasta que pudo comprarse una de segunda mano.

Salto a Chicago

En una de sus actuaciones fue descubierto por el cornetista y trompetista Joe King Oliver, que se convirtió en una persona fundamental en su futuro musical: su recomendación le permitió tocar en varias orquestas de la ciudad entre 1918 y 1919. King se marchó a Chicago ese año y tres años después, en un éxodo generalizado de músicos, Armstrong siguió sus pasos invitado por él, quien lo reclutó para su grupo, Creole Band, la orquesta de swing más importante de la ciudad.

Una estatua dedicada al jazz en el Louis Armstrong Park de Nueva Orleans. MusikAnimal

Ese salto a Chicago, epicentro del jazz en ese momento, resultó vital para el despegue de su carrera. Poco a poco Satchmo fue progresando y superando a sus compañeros de banda hasta que decidió separarse amistosamente de ellos y marcharse a Nueva York. Allí se unió en 1924 a la Fletcher Henderson Orchestra, la principal banda afroamericana de la época y dio otros dos pasos decisivos: cambiar la corneta por la trompeta y aprender a leer música, lo que le llevó a grabar con las mejores cantantes de blues del momento. Un año después regresó a Chicago donde pronto creó no una banda sino dos, Hot Five y Hot Seven, y ahí llegaron sus primeros éxitos propios como Potato Head Blues, West End Blues y Muggles, referencia a la marihuana, que siempre consumió.

Virtuosismo y scat

Además de sus grabaciones, continuó tocando con big bands, como las de Erskine Tate y Carroll Dickerson, donde ya exhibía su virtuosismo con la trompeta y su particular manera de cantar con su voz ronca. 1926, con el tema Heebie Jeebies mostró una nueva habilidad suya que convertiría en popular en el jazz: un solo instrumental cantado con sílabas o palabras inconexas improvisadas sobre la marcha y se conoció como scat.

De familia pobre, su paso por un reformatorio para niños negros le puso en contacto con la música.

En 1929 viajó a Nueva York y deslumbró al público de Broadway con el espectáculo Hot Chocolates, acompañado por la orquesta de Chick Webb. Allí creó una fórmula artística que miles de músicos siguen empleando hoy: presentar la melodía, cantar y proseguir con el solo de trompeta. De ahí marchó a Los Ángeles y pisó por primera vez Europa en 1932, sorprendiendo a los músicos del Viejo Continente, que incluso reclamaron analizar su trompeta para comprobar que no hubiera trampa en ella dada la calidad de la música que producía.

Más canto, menos trompeta

En 1934 regresó a Estados Unidos y su carrera dio un pequeño giro, otorgando desde entonces más peso al canto y menos a la trompeta en sus actuaciones. Había dos motivos: lo peculiar de su voz, que generaba mucho interés, y una llaga crónica en el interior de sus labios que le hacía sangrar al contacto con la trompeta. 

Así, pasó de ser una figura centrada exclusivamente en el jazz a triunfar en otros ámbitos de la música. Durante la siguiente década dirigió su propia banda, se asentó en Queens (Nueva York) y vio cómo los gustos cambiaban: a finales de los 40, las big bands y el swing perdieron importancia debido al cierre de muchas salas de baile, al auge de otros estilos musicales y a la aparición de la televisión.

All Star, Ella Fitzgerald y nº1

Eso provocó que las orquestas con 15-20 músicos fueran imposibles de mantener, y Satchmo redujo su banda a seis hombres: él (voz y trompeta) y un piano, un trombón, un clarinete, un contrabajo y una batería. Por esa banda, llamada All Star, pasaron numerosos músicos y llevó a Armstrong a seguir publicando discos y a aparecer en numerosas películas. Tocó y cantó con los más importantes vocalistas e instrumentistas, como Jimmie Rodgers, Bing Crosby, Duke Ellington, Fletcher Henderson, Bessie Smith y, especialmente, con otra gran figura como Ella Fitzgerald, con quien grabó tres discos en los años 50.

Su marcha a Nueva York y Chicago fue clave. Se pasó a la trompeta, tocó con los mejores y dio importancia a su voz.

En 1964 llegó su tema más vendido, Hello Dolly, número 1 en Estados Unidos (el artista de mayor edad, 63 años, en conseguir un número 1 en ese país) por delante de The Beatles y que le llevó a ganar un Grammy. Y cuatro años después triunfó en Reino Unido con la sentimental canción pop What a wonderful world. Porque Armstrong no sólo hacía jazz, sino que demostraba un eclecticismo musical que le llevó incluso a componer la banda sonora de la película de James Bond Al servicio secreto de su Majestad (1969).

Infartos y legado

El gran problema del trompetista, que se casó cuatro veces durante su vida, fue su salud. Sufrió un infarto en 1959 del que se recuperó y otro más en 1971 que le tuvo dos meses parado. Volvió con su grupo el 5 de julio en Nueva York y murió al día siguiente mientras dormía por problemas coronarios a punto de cumplir 70 años. Su figura sigue muy viva en el mundo de la música y fuera de él. Da nombre al Aeropuerto Internacional de Nueva Orleans, su ciudad natal, que le dedicó una estatua dentro de un parque que homenajea al jazz, a la música y a la comunidad afroamericana. Además su casa está abierta al público como museo desde 2003 y cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

El ‘scat’, una improvisación vocal sin sentido

La improvisación en la música, que hoy en día está tan extendida en formatos como los campeonatos de bertsolaris o las peleas de gallos, tiene en el scat a uno de sus primeros referentes, y es el jazz el primer género que lo popularizó. Se trata de una improvisación vocal que utiliza sílabas y palabras sin sentido para cantar melodías al ritmo de la música. Aunque durante mucho tiempo se creyó que su creador fue Louis Armstrong, su origen se encontraría en los cómicos de los años 10 del siglo XX en Nueva Orleans y tendría una intención humorística. Uno de los primeros cantantes en utilizar el scat fue Gene Green, antes de que Armstrong lo popularizara a partir de la canción Heebie Jeebies y que Cab Calloway se especializara en este estilo.


Tras él esta técnica fue utilizada por figuras como Ella Fitzgerald, Natalie Cole y Bobby McFerrin. Y ha llegado a tiempo s más recientes, con ejemplos en cantantes como France Gall, Korn, Jamiroquai, Amy Winehouse o incluso el grupo humorístico-musical argentino Les Luthiers. Aunque el scat improvisa el canto, a menudo las líneas melódicas son variaciones de fragmentos de escalas y arpegios, stock patterns y riffs, como sucede con los improvisadores instrumentales y los cantantes. Además, también incorpora estructuras musicales.

¿Falta de compromiso racial?

No hay unanimidad a la hora de afirmar si Louis Armstrong luchó para acabar con la segregación racial o si su actitud fue tibia en la sociedad de la época. Satchmo se convirtió en una estrella internacional y hubo quien le reprochó que no aprovechara más su enorme proyección para reivindicar la igualdad de derechos.


El momento más controvertido llegó en 1949 cuando aceptó el título de Rey de los Zulúes en el Mardi Gras, el carnaval de Nueva Orleans. Un título honorífico para el jefe del carnaval negro Krewe y para la comunidad afroamericana de la ciudad, pero que resultaba ofensivo y desconcertante para los foráneos por su vestido tradicional de falda verde y maquillaje de negro intentando satirizar las actitudes sureñas blancas.


El mundo del jazz no celebró esa concesión y los líderes negros atacaron a Armstrong, al que acusaron de condescendencia y de participar en la humillación a toda una raza.


Hubo quien lo vio como una falta de personalidad o de compromiso, pero también quien pensaba que se esforzaba por atraer al público blanco aun a riesgo de transformarse en una caricatura. 


Las críticas le llegaron también de su propio gremio, de músicos que no entendieron cómo Satchmo aceptaba tocar ante audiencias segregadas ni cómo el artista negro más influyente de Estados Unidos no tomaba una postura contundente en el movimiento por los derechos civiles. Pero esos reproches contrastaban con otros hechos, como su crítica al presidente Eisenhower, al que llamó públicamente “cobarde” y “con dos caras” por su inacción durante el conflicto de la segregación racial escolar en Little Rock, Arkansas, en 1957.


Del mismo modo, canceló una gira por la Unión Soviética porque no quería representar al gobierno de su país en el extranjero. “Por la forma en que están tratando a mi gente en el sur, el gobierno podría ir al infierno”, dijo. Además, fue uno de los grandes colaboradores financieros de Martin Luther King y de otros activistas por los derechos civiles, aunque siempre desde la discreción. También creó una fundación no lucrativa para la Educación Musical de niños discapacitados.