No me gusta casi ninguna canción de los últimos veinte años. ¿Es grave, doctor?

No, simplemente usted decidió anclarse en una época, en una década no siempre prodigiosa. Las músicas evolucionan y no nos debe importar desanclarnos de las nuevas tendencias. Pero desde una oportunidad: le recomendaría que escuche Neomak, Supercremalleras, Stromae, Izaro o Lukiek. En un mes estará revitalizado.

Supongo que a usted no le ocurre algo así, en todo caso.

También me pasa y, aunque me digan quédate, prefiero marcharme con mi música a otra parte. Soy consciente del Memento Mori que proclaman del mejor modo ahora Depeche Mode. Es bueno que las nuevas hornadas tengan su música exclusiva y sus conciertos. Todos crecemos, salvo los Stones.

¿Qué tiene que tener una novedad musical para que lo atraiga?

Frescura, un toque de ruptura, un enganche con los grupos de los que beben y emoción, término que como el enamoramiento no sé precisar pero que cuando ocurre es puro alimento para el espíritu.

¿Qué ha sido lo último a lo que se ha enganchado?

Al ciclón Travis Birds, tras verla en el Guggenheim, a Pedro Pastor y la Muchacha o a Ginebras por cómo recondujeron a Rosalía, haciendo música con altura.

¿Mejor en vivo que en disco?

No, se complementan. Necesito llevarme discos de viaje, desgranarlos por completo en casa, en su orden y analizar letras. Luego hay que ir a ver cómo lo defienden y regalarse el disco. Un concierto es como ver a Ibarrola engrandeciendo Oma; los músicos nos invitan a participar de la magia de la creación en vivo.

¿Disfruta de los conciertos igual que cuando tenía veinte años?

No ha variado un ápice y me preparo a conciencia. En ocasiones pierde encanto saberse el setlist, pero también permite vivir un previo glorioso y estar preparado para no perder detalle. Ver a Asier Etxeandia en Mastodonte es un disfrute pleno, ¡no se lo pierda!

¿Qué le parece el nivel de la música de Euskal Herria?

Cada día tenemos más y mejores artistas, músicos formados y mejor escuchados. Dan mil vueltas a dioses ochenteros. Pero ¡alto!, que los jóvenes no se suban a la parra, los Muguruza, Fito, Aurora Beltrán, Itoiz, Oskorri, Benito, Duncan Dhu… con menos medios siguen en lo más alto por algo, son banda sonora de varias generaciones.

Sé que si le pido un nombre, me dirá Kepa Junkera…

Es el gran genio. Inquieto, vital, viajero… Nadie como él conoce y adora la tradición por eso invitó a medio mundo a vivir nuestra música y se prendaron de él por el toque innovador. Promovió sinergias impensables como unir a todos los músicos gallegos en torno a una triki, o a personas de diferentes disciplinas que mejoraban la obra. Único artista, generoso, solidario, buena persona y mejor amigo.

Y terminamos con la radio, que para usted es...

La perfecta compañía, que me permite además vivir el periodismo y compartir lo noticiable. Es la emoción del directo y, en nuestro caso con el también doctor Ángel López en Cosecha del 67, ser prescriptores de buena música. No se imagina lo que satisface poder compartir con miles de oyentes el Lisbao de Kepa Junkera. Se lo receto.