El globo se desinfla
Lo tengo escrito aquí mismo. Jamás creí en el tan cacareado ‘Efecto Feijóo’. En todo caso, se trataba del ‘Efecto Sánchez inverso’. El innegable ascenso del PP en todas las encuestas de intención de voto (al principio, incluyendo el Cis-de-Tezanos) no se debía tanto a las grandes expectativas que despertaba el gallego como a las calamitosas decisiones recientes del gobierno español de coalición. Pero va quedando claro que los profetas que daban al sustituto de Casado instalado en Moncloa vendían con excesiva antelación la piel de un oso que ni de lejos estaba cazado. A un año de las elecciones generales, el globo lanzado al cielo va dando signos cada vez más evidentes de desinflarse clamorosamente.
Patético autodesmentido
Y ya no es solo por el encadenado de patéticos discursos en los que el pollo remeda los galimatías de Rajoy ni por las vergonzantes cantadas en las que evidencia su escasa culturilla general, como lo de proclamar que Orwell escribió 1984 en el mismo año del título, cuando el inglés llevaba criando malvas desde 1950. Qué va, la puntilla ha sido proclamar el miércoles pasado que el acuerdo para el desbloqueo del CGPJ estaba a punto de caramelo y anunciar el viernes a todo trapo y con cajas destempladas la ruptura de las negociaciones bajo el penoso argumento de que el PSOE estaba ramoneando con ERC la rebaja del delito penal de sedición. Colaría si fuéramos unos giles sin capacidad de análisis ni de discernimiento. De saque, lo de la sedición estaba en los papeles desde hace un buen rato. Si tan línea roja le parecía, podía haberlo dicho antes de dar a entender que el cambalache para repartirse los jueces era pan comido. Al contrario, el tipo lanzó el mensaje de que lo uno no tenía que ver con lo otro.
Otra vez, Ayuso
¿Y qué es lo que cambió, entonces? Pues, exactamente lo que dijo Sánchez: que al individuo le temblaron las piernas. Como está acreditado, Núñez Feijóo recibió sendos guasaps del presidente de Andalucía y de la lideresa de Madrid instándole a romper la baraja. “El acuerdo en las actuales circunstancias es un barbaridad”, le espetó Isabel Díaz Ayuso a su teórico superior en el organigrama. Era un aviso a navegantes que sonaba a declaración de guerra. Como anticipo, el gurú mediático de la diestra, Federico Jiménez Losantos, había dictado su sentencia. “Feijóo no será jamás presidente”, proclamó el latigador de Teruel después de poner a escuadra al presidente del PP. La regañina no cayó en saco roto y probó que el tenido por mesías del centroderecha es un calzonazos. El efecto era el defecto.