Sus principios

– El próximo viernes se cumplirán cinco años redondos del inesperadísimo acceso de Pedro Sánchez a La Moncloa. Si algo nos ha demostrado desde entonces, es que le da igual arre que so. Sus principios no es que sean móviles cual pluma al viento sino que directamente son gaseosos. Vamos, que, si me perdonan la ordinariez, se la bufa todo lo que no sea dormir una noche más en ese colchón que mudó el mismo día del desalojo de Mariano Rajoy. Si hay que cambiar mil veces de opinión, se cambia. Si hay que incumplir (casi) sistemáticamente las promesas a quienes lo auparon y a quienes lo sostenían hasta el día de ayer, se hace, impasible el ademán. Si hay, incluso, que fulminar a los primeros y más fieles compañeros de viaje —Ábalos, Carmen Calvo, Iván Redondo...—, se procede sin que tiemble el pulso. Y, por supuesto, si hay que dejar colgados de la brocha a los socios de gobierno que, a la larga, le han resultado un lastre, pues se disuelven las cortes de un día para otro y se convocan elecciones para un domingo de finales de julio.

Gran jugada

– Tenemos tan calado al personaje, que la inmensa sorpresa que sentimos al escuchar el anuncio cuando todavía no habíamos digerido los resultados del domingo nos duró apenas diez segundos. Digan lo que digan los profetas retrospectivos, nos pilló a contrapié. Pero apenas salió de sus labios, le encontramos toda la lógica y hasta vimos que se trataba de una muy buena jugada. No digo de una decisión cabal que buscara el beneficio general, qué va. Digo un buen ardid del apostador de riesgo que ha demostrado ser el tipo, pensando únicamente en él. Se trata de un todo o nada, una última bala o —lo primero que me vino a la cabeza escuchándole— un “de perdidos, al río y que salga el sol por Tetuan. Si le sale mal, pierde cuatro meses de legislatura y un trocito del relumbrón de la presidencia europea de España. Pero si los astros se alinean a su favor, gana cuatro años de legislatura. Poniéndose en lo peor, le queda disfrutar de su condición de ex presidente, algo con lo que hace solo ocho años ni hubiera soñado.

Efectos cercanos

– Mucho ojo a lo que nos puede tocar más de cerca. Empezando por Navarra, María Chivite tendrá que andarse con pies de plomo en su relación con EH Bildu. Hay quien apuesta por agostazo (no creo) o por la repetición electoral después de las generales. Igualmente, en los puntos calientes de la demarcación autonómica en que el PSE podría tener la tentación de dejar gobernar a la coalición soberanista también pesará la mirada vigilante de Ferraz.