Odio cordial - La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. O, en este caso, la diga cualquiera con dos dos dedos de frente y unas gotas de capacidad de análisis o la diga el ultramonte mediático desorejado. Es un secreto a voces que Ione Belarra e Irene Montero (tanto monta, monta tanto) odian cordialmente a Yolanda Díaz. Sus motivos tienen. Para empezar, que fuera Pablo Iglesias, pareja de la segunda y gran mentor de la primera, quien, en la hora de hincar la rodilla tras ser vergonzantemente apalizado por Isabel Díaz Ayuso, designara con su dedo atómico a Díaz como heredera del liderazgo orgánizco de la izquierda de la izquierda. Bien es verdad que el ahora tertuliano multiocupado tardó poco en reparar en su cantada y ahora mismo él es el mayor torpedeador del proyecto de la vicepresidenta y ministra de Trabajo para pescar el voto progresista allende el PSOE. 

Sumar, no restar - Tras la presentación de la plataforma con éxito de público y de la crítica más afín, Belarra y Montero deben haber comprendido que tienen un problema. Es decir, ya lo tenían, pero ahora les ha crecido y se les ha convertido en irreversible. Expresado en términos crudos, Podemos empieza a estar tan muerto como Ciudadanos. El partido morado no tiene otro futuro que hacerse el hara-kiri e integrarse en el nuevo invento, teniendo claro, como escribimos aquí hace un par de días, que la batuta la lleva Díaz. Puesto que la lideresa tendrá (eso también lo señalamos) necesidad de pasta y de infraestructura logística para que el motor no se quede gripado al primer acelerón, es probable que, de partida, no mate a su gallina morada de los huevos de oro. Pero, en cuanto pueda, se irá quitando del medio a los michelines que no le aportan electoralmente nada de nada. O sea, ellas dos y unas cuantas rémoras más como Echenique, Isa Serra o Lilith Vestrynge, que son veneno para la audiencia, es decir, para las urnas. Por algo el proyecto se llama Sumar; las personas citadas restan. 

Vuelta a los orígenes - Hay un par de aspectos curiosos y hasta divertidos en este serial. En primer lugar, si atendemos a la definición que hizo la propia Díaz de su iniciativa -horizontal, sin partidos, sin siglas, blablablá-, resulta que nos retrotraemos al espíritu primigenio, el de 2014, de Podemos. ¿Tantas alforjas para este viaje? Y en segundo término, entonces Izquierda Unida fue objeto de una OPA envolvente. Ocho años después, se ha dado la vuelta la tortilla. Es la vieja organización, con el PCE en vanguardia, la que ha dado el golpe de mano silencioso y se ha puesto al frente.