Alberto Ginés, primer oro olímpico de la historia en la modalidad de escalada, conducía cinco horas desde Barcelona hasta Pamplona para entrenar la prueba de velocidad, la modalidad que a la postre le ha hecho ser campeón. El rocódromo de Berrioplano, Rocópolis, era la única instalación en España preparada para entrenar esta prueba y el escalador extremeño viajaba con asiduidad para mejorar sus tiempos.

Erik Noya, campeón de España en la modalidad de velocidad, ha sido el encargado de entrenar a Ginés en Rocópolis: "Su progresión ha sido indescriptible. Llegó a nuestras manos haciendo siete segundos y medio, le costó pasar la barrera de los siete segundos y ha acabado haciendo seis bajos en las olimpiadas". Noya apunta a que Ginés mostraba un gran potencial, pero lo que le ha hecho ser campeón han sido todas las horas de trabajo: "No acabábamos nuestros entrenamientos hasta que no nos sangraban las manos y los dedos. No podíamos ni ducharnos de todo lo que nos dolían".

"Venir desde el Centro de Alto Rendimiento en Barcelona era un gran esfuerzo para él. Todo el tiempo que pasó viajando lo podría haber dedicado a entrenar otra prueba o estar con su familia y amigos". Ginés empezó a desplazarse todos los fines de semana a Rocópolis en 2019 y en ocasiones estaba meses enteros. "Hacíamos dos sesiones de dos horas al día, un volumen de entrenamiento importante".

Noya, quien ha compartido muchas horas con Ginés, asegura que el campeón olímpico es un "pan de Dios, una persona muy tranquila, humilde y trabajadora". "Hasta que no termina el entrenamiento no se le pasa por la cabeza parar", asegura su entrenador.

El preparador de Rocópolis asegura que la prueba de velocidad que entrenó en Navarra fue clave para lograr el oro. "Ganar en velocidad le dio la confianza necesaria para hacer el resto de pruebas más tranquilo y relajado. En la final consiguió vencer al favorito de esta modalidad, Tomoa Narasaki, algo impensable".

También fue importante haber participado en muchas competiciones este año. Debido a la falta de instalaciones en España, el escalador extremeño se vio obligado a entrenar compitiendo y viajó por toda Europa de torneo en torneo. Erik Noya apunta a que competir tanto en los últimos meses le ayudó a ganar confianza y saber afrontar la presión, y que algo que podía ser un hándicap acabó siendo un punto fuerte.

Noya confiaba en el papel que podía hacer Alberto Ginés en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero en ningún caso se le pasó por la cabeza que pudiera conseguir el oro. "He competido mucho con él, sabía que llegaba en un buen momento y podía llegar lejos, pero en ningún caso me imaginé que sería campeón".

El rocódromo de Berrioplano espera volver a recibir la visita de Ginés para preparar las próximas competiciones y Noya se muestra confiado: "En los próximos Juegos Olímpicos de París se separa la prueba de velocidad de las de cuerda y bloques, las que son su especialidad. Pero el papel que ha hecho en estos Juegos en velocidad creo hará que se replantee seguir compitiendo en esta modalidad".